— ¡Han pasado dos meses, Byun!, ¿cómo mierda es que has dejado de ser el mejor?.
Su profesor Sang era muy exigente, creía en su potencial ciegamente. Sin embargo lo había defraudado en todo éste tiempo como no lo había hecho nunca, pero... ¿Cómo explicarle al mundo que sus ganas de vivir eran nulas y casi se podría decir que estaba muerto?. Lo sentía así, era consciente de que ya no era el mismo, no se sentía el mismo.
Había pasado casi un mes y medio desde que decidió darle una oportunidad a sus amados, sin embargo éstos se la pasaban revolcándose todas las noches sin falta, o enrollándose en los baños de la universidad, en cualquier rincón cerca de Baekhyun mientras éste fingía no prestarles atención.
Baekhyun estaba roto.
Su vida había perdido la chispa que tenía, el daño en su moral y sus sentimientos estaba calando en sus huesos más rápido de lo que deberían. Por eso sin hablar con su profesor cogió su mochila y sacó de allí una carta sellada para entregarlo hacia su ahora ex profesor.
— Dejo acá mi carta de retiro, profesor Sang, me he dado cuenta de que éste no es mi lugar. No es mi mundo.
El maestro se quedó perplejo, sin embargo antes de que pudiese objetar sobre aquella decisión no pudo, puesto que el chico de ahora cabello casi rubio estaba yéndose sin mirar atrás.
Baekhyun sentía que estaba llorando, casi juraba poder sentir las lágrimas mojar sus mejillas. Pero aquello solo lo pensaba él, puesto que sus compañeros de universidad o ajenos a su entorno social cercano solo le miraban con miedo; sabían que Byun ya no era el mismo, su rostro sin ninguna expresión y su mirada perdida les daba escalofrío y se alejaban cada que él pasaba.
Y sinceramente ya le importaba una mierda.
Saliendo de aquel lugar enorme y muy bien reconocido Baek se mantuvo de pie del otro lado de la calle, observando hacia los enormes y preciosos edificios alzarse por doquier en aquel terreno inmenso. Ya no tenía más que hacer allí.
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Estaba unos cincuenta metros alejado del muchacho, lo observaba con atención mientras sus nudillos se apretaban con fuerza al volante; ¿Qué le habían hecho a su precioso ángel?, éste que ahora miraba de manera distante y fría hacia el frente no era la persona que él había dejado cuando tuvo que marchar a negociar su futuro. ¡Estaba explotando de coraje!.
Pero también de dolor; él había podido contar con los dedos de una de sus manos las veces que había llorado desde que había madurado a sus doce años, cuando juró proteger con su vida a su chico ángel, el que había ganado su corazón a pulso con cada cosa. Sin embargo, cuatro años después desde que su madre marchó, estaba ahí, sintiendo como algunas traicioneras lágrimas salían y se resbalaban por sus mejillas mientras miraba tanto dolor convertido en nada.
Baekhyun era nada ahora.
Y le dolía.
Pero ya estaba hecho, todo estaba preparado para empezar a destruir todo aquello que hacía daño a Baekhyun. Nadie, nunca más iba a poder volver a lastimarlo, nunca. Lo juraba por su nombre completo, por la sangre que recorría sus venas, por el amor que le daba sentido a su vida.
Oh Sehun iba a acabar con el pequeño diablo Byun y con el demonio disfrazado de Kim, ellos dos ahora estaban cavando su propia tumba y no lo sabían, ellos estaban cogiendo el anzuelo tan fácilmente debido a que el placer que ambos disfrutaban los cegaba.
Era un punto a su favor.
Pero dejando de lado aquellos planes, se vió bajando de su auto con toda la paciencia del mundo, dirigiéndose entonces casi en silencio hasta alcanzar la espalda de Baekhyun y así poderlo abrazar por atrás con fuerza, sintiendo como su precioso ángel temblaba ante su toque y se dejaba manejar por él tan obedientemente que no le costó absolutamente nada el girarle y observar aquellos ojos que ahora parecían mirarle con súplica, porque sabía que aunque Byun no hablase estaba consciente de que con una mirada su persona podría entender toda la historia que escondía. Y lo hizo, nunca pensó que dolería tanto ver en sus ojos tanto sufrimiento y angustia, jamás imaginó que cuando Baekhyun elevara sus manos para sujetar sus mejillas sintiera tanto frío, o que cuando sus labios se unieran en un pequeño beso le arrancaría lo último que quedaba de vida a su pequeño ángel y lo guardó para sí mismo, lo guardó hasta que su niño precioso se desvaneció entre sus brazos y le tuviera que cargar hasta su auto para llevarlo al hospital.
