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Tic toc, tic toc, tic toc. Un par de cancinas horas habian transcurrido desde que su castigo dió inicio.

Los seis chicos suspiraban y algunos hasta tomaron aciento sobre el suelo debido al cansancio que les corroía en el cuerpo, ¿Lo tenían merecido? Por supuesto. Sólo a ellos se les ocurría tener una conflagración pintoresca en la sala de estudio.

-Uhm... ¿Su amigo está bien?- cuestionó Hongseok al ver como el chino estaba tendido boca abajo en el frio azulejo.

-No lo sé.- El más bajito picoteo a su amigo con un pincel, recibiendo un quejido como señal de vida.- sí, está bien. Pasa que está bastante exahusto.

-¿Y que hay del tuyo?- el pelirrojo se unió señalando al más joven con el mentón. El susodicho se encontraba apoyado sobre el japonés y respirando pesadamente.

-No hay de que preocuparse, pasa que él es todo un dramático.- rió, siendo acompañado por los otros dos en cuestión de segundos.

El ambiente de pronto se tornó divertido, era extraño. Jamás habían entablado una conversación que no llevase el objetivo de ridiculizar a los otros.

Jinho sacó de su mochila un tapercito amarillo de tamaño considerable con dibujos de gudetama, sin duda la mejor compra que había hecho dentro del pasillo infantil. El contenedor guardaba unos panquecitos los cuales tenía pensado comer de camino a casa, sin embargo, parecía que llegaría muchísimo más tarde de lo esperado pues aún existía mucho por limpiar en el lugar.

-¿Alguien apetece?- el bajito levantó el recipiente en señal de convidacion, deseando internamente que nadie gustase. Para su mala suerte tres de los presentes levantaron su mano en señal de respuesta, teniendo que repartir por mitad los panqués pues sólo tenía dos. Su estómago tendría que mantenerse vacío por unas cuantas horas más.

Luego de degustar aquel postre tan dulce el trío de "demonios" entró en pánico. Jinho fué quien se los dió, ¿Y si les había puesto un ácido el cual les derretiría la lengua o un veneno que los haga hincharse hasta explotar? Ese enano era totalmente capaz de hacer eso y mucho más. ¿solución? Escupir su porción de postre.

-hey, se los dí para que los comieran, no para que los escupan en el piso.- habló un muy molesto Jinho. Talvez no era el mejor cocinero, pero estaba seguro de que los pastelillos no estaban para nada mal.

-¡Pero conociéndote podrían tener alguna sustancia radioactiva!- dijo Wooseok al instante.

-En el caso de que estuviesen radioactivos ¿Crees que me los comería?

-Oh. Tienes razón.

-idiotas.- frunció el ceño para después ponerse de pie y tomar el limpiador con la intención de terminar el trabajo que les correspondía. Kino y el tenían como encargo quitar los coloridos rastros de las ventanas y muros, mientras que el resto limpiar el suelo y recoger todo aquello que estuviese regado.

-Yuto, escuché por ahí que te gusta Haneul. ¿Es eso verdad?- preguntó tan de repente el de extravagante cabellera.

-Sí, sólo que aún no eh encontrado la forma de acercarme a ella.- confesó sin rodeos.

-Somos amigos, y talvez podría hablarle bien de ti si me pagas el almuerzo durante todo un mes.- propuso con una enorme sonrisa.

El japonés se mantuvo unos cuantos segundos en silencio, levantando unas latas de pintura y pensando la facilidad para acercarse que le otorgaría esa pequeña ayuda.

-Está bien. Trato hecho.

-Perfecto, sellemos el negocio.- Mencionó Kino posándose frente a Yuto para después extender el brazo. Yuto hizo lo mismo y juntos formaron un apretón de manos.

-¿Qué hay de tí, Jinho?, ¿Alguien por ahí te gusta?- preguntó Wooseok con interés. Demasiado a decir verdad.

-No por el momento. ¿Y a tí?- el bajito preguntó mientras frotaba con fuerza la ventana. Intentando que el trapo dejara el cristal rechinando de limpio.

-Hay alguien, pero no estoy totalmente seguro de si me gusta.

-Espero y logres aclarar tu mente respecto a eso.

A jinho le importa nada en realidad; no era su amigo y mucho menos alguien con quien le gustaría conversar. Pero tendría que pasar un rato más encerrado junto al trío demoníaco, ¿El problema? Estaba obligado a fingir amabilidad hacía ellos. O al menos hasta que los mencionados no buscaran pelea, otra vez.

Por otra parte, Hongseok pudo notar algo que resultaba invisible para el resto de presentes. Un destello en la mirada del gigante. Significaba estar flechado por cupido y Jinho era el afortunado o desafortunado de ser la primera imagen que vió Wooseok durante el flechazo. Pero ¿Cómo alguien culparía al alto? Aquel chiquillo era una bonita pieza de porcelana. Tenía una piel blanquecina, tersa y delicada, tanto que parecía que al más mínimo roce se rompería, sus facciones eran bastante sutiles e incluso un poco afeminadas, pero, esa personalidad tan disgustada, tan indiferente y excesivamente difícil de llevar era lo que volvía loco a Wooseok.

Las chicas, hablemos de las chicas.

Había salido con diversidad de mujeres en lo que llevaba de su vida, pero todas eran tan sumisas de forma igualitaria y ninguna le satisfacía, ni siquiera para tareas nocturnas.

Jinho era diferente.

Con una simple sonrisa podía poner a temblar las largas piernas del cara bonita. Podía pintar de color rosado sus días y más importante; le hacía sentirse aún más hechizado de lo que de por sí ya estaba. Su mente sabía que no tenía oportunidad alguna con él, así que se encontraba en un trance tan fuerte que no lograba pensar las cosas con claridad, o bueno, si que pensaba algo con completa claridad. Ese pensamiento era que quería a Jinho, quería que esos bonitos labios le llamasen "cariño", "amor", "cielo" pero era algo casi imposible. Ese angelito hacía más que evidente su falta de interés hacia el gigante, por lo tanto generaba constantes punzadas en el pecho de Wooseok, y el dolor era masivamente agonizante, tan tortuoso que juraría que prenderse en fuego no dolería ni una cuarta parte en comparación a lo que sentía en su corazón.

No me rendiré. Haré todo lo que tenga a la mano para que sientas algo por mí. Se propuso mentalmente.

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Llegaron las 8:00 pm tan de repente. Ya tenían el salón incluso mejor de lo que estaba en un inicio, orgullosos por su trabajo era como se hayaban los seis presente.

Caminaron por los oscuros pasillos hasta el cuarto de limpieza, poco después pusieron en su lugar todos los elementos de limpieza usados con anterioridad y abandonaron el sitio con sonrisas triunfales.

Limpiar el aula. Listo.

Poner en su lugar limpiadores, trapeadores, trapos, etc. Listo.

Tomaron sus pertenencias, no sin antes haberse asegurado de cerrar bien la puerta. Caminaron directamente hacia la salida y ambos grupos tomaron direcciones opuestas, despidiéndose con un ademán antes.

Los perdedores pensaban tener una tranquila pijamada en casa del pelirrojo.

El trío de demonios aún estaba a tiempo para ponerse una ropa decente y asistir a la fiesta que tanto ansiaban.

Sin duda ambos grupos eran iguales en su totalidad, como también completamente diferentes.

Karma Is A Bitch!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora