Capítulo VII: El show de Betty

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Faltaban un par de horas para el concierto de mamá, y ya en casa había bebido unas cuantas copas de vino en compañía de mis amigas. Siempre salíamos todas desde mi casa porque generalmente nos arreglamos juntas, así que nos da tiempo de platicar un rato y tomarnos algo antes.

Al llegar al teatro nos fuimos directo a la barra, pedimos unos mezcales para entrar en calor. Maca no salía de mi cabeza, y lo cierto era que, por mucho que lo intentara, no podía sacármela ni a la fuerza. No podía hacerlo. Maldije mi suerte entre dientes.

Me tomé un trago y observé de soslayo a Alejandra, decidida a confesarle lo que, descaradamente, había negado horas antes. Mi mejor amiga se percató de mi intención de querer dirigirme a ella, así que se inclinó un poco hasta que nuestros hombros alcanzaron a rozarse.

—No entiendo por qué me duele tanto que haya cancelado, ¿sabes? —Solté, finalmente, desafiando el nivel de volumen de la música que sonaba en ese momento.

De repente, cuando Aleja abrió la boca para contestar algo, sentí que alguien me cubría los ojos con sus manos. No supe ni cómo, pero era Macarena, era ella.

Ambas nos envolvimos en un abrazo misteriosamente largo y caluroso que me reconfortó. Maca se separó unos pocos centímetros de mí y depositó un tierno beso en mi mejilla. Por el rabillo del ojo me fijé que Alejandra me observaba cómplice, guiñándome un ojo y sonriendo.

—¿Qué haces aquí? —Pregunté, con la sonrisa más grande que tenía, y con el asombro decorando mis facciones también.

Macarena, sin previo aviso, levantó una de sus manos y tomó un mechón de mi cabello para acariciarlo. Su mirada se quedó clavada en ese casual, pero significativo gesto. No era la primera vez que sucedía.

—¿Crees que me iba a perder la oportunidad de conocer a tu mamá? —levantó su vista por un breve instante, y volvió a centrarse en mi cabello mientras sonreía tranquila—. Me las arreglé para llegar a tiempo. Y aquí estoy, contigo.

Mordí el interior de mi mejilla para no sonreír como tonta. Y vaya que quería hacerlo...

—Me alegra mucho que estés aquí. —Admití, porque nada era más cierto que esto, que este momento. Ladeé la cabeza en dirección a Aleja, y procedí a presentarlas—. Ella es Alejandra, la fastidiosa de Alejandra.

Mi amiga rodó los ojos, divertida. Las demás, incluyéndome, nos echamos a reír.

—Maca, es un gusto. —Besó la mejilla de la más alta con confianza—, Bárbara no para de hablar de ti, me tienes celosa.

Volvimos a reír, esta vez con más ganas y yo un poco cohibida. Macarena se acercó a Alejandra, con la actuación juguetona de quien está a punto de contar una especie de secreto, y cuchicheó:

—Oye, pero si es de ti de quien habla todo el tiempo. Además, no te preocupes que la podemos compartir.

—Ay, ridículas —arrugué la nariz mientras me reía junto a ellas, y seguí con mi presentación interrumpida gracias a los chistes—. Mira Maca, ellas son Fabiola y Paloma.

—Mucho gusto, chicas. —Se sonrieron entre sí con evidente agrado, y la mirada de Macarena recayó rápidamente sobre los mezcales que teníamos en la barra—: Veo que ya están tomando, ¿me dan uno?

Mientras Maca se tomaba el primer mezcal de la noche, parecía decidida a no perder de vista mis ojos y a sonreír con total amplitud cada vez que nuestras miradas chocaban sin poder hacer nada para evitarlo. De pronto, me tomó de la mano y me pidió que la llevase junto a mi mamá, porque necesitaba darle las gracias por el bonito gesto que tuvo. Antes de llegar al lugar en el que se encontraba mi madre, nos topamos con mis hermanos, Michael y Mariana, y no desaproveché la oportunidad de presentárselos rápidamente a Maca.

It was real: A love storyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora