Destino

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Algunos años atrás


David salía de su oficina, con el acostumbrado mal humor que caracterizaba a la mayoría de personas que salía de ese lugar tras pasar unas horas en el. Su día no había sido el mejor, estaba agotado física y mentalmente, y para colmo de males, justo cuando comenzó a caminar a paso rápido al ver las nubes grises sobre su cabeza, comenzó a llover, empapándolo en unos segundos. Riendo irónicamente, apresuro el paso hasta llegar a la parada de transporte, donde, no acabando su mala suerte, los pocos taxis que pasaban por allí, no se molestaban en detenerse para salvarlo de ese diluvio.

Resignado a tener que soportar un resfriado al día siguiente, decidió caminar hasta su hogar. Vivía en un pequeño departamento en el centro de la cuidad, el mismo que le quedaba a una hora del trabajo. 

Al segundo estornudo, acompañado de escalofríos, viendo un pequeño teatro a unos pasos de el, corrió a refugiarse de las gotas que lo mojaban sin piedad. Pensó que tenía suerte al ver que ese momento, estaba comenzando una obra de teatro, que supuso, le daría el tiempo suficiente para dejar que las nubes se llevaran esa indeseada lluvia. Tras pagar su boleto, entro a la sala, donde viendo que no estaba del todo llena, se sentó en las primeras butacas de la segunda fila, que daba justo frente al escenario.

Al encenderse las luces, como si fuera obra del destino, un hombre apareció en medio del escenario, iluminado por una única luz, que hacia resaltar su presencia en la oscuridad. Era de estatura media, pelo color negro, tez clara y una sonrisa tan amplia, que no pudo olvidarla en los siguientes días. Vestía una túnica larga color marfil, con una cinta roja alrededor de la cintura, llevaba abarcas de madera, y una cruz en la mano derecha.

A los pocos segundos, todo el escenario fue iluminado, dejando ver la escenografía y a otro actor que entraba en escena, comenzando a hablarle al primer hombre.

Nunca antes había escuchado de esa obra, supuso que era creación del director, y por ello que no era muy conocida, a pesar de ello, no podía negar que le gustó mucho, más que la trama de la obra en sí, le gusto la actuación del hombre de la túnica color marfil, que desafiando sus prejuicios sobre los actores y las artes escénicas, le pareció una obra de arte. La forma en la que ese hombre fue capaz de protagonizar la vida y el sentir del personaje, lo conmovieron al punto de poder sentir esa angustia y esa felicidad al final de la obra.

Estaba impresionado, deseaba pensar que ese talento oculto en ese pequeño teatro, fue enviado por los dioses para darle una alegría, que era la prueba viviente de que las cosas pasan por una razón, y que estaban destinados a conocerse en medio de esa rutina asfixiante que la mayoría de las personas llamaban vida.

Al escuchar los pocos aplausos, supo que la obra había terminado. Se levantó de su asiento y al ver salir a los actores después de un rato, sin pensarlo mucho, camino hacia el hombre que lo había cautivado con su talento, y lo tomo del hombro antes de que cruzara la puerta.

Víctor, que se sobresaltó al principio, al ver al hombre de traje gris frente a el, amablemente le sonrió para segundos después, obtener el mismo gesto de los labios contrarios.

David se presentó previo a felicitarlo y a decirle lo mucho que le había gustado la obra. Charlaron de la misma un par de minutos, no más de cinco, antes de que Víctor tuviera que cortar la conversación al percatarse de la hora. David sin tener muy clara la razón, no queriendo dejarlo ir, lo invito a tomar un café, con la excusa que él también quería ser actor y le gustaría pedirle algunos consejos.

Conmovido por la petición, Víctor acepto acompañarlo, algo emocionado por verse admirado por alguien, no muy consciente de su talento.



Esa noche, Cupido lanzaba flechas a la tierra como ya era costumbre, para unir dos corazones, y despreocupadamente, al seguir de cerca ese encuentro, sonrió de forma disimulada, al sentir la conexión que habían establecido las almas de esos hombres. Sin pensarlo dos veces, lanzo una flecha a esa pequeña cafetería, donde previo a que cayera, las sonrisas en sus rostros y el brillo de sus ojos reflejados en los contrarios, ya mostraban el fuerte vínculo emocional, al que esas dos personas estaban destinadas a tener, desde antes de nacer.

Hasta que la muerte nos separeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora