stay with me [francescoxmacqueen][franqueen]

capítulo 32

Narradora.
1 mes después.
Desde el día que todos supieron sobre la ceguera temporal del americano, no paran de ayudarlo en ciertas cosas. Al rubio no le importaba su ceguera, le importaba más al saber que había perdido a su segundo hijo o hija. Eso es lo que lo ponía triste.
Era de mañana, el día estaba tranquilo, el castaño había conseguido una casa en radiador springs, su madre se había quedado a vivir con ellos, y eso al rubio no le molestaba.

—buongiorno monty— el sonido de la voz de una mujer suena en la habitación.

—Buenos días, señora Bernoulli— responde el rubio con una sonrisa.

—ragazzo, solo dime Eleonor— sonríe aún sabiendo que no la podía ver.

—Lo siento, señ.... Digo, Eleonor—rie.

—Sabes, llevan no sé cuántos años de relación y Franccesco no te ha propuesto matrimonio— menciona mientras le daba de comer.

—Quiero pensar que aún no está listo para eso— contesta.

—Pero ya tienen un hijo— reclama— ¿Qué pasará cuando crezca y sepa que sus padres no están casados?

—No lo sé.— suspira.

Después de unos minutos, Eleonor estaba recogiendo los platos. Antes de abrir la puerta e irse, la voz del americano hace que se detenga.

—Eleonor.

—Sì monty?— responde.

—¿Yo le agrado a usted?— cuestiona.

Eleonor sonríe tiernamente, su hijo no había mencionado que era como un niño pequeño; tierno y adorable algunas veces.

—Claro que sí, ragazzo— le acaricia la mejilla.

—¿Cree que soy una carga?—pregunts nuevamente.

—Para mi no lo eres— sonríe— Eres mi yerno y la "madre" de mi nieto.

—¿Franccesco...?— no pudo concluir la pregunta, ya que, el sonido de la puerta principal se abrió y luego voces se escuchaban acercándose a la habitación.

—Ya llegaron— es lo único que menciona Eleonor al abrir la puerta y salir.

El americano ahora estaba sólo en la habitación, pensado si ahora era una carga para su amado, aún se preguntaba si lo odiaba por qué no se cuidó y por su culpa perdió el bebé.

—Bambino, ¿Que ocurre?— la voz del castaño hizo que se sobresaltara en su lugar.

—Me asustaste— es lo único que dice.

Ríe— Lo siento—se acerca—Te veo algo deprimido, ¿Que ocurre?

El rubio tenía miedo si decirle o no, talvez si le decía se pondrían a discutir como aquella ocasión cuando le gritó y el rubio se fue llorando y yéndose por cinco años. No quería volver a pasar eso.

—N...nada, no me pasa nada— dice mientras sonríe.

—¿Estás seguro? —cuestiona—Sabes que puedes confiar en mí. No importa lo que dirás.

Suspira—¿Tú crees que yo soy un....?—el sonido de la puerta lo interrumpe.

— Papà, cosa fai con i compiti? (Papá, ¿Me ayudas con la tarea?)— la voz inconfundible del pequeño ángel, reina en la habitación.

—Sì, tra un momento sono con te (si, en un momento estoy contigo)— responde, volteando a ver al pequeñín.

—Hola, mamá. ¿Cómo estás?— pregunta ángel.