Capítulo 46: El baile no es el final

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Había un silencio sumamente incómodo, de esos que hacen sentir que la sangre decidió hacer una fiesta pagana en tus mejillas, con Baco como anfitrión. Por un lado, los señores Johnson, procurando mostrar una expresión sumamente seria y de desaprobación; por el otro, Pearl demostrando sincero arrepentimiento, al lado de James, cuya expresión de indiferencia ante la situación era casi exasperante.
—¿Y bien...? ¿Tienen algo que decir? —dijo el señor Johnson.
—Sí. No consideré que su hija se atrevería a seguirme sin avisar, y que intentaría regresar a casa sin ayuda, para luego perderse—respondió James —, aún así, me comprometo a procurar que un incidente similar no vuelva a ocurrir, además de ofrecer las disculpas correspondientes.
—¿Y Pearl...? —Añadió la señora Johnson.
—También me disculpo, mamá. Fue imprudente e inmaduro... No volverá a ocurrir.
—Me parece bien —dijo la madre, muy seria —, porque, más allá de las buenas intenciones de James por ayudar, tú debes valerte por tu cuenta. Te pudo ocurrir cualquier tipo de desgracia. ¡Y nosotros sin saber de ti!
—Lo sé, mamá. De verdad lo lamento...
—De no haberte encontrado James, seríamos nosotros quienes lo lamentaríamos, Pearl. Deberías pensar en eso.
—En un principio, tu castigo iba a ser no ir al baile —dijo el señor Johnson —, pero ya que James se ha tomado varias molestias con los detalles para este día, sería desconsiderado de nuestra parte. Así que, en cuanto vuelvas, estarás un mes castigada sin acceso a la computadora, sin poder salir y sin llamadas. Ni a James ni a tus amigas. ¿Entendido?
—¡Pero, papá...!
—¿¡Entendido!?
—Sí...
—Vayan entonces, tu mamá los llevará en el auto. Y no esperes que te levantemos el castigo por buen comportamiento.
—Acerca del transporte... —dijo James —Me tomé el atrevimiento de conseguir una limusina rentada, para que la señora Johnson nos pueda acompañar mientras disfruta del trayecto. Debe de estar por llegar justo ahora.
El sonido del claxon se escuchó fuera de la casa en ese momento. Los padres de Pearl se dieron una mirada rápida, de esas que pueden leer los pensamientos de la otra persona, para luego mostrar su aceptación a lo que el chico había dicho.
—¿Y rentar un chófer no es algo costoso aquí? —dijo el señor Johnson.
—Conozco personas que me deben favores —respondió James —, y esta era una excelente oportunidad para usarlos.
—Vayan, enseguida los alcanzo —dijo la madre de Pearl, quien se dirigió a su habitación. Ambos chicos salieron, uno al lado del otro, con la chica queriendo fulminar con la mirada a James.
—¿Cuándo me ibas a decir que le ibas a alterar los recuerdos a mis padres? —dijo Pearl.
—Supuse que tu capacidad de análisis te permitiría deducir lo que había hecho —respondió James, mientras se acomodaba el peinado con la mano, de manera muy cuidadosa —, pero si no es así, te informo que alteré la memoria de tus padres.
—No te hagas el bromista, tuve que inventar toda una historia que hasta para mí era ridícula, para que, luego de que llamaran a los policías y avisen que me habían encontrado, por arte de magia hicieran como si nada hubiese ocurrido.
—Esa era la idea.
—¡Terminé diciéndoles que había estado perdida cuando ya ellos no lo recordaban! ¡Si me hubieras avisado no habría dicho nada y no estaría un mes castigada!
—No me puedo responsabilizar por tus acciones, Pearl. Me obligaste a eso.
—¡Claro que no!
—No te callabas, y necesitaba irme en ese momento. Habían asuntos urgentes que debía atender.
—Huiste como una rata... ¡Me pusiste una trampa para poder huir!¡Fue lo más bajo que pudiste hacer en ese momento!
—Siguiendo tu analogía, puedo decir que fui una rata con un muy buen plan.
—Una más de tus bromas y prometo que te haré la vida imposible desde ahora, James.
—No entiendo... ¿Entonces lo de retenerme en tu habitación fue una especie de período de prueba?
—Te lo buscaste... —Pearl le dio un golpe rápido con el codo en las costillas a James, aprovechando que estaban agarrados de los brazos. Un chispazo rosa centelleó con el golpe, y luego James estaba tirado en el pasto sin poder respirar.
—¡Pearl! —Su madre les estaba dando el alcance —¡¿Qué pasó?! ¡Pide una ambulancia! —le dijo a su esposo.
James, tirado en el suelo, daba bocanadas sin poder absorber aire, y su expresión inmutable había desaparecido. Unos segundos más, y el chico pudo recomponerse, dando un suspiro largo hasta ponerse de pie.
—No se preocupe, solo fue un espontáneo cuadro de asfixia... Nada grave, se lo aseguro.
—¿Estás seguro?¿Es... Normal que te ocurra eso?
—Podría decirse que... estar cerca de su hija me quita el aliento. Entremos a la limusina, por favor.
Pearl se había quedado inmóvil. El susto la había paralizado y trató de calmarse para poder seguir a James. Tal vez, de no haber vivido todo lo anterior, hubiera tenido una crisis y seguiría en shock, pero ya esto se volvía poco a poco en algo ordinario al estar cerca de James.
Minutos después, Pearl y James entraban al área del colegio reservada para el baile, seguidos de la señora Johnson. El ambiente no era tan agradable, aunque la música era ligera, con la típica situación en la que chicos y chicas se separaban en bandos y no se acercaban entre ellos. La fiesta solo se diferenciaba de un velorio porque había un sujeto que pasaba los cuarenta años vestido para aparentar ser joven, y más decepcionante aún, intentando parecer un DJ profesional cuando lo único que hacía era apretar el botón para la siguiente canción. Todo indicaba que la diversión se hacía notar por su ausencia. Pearl vio el lugar, y mostró una expresión de decepción que fue percibida por James.
—Por favor, pónganse cómodas —dijo James, elevando un poco el volumen de su voz —, vuelvo enseguida.
La señora Johnson le hizo una mueca a su hija, intentando saber a dónde se iba el chico, para luego entender que ella tampoco sabía, así que solo se quedaron viendo cómo James se dirigía al supuesto DJ. Él iba encendiendo sus ojos de azul, haciendo que, a su paso, todos los presentes también tuvieran un destello del mismo color en sus miradas. Al llegar donde el sujeto que se encargaba de la música, James sacó un cederrón de entre los que habían apilados y se lo entregó, mientras los ojos del DJ también caían bajo el mismo sutil destello. Segundos después, el salón se llenaba de canciones de una película cuya trama estaba repleta de musicales empalagosos. Todos se juntaron a bailar al ritmo de la música, y en segundos la fiesta empezó de verdad.
—Vamos —le dijo James a la chica en cuanto llegó frente a ella.
—Me da vergüenza bailar... No sé cómo hacerlo —respondió Pearl.
—Yo no quiero bailar, eso no es lo que te estoy pidiendo. Necesitamos hablar.
—Oh... Vale —Pearl le hizo unas señas a su mamá para avisarle que iba a estar con James. En respuesta, su madre le hizo la seña de que tendría los ojos puestos en ambos.
Varios minutos después, James le había explicado lo necesario a la chica para que entendiera la situación.
—Entonces... Soy tu guardián... —dijo Pearl.
—Eso es correcto —dijo James.
—Y eso significa protegerte de los enemigos que te buscan y quieren obtener tu poder.
—Parece que lo vas entendiendo.
—Me vas a enseñar a manejar el poder que voy a obtener para desempeñar esta "importante" misión.
—Es mi deber, dadas las circunstancias.
—Además, eres vulnerable a mí, como garantía de que no me harás daño.
—No lo considero necesario, pero es una muestra de confianza. La energía rosa es la fuerza ancestral que toda guardián porta desde su nacimiento, permite dar órdenes que estoy obligado a obedecer, siempre que se cumplan ciertas reglas.
—Todo esto suena muy... difícil de creer. Al menos, antes de verte esa noche. —La mirada de Pearl cambió, al recordar cómo aquel chico se había convertido en una bestia abominable.
—Esa criatura que viste... No era yo. Pero te contaré de eso más adelante, lo prometo.
—Pero James, hay muchos problemas en esto. Mis padres y yo nos vamos a mudar, y no sé cómo vamos a hacer todo esto que me dices si vamos a estar lejos.
—Te vas a mudar a Los Olivos, mi madre y yo también. Y supuse que se te haría más fácil el cambio si convencía a los padres de tus amigas en mudarse también. Aunque modificar sus pensamientos no es lo que yo llamaría convencer.
—¿¡Que hiciste, qué!? —dijo Pearl, gritando y haciendo voltear a algunas parejas que la escucharon entre el ruido de la música.
—No debes reaccionar así. Les proporcioné los medios para poder mudarse sin problemas, así que no tendrán dificultades con eso. Por cierto, tus amigas acaban de llegar al baile. Gira a tu izquierda y las podrás ver ingresar. Imagino que querrás hablar con ellas, te quieren contar acerca de su mudanza.
—No te vas a escapar de esto, James Silver. No puedes ir haciendo eso en la mente de las personas. Pero... te agradezco por mantener a mis amigas cerca a mí. —Pearl abrazó al chico y se fue a encontrar con ellas, que dieron grititos de alegría y emoción en cuanto la vieron acercarse.
James se acercó a la madre de Pearl, quien no dejaba de mirar a su hija y se sorprendió al notar al chico frente a ella.
—Señora Johnson, lamento esto, pero debo retirarme del baile.
—¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Sigues con esa asfixia extraña? —respondió ella.
—Sí, yo estoy bien. Pero tengo algunas diligencias que no pueden esperar y tampoco puedo hablar mucho al respecto. Agradecería que le haga llegar mis disculpas a Pearl, ella está ocupada con sus amigas.
—Eh... Sí, no te preocupes. Aunque tal vez se sienta triste por eso.
—Estoy seguro de que lo va a entender, ella ya me conoce un poco. Hasta luego, y disfrute de la fiesta. La limusina las va a esperar hasta que decidan retirarse, así que no se preocupe por el transporte. —Dicho esto, James se alejó con su característico paso militar por entre los estudiantes que bailaban y reían.
Un poco más tarde esa noche, James ya estaba en su habitación, alistando su nueva vestimenta para hacer sus rondas nocturnas. Era similar a la anterior, aunque con algunos cambios sutiles en su diseño. Intentó encender su computadora, pero solo obtenía las típicas letras blancas en fondo negro, indicando que la memoria RAM era insuficiente, seguidas de un texto ininteligible. Al parecer, el programa que estaba desarrollando iba a tener que esperar un poco más.
Tenía todo listo para salir, pero debía atender algo más antes de dejar la casa. Sacó una caja de varias divisiones, que estaba debajo de su cama, y que era de tal tamaño, que ocupaba casi la mitad de toda la cama. Se componía de varios compartimentos, los cuales se abrían con llaves y movimientos de piezas deslizables para dificultar el acceso al contenido. James abrió los tres compartimentos más grandes, y éstos estaban llenos de billetes completamente ordenados, y encima de cada pila de billetes había una etiqueta, que llevaban algo escrito. "Mi dinero", "Dinero de Ricardo", "Dinero del banco"; llevaba escrita cada etiqueta, y de la primera pila James retiró dos pequeños fajos de billetes. Guardó todo lo demás y salió de la habitación, rumbo al comedor. Escribió una nota para su madre y la dejó, junto al fajo de dinero, sobre la mesa. Estaba acercándose a la puerta, cuando escuchó que alguien la intentaba abrir desde afuera. Tenía la sospecha de saber quién era, así que intentó salir rápidamente por la ventana. Infortunadamente, los hechizos de protección que él había puesto dentro de la casa también impedían que él pudiese teletransportarse, pero solo necesitaba tener la ventana abierta para poder irse, solo poner por lo menos una pequeña parte de él afuera para desvanecerse en energía naranja.
Y al final, lo logró. Tenía ya todo el pie afuera, ya era libre.
Pero el intruso ya estaba dentro, y dijo algo que no le permitió moverse más.
—Quieto ahí, jovencito —dijo Rose White —¿A dónde vas tan tarde? Ya van a dar la una de la madrugada.
—Estoy saliendo... a la calle —Los ojos de James tenían el brillo rosa, por lo que su única opción era obedecer a su madre, a pesar de su intento por resistir —Necesito hacer algunas diligencias.
—¿Por qué tan tarde?
—Es el horario que tengo...
—¿Horario...? ¿Cuál horario? ¿Y eso en la mesa? —La señora White avanzó hasta llegar a la nota escrita por James y la leyó. Luego de unos segundos, giró a ver a su hijo, confundida —¿James... Y este dinero?¿Me puedes explicar qué significa esto?
—Son para los gastos del mes. Y también para el alquiler, ya llevas tres meses pendientes de pago. Creo que fui muy explícito en la nota que te estaba dejando.
—Quiero que me digas de dónde conseguiste este dinero... Ahora —La madre de James no necesitaba fruncir demasiado el ceño para mostrar la intensidad de su enojo, que iba creciendo como un volcán en erupción. Su mirada era casi tan penetrante como la de su hijo, excepto por el color de sus ojos, que eran como avellanas.
—Trabajo desde hace unos meses... Limpiando la ciudad. De lo que he ganado pude juntar para poder apoyarte con los pagos —James seguía sin moverse del marco de la ventana.
Antes de saber qué había ocurrido, el chico ya estaba dentro de la casa, pegado a la pared y con la mano de su madre rodeando su cuello, teniendo sus pies a unos centímetros por encima del piso. Un imperceptible brillo rosa cubría la zona de contacto entre la mano y su cuello.
—Siento que no me estás diciendo toda la verdad —La mirada de Rose escudriñaba cada detalle en el rostro de su hijo, buscando la información que sentía que le estaba ocultando —Así que dime, ¿por qué mi hijo está trabajando y me lo ha estado ocultando?
—Porque... Sospechaba que tu reacción sería esta... Haz dejado muy claro que tú no quieres que yo trabaje, pero tú sola no puedes con esta responsabilidad. Y lo sabes... —La respiración de James era cada vez más irregular por la presión que ejercía Rose en su cuello —¿Ya me puedes soltar?
Los pies del muchacho tocaron el suelo al instante siguiente de haber dicho eso, dándole oportunidad para recuperar el aliento.
—Tienes razón, no estoy de acuerdo en que sigas trabajando, pero algo me dice que lo harás de todas maneras, así que solo te diré que dejes ese trabajo y pienses en otras opciones. De verdad no entiendo quién le ofrece trabajo a un menor de edad...
—Ya no soy un niño, mamá. Necesito el dinero, y necesitas ayuda. Solo será hasta que estemos bien de nuevo.
—Me vas a dar todos los detalles de tu trabajo o te olvidas de todo.
—Lo siento, pero no diré nada. Ya te dije lo suficiente y agradecería que empieces a respetar mi privacidad.
—La última vez que "respeté tu privacidad", trajiste a una chica a tu habitación. No creo que la privacidad sea un privilegio que yo pueda darte en exceso. Y que tu trabajo sea pasada la medianoche tampoco me da suficiente seguridad para dejarte salir. La delincuencia está aumentando.
—Tienes razón en lo que dices, lo acepto. Pero es porque la delincuencia está aumentando que debemos mudarnos, y no lo lograremos si no me permites trabajar. Impedir que salga ahora es condenarnos a estar un año más aquí. La delincuencia no tiene horarios y ambos estaremos expuestos a ella si no nos vamos cuanto antes.
—Esa decisión no te concierne, el adulto aquí soy yo.
—Eso solo significa que la culpa recaerá únicamente en ti cuando te des cuenta que tengo razón. Pero eso ya lo sabes, solo quieres decidir lo opuesto a lo que pienso para no aceptar que la tengo.
—No vas a obtener mi permiso con esa actitud, James.
—No tienes manera de obligarme a dejar de trabajar. Tendré siempre alguna alternativa y es porque soy tan obstinado como tú. Solo estoy esperando a que lo aceptes.
—Si sales ahora, te voy a esperar hasta que regreses. Y estarás castigado un mes.
—Cuento con eso. No voy a demorar.
—Eso espero. Pero, por favor, usa la puerta.
—Hasta luego, mamá. Por cierto, ya empecé a empacar, sería bueno que empieces tú también. — Después de decir eso, James se lanzó por la ventana. Su madre salió a verlo, pero él ya estaba dando la vuelta a la esquina de la calle. Ya estando fuera de la vista de su progenitora, aceleró cubierto de energía amarilla.
Yendo a toda velocidad por entre las calles, pudo ver restos de un diario que volaban con el viento, y una noticia llamó su atención. Gracias a su habilidad para ver detalles pudo ver el titular que anunciaba a un nuevo alcalde en el Callao. Habían demasiadas palabras vacías, nada relevante, solo un apellido. Un único apellido que conectaba a aquel sujeto con Helena Sullca, la dueña de "Luceris". Aquel nuevo alcalde era hermano de esa mujer, y su mensaje era "tiempos de paz vendrán pronto para todos, es momento del gran cambio". Obviando el hecho de que se acreditaba la reducción de delincuencia de los últimos meses, eso era demasiado sospechoso. Intentó atar los cabos sueltos, cuando una ráfaga de luz cegadora pasó por su izquierda y lo rebasó hasta ponerse frente a él a unos cuantos metros de distancia.
Era Jazzmhael.
—Ya no eres el mismo desde la última vez que nos vimos, Lumox —El ángel observaba con atención al muchacho —y no estoy seguro de poder seguir llamándote así.
—Te dije desde el inicio que me llames James, así que empieza a dirigirte a mí de esa manera.
—Tu poder se ha reducido, veo que disminuye y, aunque de manera desmesuradamente lenta, es constante.
—No necesito que señales obviedades, estoy al tanto de eso.
—Lo digo porque, tal como lo veo, ya no eres quien eras, así que tu identidad es otra para mí.
