La llamada

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1 de enero, 6:30 pm

David recorría con la mirada los datos del documento escrito por segunda vez, esperando que el cansancio no le jugara una mala pasada al omitir algún error que pudiera costarle su trabajo.

Se preguntaba porque había decidido estudiar contaduría, siendo que los números no le agradaban mucho más que las letras; de hecho, alguna vez había tenido la ilusión de ser escritor, un sueño que al pasar los años se fue desvaneciendo. La verdad era que el era de esas personas obstinadas, no le gustaba dejar nada a medias, y tenía la idea de que si ya le había dedicado tantos años a esa profesión, sería un despropósito abandonarlo por seguir un sueño adolescente. A pesar de esa postura, cuando estaba solo, en la intimidad de su biblioteca, solía escribir con la misma energía con la que lo hizo la primera vez que tuvo papel y pluma en las manos. Su esposo Víctor, solía decirle que tenía que seguir sus sueños, que si se lo proponía podía llegar a ser un famoso y reconocido escritor, pero David, se enfocaba más en el sentimiento de dicha que le producía escuchar que a Víctor le gustaban sus libros, que al mensaje en sí.

Tenía ya varias obras apiladas en un rincón de su biblioteca, donde solo él y su esposo, tenían la dicha de adentrarse en esos mundos de fantasía que los hacia vivir en las situaciones más maravillosas nunca antes contadas. Muchas veces, se imaginaba siendo un poco impulsivo, teniendo un arranque de valentía, y dejando ese aburrido trabajo junto con los trajes grises y las corbatas asfixiantes, para seguir esa corazonada que le llamaba a dedicarse a compartir sus relatos con el mundo, pero al momento, se reprendía a si mismo por pensar como un adolescente esperanzado en seguir un sueño imposible.

Esos lujos solo se los permitía al amor que le tenía a Víctor, con el que no solo juraría que se volvía como un chiquillo de 15 años emocionado por su primer gran amor, sino que también se permitía sacar su lado más inocente, más infantil, como el solía describir a su modo enamorado.

Era verdad, solo por él había cambiado muchas cosas en su vida, incluyendo la forma de amar sin restricciones, sin importar el género.

Dejando de pensar en ello, comenzó a meter algunos papeles sueltos en su maletín, la hora marcaba las 6:30 en punto, y la energía le volvía al cuerpo al saber que podría salir y respirar aire fresco. Era viernes, y como le había prometido a su madre, iría a pasar ese fin de semana con ella. Junto a la puerta, tenía una pequeña maleta color azul marino, con las prendas y algunos objetos necesarios para ese corto viaje. Soltándose la corbata, camino hacia la salida, comenzando a apagar las luces, pero el sonido del teléfono, lo detuvo a medio camino.

Con algo de pesadez, regreso hacia el escritorio y contesto el teléfono. Del otro lado de la línea, se escuchaba un silencio casi ensordecedor, uno que termino al comenzar el eco de una gruesa voz:

- Tienes que regresar a tu hogar David, tu esposo está en peligro.

Apenas la persona del otro lado de la línea, termino esa frase, la llamada finalizo.

Hasta que la muerte nos separeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora