•Capítulo 2. Al dia.

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Ruth

No podía creer lo que mis ojos veían. Risto y yo recordábamos a Lauri como un niño, y jamás llegamos a pensar que él ya se había convertido en un joven. Es como si nuestros recuerdos se hubieran congelado con él en ese instante. Cuando recordábamos nuestra niñez, siempre venía Lauri a nuestra mente; cuando hablábamos de nuestra vida actual, Lauri ya no estaba ahí. Era como si hubiera sido parte de un sueño del que despertamos, y hubiera desaparecido.

La verdad es que después de un año no pensamos volverlo a ver, y si alguna vez volvimos a pensar en verlo no nos lo imaginábamos de nuestra edad, si no como aquel niño vulnerable que conocimos. Así que, al verlo ahí parado frente a mí; lo único que pensé fue en llamar a Risto, para que él me dijera si lo que veía era real o no.

—¡Hey! —finalmente dijo Lauri acercándose a mí, y lo único que se me ocurrió fue bloquear mi celular.

—Hey... —dije sorprendida.

—Tu eres Ruth ¿No? Jamás olvidaría tu cabello... —decía agarrando mis flequillos con sus alargadas manos.

—Si ¿Qué? Si, yo soy Ruth...

—¿Sabes? Las veces que pensé en ti... te imaginaba aun siendo niña —me decía con cara de incrédulo y sorpresa— ¿Ya hablas finlandés?

Yo comprobaba con eso, que era como si el tiempo se hubiera detenido para nosotros en el momento que Lauri se fue; y como si al reencontrarnos, nos reencontráramos siendo niños que no entienden que sus respectivos amigos ya crecieron.

—Es curioso, porque yo también esperaba que siguieras siendo un niño... y resulta que eres todo un hombre.

—¿Y Risto? ¿Aún vive aquí?

—Si. De hecho, estaba a punto de enviarle un mensaje, para que viniera a decirme si eras alguna especie de alucinación o eras real.

—¿O sea que te drogas? Digo, está bien; la verdad es que en cuanto a drogas yo prefiero el alcohol.

Todo el mundo en Finlandia parece amar el alcohol, muchos jóvenes de nuestra edad presentan principalmente ese problema. La gente tiende a la depresión aquí y algunos buscan el alcohol como salida, o al menos esa es la excusa que dan los especialistas. Yo pienso que la gente busca el alcohol y el tabaco para sentir un poco de calor, aquí parece que la nieve nunca acaba.

—Llámale a Risto, dile que salgamos; aprovechemos las vacaciones —decía cargando su maleta a casa de sus abuelos—. Pongámonos al día de todo lo que nos ha pasado...

—¿Y a donde iremos?

—Vamos a al bar de hielo —decía avanzando hacia adentro de la casa—. Yo invito.

Definitivamente este nuevo Lauri no se parecía en nada al viejo Lauri. Sus facciones físicas habían cambiado bastante, su cara se volvió ruda y retadora; sus ojos azules llenos de luz parecían ser opacos; y, sobre todo, había crecido mucho, medía como 2 metros; siendo que él era más bajo de altura que Risto. Me sentía tan emocionada que mis manos temblaban al escribirle el mensaje a Risto mientras corría a casa junto con mi perrita.

Mi mamá como siempre ni se había dado cuenta que no volví. Y si soy sincera, ya tenía tiempo sin interesarme si se daba cuenta o no; finalmente, ella nunca estaba.

Sólo llegué a casa a arreglarme mi andrajoso cabello de bruja, cepillarlo; ponerme algo más coqueto y provocativo (lo más que se podía en ese clima nevado); color rojo a juego con mis labios; sombras en los ojos color cafés; tapada por un pesado abrigo y salí para encontrarme con Risto.

¿Quién es Risto Valo para mí?

Si la lujuria tuviera un cuerpo y una cara, seguramente sería la de Risto. Me encanta cuando me ve intimidantemente con sus ojos verdes poniéndome nerviosa, sin saber que hacer. Me encanta cuando me ve caminar hacia él mientras él habla y de repente suelta una sonrisa.

Lo que Calla el Universo© #Wattys2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora