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                            ¿Porqué nunca dejaba de llover?

Estaba tan oscuro ahí fuera, tan frío, tan solitario. Baekhyun sin embargo no se había dado cuenta de la hora, ni de cuánto tiempo había tardado en derramar hasta la última de sus lágrimas que necesitaba; se sentía vacío.

Pero ya era suficiente, ya no más de sentirse triste. Despacio, como una tarántula vigilando a su presa y acercándose a su vez, Baekhyun se colocó de pie con la ayuda del tronco de aquel árbol en el que había respaldado su cuerpo y suspiró pesadamente, viendo sus ropas se dijo que debía ir a casa ya y tomar un baño. Así que eso hizo, emprender camino hacia su dulce, perfecto, y tranquilo hogar; en una total calma que cualquiera pensaría que era uno de esos jóvenes que salía a disfrutar de la lluvia, já, si supiesen todo lo que pasaba en su interior. Pero la vida a veces es una hija de perra y te lastima, te jode cada gramo de felicidad que te regala y por ello justo ahora ya estaba bastante cansado de seguir así, si la vida quería joderlo, ¡bien!, no era la única que tomaría lo que le diesen.

Pocos minutos después estaba en casa, sus pasos eran firmes a pesar de todo. Justo en la puerta estaba un muchacho recargado en el lustrado mármol, observándolo casi con interés, pero estaba harto de todo y cansado también, por ello no se dejaría intimidar y mantuvo su mirada en la ajena hasta pisar el último escalón y dar unos pasos hasta quedar a unos pocos centímetros.

— Tardaste.

— No lo creo, Baekhyun. Siempre fui más rápido.

Tras decir aquello, el muchacho se giró y abrió la puerta con las llaves que le había otorgado hacía años, dejándole ver su cabellera negra, una estatura bastante agradable comparado a su tamaño, un cuerpo de dios griego, y un trasero que estaba para morirse. Lindo.

— ¿Y ahora porqué has venido?

Inquirió mientras entraba el más bajito de los dos, mostrando o más bien fingiendo su disgusto.

— He venido a visitar a mi mejor amigo.

— ¿Todavía aplica?

Bien, su ánimo estaba de la verga, pero no era culpa del pelinegro, así que Baekhyun se tiró al sofá y acarició su sien con sus largos y delicados dedos.

— Perdón. —Suspiró sintiendo que su pecho volvía a doler, todo le recordaba a la situación que afrontaba en esos momentos.— Estoy estresado, Sehun.

— Lo sé.

El más alto se sentó al lado del chico y lo abrazó suavemente, ocultando su rostro en los cabellos del mayor de ambos y disfrutó de su fragancia, aún cuando se encontraba empapado.

— Debes tomar una ducha y secarte, mojas el sofá.

— No quiero caminar.

— Nadie dijo que lo harías.

Rió el pelinegro y enseguida lo cargó como a un bebé, sabiendo perfectamente el camino que debía tomar hasta la habitación del que ahora reposaba sobre sus brazos y se aferraba a su ropa con suavidad. Hace muchos años no le veía o intentaba acercarse al mayor, puesto que las órdenes siempre habían sido vigilar de lejos; aún no sabía en totalidad la razón por la que le fue pedido el entrar de nuevo a la vida del mayor de los Byun, de hecho el único hijo que conocía de verdadero rastro sanguíneo. El otro era uno cualquiera en la historia para Sehun, de hecho, si no fuese por Baekhyun, desearía haberlo colgado ya de algún puente en New York, pero lastimosamente el corazón del pequeño demonio era tan noble y cálido que dudaba que algún día él llegase a hacerle algo, al menos no después de lo que había descubierto. Sehun llamaba a eso ser estúpido, pero era Baekhyun, así que lo dejaba en nobleza torpe.

•| Little Lie |• [ KaiBaekSoo ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora