POV Narradora
—Muy bien, solo por lograr presentarte, tal vez considere darte más comida— dijo este con una sonrisa enfermiza en su rostro mientras empujaba al rubio haciendo que este cayera al suelo, pero después depositarle un pequeño beso en su sien.
—¿Qué demonios le has estado haciendo?— preguntó petrificado de horror el castaño al ver cómo estaba de maltratado el rubio.
—Ni la mitad de las cosas que te voy a hacer a ti, mi vida...— esto hizo que el castaño se confundiera más.
—¿Qué hago aquí? ¿Por qué haces esto? ¿Por qué demonios le haces esto a él? ¿POR QUÉ HAY CÁMARAS DE SEGURIDAD VIGILANDO MI CASA?— un fuerte golpe hizo que las palabras del castaño cesaran, un golpe en su mejilla izquierda.
Sintió ardor y dolor en la zona y sintió como una línea de sangre le recorría desde su pómulo hasta el mentón.
—No me alces de ese modo la voz, jovencito.— regañó este al castaño, el cual sintiendo las lágrimas querer escapar de sus ojos le miró retador.
—Tú no me mandas.
—¿Pues adivina qué, amor? De ahora en adelante sí lo hago, y más te vale obedecerme porque sino terminarás igual que este infiel.— en las últimas dos palabras le giró la cabeza para que observara nuevamente al rubio.— Y ni se te ocurra gritar por pedir ayuda, ¿oíste? Tus hermosos gritos no se escuchan hasta allá afuera pero si en toda la casa y me molesta mucho... Es más.— fue hacía una mesa en donde tenía un pañuelo, ¿cloroformo? No, no podía ser eso.El azabache le metió el pañuelo en la boca y luego puso cinta encima de sus labios callando cualquier sonido que el castaño pudiera emitir.
—Ahora, más te vale que te estés quieto...— ordenó este de manera dura haciendo que el castaño lo mirara aún más enojado, y así subió las escaleras para desaparecer en cuanto cerró la puerta dejando otra vez a oscuras a ambos chicos.
Ambos se quedaron en silencio, sólo se escuchaba las quejas del castaño calladas por el pañuelo y la respiración lenta del rubio.
—Oye...— llamó el rubio al castaño el cual volteo a ver en su dirección.— Me llamo Golden...— dijo este en un susurro vigilando hacia los lados temiendo que alguien saliera de las sombras.— Llevo aquí 2 meses...
—¡Mmm-mmm!
—Cierto qué estupidez, estás amordazado... Bueno, sólo trata de hacer silencio, que Fred puede volver en cualquier momento... Trataré de moverme hacia ti y de quitarte la cinta mordiéndola, ¿de acuerdo?— el castaño solo asintió.— Bien, aquí voy."Esto va a terminar mal, Freddy, y lo sabes..."— se decía en la mente el castaño al ver cómo el rubio se acercaba arrastrándose como un gusano hasta que llegó un poco más cerca a él.
—Mierda...— susurró estresado al sentir su cuerpo debilitarse más.— No puedo...— detuvo todo intento de ir hacia el castaño, respirando agitadamente.— Me voy a quedar aquí para siempre...— sollozó este aún en el suelo recibiendo una mirada de tristeza de parte del de ojos azules.
Todo se quedó en silencio, sólo se escuchaban los sollozos del rubio haciendo soltar unas ligeras lágrimas al castaño.
¿Él también se quedaría ahí para siempre? ¿Qué pasará con su novia? ¿Sus amigos se preocuparían por él? ¿Y si lo iban a visitar y no estaba?
—Vaya, vaya, vaya. Goldie tú no ibas ahí... ¿acaso tenías pensado escapar?— el castaño salió de sus pensamiento al escuchar esa profunda voz, se estremeció en su lugar mirando rápidamente al rubio, el cual ya tenía una expresión de sorpresa mezclada con temor.— Ah, ¿no piensas responder?
Silencio.
—Y-Yo... Yo solo-
—Oh, cállate...— interrumpió el azabache dejando un plato con algo humeante en la mesa donde estaban las computadoras, el castaño supuso que era sopa, luego se comenzó a acercar al castaño.— Hola, mi amor, ¿estás cómodo?— preguntó este con una sonrisa dulce en su rostro, produciéndole asco al castaño.— Te traje algo de comer.— le quitó la cinta de la boca y le retiró el pañuelo de la boca al castaño, haciendo que este tosa ligeramente.—No tengo hambre.— dijo este una vez recuperó el aliento y dejó de toser.
—¿Ah, en serio?— se acercó velozmente al rubio y lo sostuvo de las mejillas con bastante fuerza haciendo que este soltara un quejido de dolor.— ¿Tendrás hambre cuando mate a este indefenso Golden, cariño?
—¡No le hagas nada!— suplicó este moviéndose en su lugar.— Está bien... Comeré...— aceptó con la cabeza baja y escuchó cómo soltaba bruscamente al de ojos grises.—Bien dicho, encanto.— este se acercó al castaño con una silla y la colocó enfrente de este. A continuación fue a la mesa en donde anteriormente había dejado el plato humeante y lo tomó en sus manos junto con una cuchara.
Se sentó en la silla y puso de aquel líquido en la cuchara para acercarlo a la boca de Freddy, el cual puso cara de asco en cuanto se iba acercando más y más la cuchara a su cavidad bucal. Este al ver el gesto del castaño frunció el ceño.— Abre.— ordenó el azabache con la voz ronca provocando un escalofrío que le recorrió toda la espalda al castaño, haciéndolo abrir la boca para que el de ojos rojizos le metiera la cuchara a su boca con una sonrisa triunfante.
El de ojos azules se tragó el líquido caliente, no sabía mal, pero nunca lo admitiría en voz alta para halagar al demente. Una idea surcó su mente.
—Wow, esto sabe genial.— dijo el castaño en voz baja dejando sorprendido al azabache y también al rubio.
—Oh, ¿de verdad?
—Sí, deberías considerar ser... Cocinero o algo...— dijo este mientras el azabache le volvía a acercar otro cucharada de esa sopa. Más esta vez no se lo tragó.—Pues... Muchas gra- —el castaño escupió en la cara del azabache interrumpiéndolo y dejando a este sin expresión alguna.
El castaño lo miraba fijamente con rabia mientras que el de ojos rojos se quedaba neutral.
—No debiste hacer eso, mi amor.
"Mierda..."