Sehun ahora podía entenderlo todo, lo comprendía todo. Porque ahora se sentía igual que su ángel; muerto en vida.
El trayecto no fue largo, pues se había encargado de conducir más rápido de lo que podía permitirse según la ley, pero si Baekhyun estaba mal no podía hacer más que apresurarse. Él no deseaba perderlo.
Luego de haber llegado fue un poco complicado, pues al parecer buscaban con urgencia a un doctor en específico para la atención de su chico y en ningún momento fue informado de nada hasta que tres horas después Baekhyun había despertado y lo había llamado para verlo. Su corazón palpitó en alegría cuando entró en la habitación y lo vió sonreír tal cual siempre lo había hecho cuando cometía alguna travesura con sus juguetes.
— Lo siento, Hun, el doctor dice que estoy muy estresado.
Él le sonrió sin más y se acercó a la camilla para tomar su mano con suavidad y sentarse a su lado, de esa manera pudo acercarse a él y unir sus frentes en un contacto simple que significaba mucho para ambos pues desde que eran pequeños aquello había sido su mejor arma contra los problemas que sucedían entre sus familias.
— Está bien, mi pequeño Byun. Tu Ranger rojo ha venido a salvarte.
Dijo en tono burlón, pues recordaba el amor que Baek le había tomado a su interpretación de Ranger en la escuela, cuando apenas eran unos niños. La respuesta de su amado fue un sutil sonrojo que le alegró el alma entera y lo obligó a deslizar su mano libre por una de sus mejillas hasta que su niño elevó la mirada hacia él con vergüenza.
— Necesito que pierdas la memoria, en verdad.
— Para ello, deberías matarme, Baekhyun. Yo nunca te olvidaría.
Eso fue lo último que Baekhyun necesitó para poder acercar sus rostros con cautela, y que Dios lo perdonara por hacer lo mismo que hacían su novio y su hermano, pero que Sehun le tratara como un rey cuando más apoyo necesitaba era algo a lo que ningún ser humano podría resistirse, y lo sabía, él ya no podía resistirse a Sehun, era hora de dar un paso más.
El encuentro de sus labios fue sutil, pero jodidamente poderoso, ellos bailaron juntos paso a paso, comiéndose la boca como si no hubiese un mañana, como si las cosas no estuviesen suficientemente mal para con sus vidas, cada uno con un problema diferente pero encontrándose a salvo en los brazos del otro. Al carajo con Kim y con el otro Byun. Oh Sehun lo tenía ahora y en sus brazos estaba a salvo o al menos así lo sentía, porque sabía que Sehun era la única persona en el mundo que jamás le fallaría.
Pero estando ahí, ambos tan conectados y necesitados, olvidaron por completo el mal que detrás de las puertas habitaba justo como en ese momento; pues las visitas eran inesperadas y la rabia que de su dulce y puro acto podría provocar en un ser malvado era un tanto peligrosa.
El chico de capucha estaba sujetando el pomo de aquella puerta con fuerza mientras juraba eterna venganza por algo tan sucio. Él jamás iba a perdonar a Baekhyun por semejante traición, sin embargo aún no era el momento de hacerlo, por ello guardando su arma dejó de observar y se dirigió a grandes zancadas hasta la salida del hospital. Huyendo de aquella realidad que juraba iban a pagar los individuos que llevaban a cabo dichos hechos, pues él no era un maldito juguete de nadie, él era el único dueño y señor de Byun Baekhyun y eso se lo iba a dejar claro a cualquier imbécil que quisiera tomar su lugar.
Haciendo chillar las llantas de su auto sobre el pavimento salió disparado a su guarida, pues ya era hora de empezar a mover sus piezas y se aseguraría de hacer el primer movimiento esa misma noche.
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•| Little Lie |• [ KaiBaekSoo ]
Random"Un ángel los salvó, un ángel los educó, un ángel los unió, un ángel los amó y a ese ángel le rompieron sus alas cuando él necesitaba salvación."