—Mejor dime a qué has venido, porque tengo que acabar cuanto antes con mis asuntos y me estás quitando tiempo.
—Me ordenaron que te informe el estado de Abbatarion. Pero ahora no puedo. No eres Lumox.
—Jazzmhael, sí puedes decirme, aunque no estoy interesado de todas maneras.
—Lo siento, pero no lo haré. El otro asunto, que no estoy muy seguro de si te concierne, pero me siento con el deber moral a informarte, es que hace unos días, la realidad se vio afectada por una singularidad que no hemos podido identificar. Una liberación de energía inconmensurable que nos trasladó a una línea dimensional secundaria, algo que no debió ocurrir, algo que nos tiene trabajando en una solución que, hasta ahora, no somos capaces de encontrar.
—Acerca de eso... Fui yo.
—No pensé que me podrías seguir sorprendiendo, en especial ahora que estás débil. Pero parece que cuando se trata de ti, soy propenso a errar.
—No soy tu psicólogo celestial, Jazzmhael. Volvamos a los temas prioritarios.
—Primero necesito que expliques si estás involucrado en ese incidente.
—¿Acaso no escuchaste lo que dije? Fui yo quien provocó esa liberación de energía. Si es que se puede llamar de esa manera. —dijo James.
—¿Eres el único responsable? Necesito detalles de lo ocurrido. —dijo Jazzmhael.
—Recibí un proyectil que atravesó mi cráneo. Era de un material al que, parece, soy vulnerable. Eso provocó que un poco de energía oscura escape de mi interior. Casi muero, pude sobrevivir gracias a mi guardián. Lumox se fue, solo quedamos los siete aquí dentro. Si hacemos todo bien, la energía oscura no debería volver a salir.
—¿Cambiaste la dirección de la línea temporal de toda esta dimensión solo porque se te escapó un poco de energía oscura? ¿Te das cuenta de que nos has puesto en dirección hacia una calamidad de proporciones inconmensurables?
—Qué bueno que ya estén informados de lo que está aconteciendo —Una voz llenó el ambiente, a la vez que todo se enfriaba y se escuchaba a alguien gritar a lo lejos —, me han ahorrado mucho tiempo.
Era la muerte.
—¡Abb-Ujaria! —Exclamó Jazzmhael, en una mezcla de sorpresa y miedo, mientras se ponía en posición de ataque y una armadura de luz aparecía sobre su cuerpo —Tu presencia no debería ser visible en este plano dimensional.
—No me insultes con ese nombre, ángel de baja categoría. No necesito darte explicaciones, pero sí te voy a pedir que te retires. O mejor dicho, te voy a retirar —Y con un movimiento de mano, como quien espanta una mosca, lo hizo desaparecer en un estallido de brillantina azul.
—Eso no era necesario —dijo James.
—Solo lo regresé a su posición en el plano superior, dejarlo aquí era innecesario. Ahora, a lo que vine —Con otro movimiento de mano, dejó suspendido en el aire a James, mientras la forma de una mano apretando el cuello del muchacho aparecía lentamente —Te advertí que esto iba a acabar mal, y decidiste hacer caso omiso. —Su voz espectral atravesaba el cuerpo como dagas heladas que llegaban hasta la médula —Debería llevarte conmigo y hacerte padecer cada tortura existente en tu recipiente humano, hasta que me supliques misericordia, hasta que me pidas que te elimine y te envíe directo a la inexistencia absoluta. Pero no haré eso.—La muerte lo acercó hasta tenerlo a unos cuantos centímetros enfrente —Estoy más que seguro de algo, y es que el tiempo te hará sufrir más de lo que yo puedo provocar, sin que eso me exija esfuerzo alguno. Además, veo que Lumox te ha abandonado, por lo que tu castigo será aún más doloroso. Supongo que este escenario sería placentero, si fuese capaz de sentir placer.
—Ser ahorcado de manera tan frecuente no es algo a lo que esté acostumbrado, pero supongo que disculparme no cambiará el resultado de este encuentro —dijo James.
—Regresaré por ti pronto, James Silver, y no espero que vayas a aceptar venir conmigo, pero te llevaré a como dé lugar.
—No sé cuándo vuelvas, pero pretendo solucionar mi error de la mejor manera —dijo James, ya perdiendo la voz por la falta de oxígeno.
—Dudo de tu capacidad. Teniendo el poder de Lumox no fuiste capaz de algo tan sencillo como mantener el flujo de eventos, y eres tan arrogante de creer que vas a poder solucionar este desastre con menos de la mitad tu poder. De verdad te has convertido en un ser patético.
Habiendo dicho esto, se esfumó, dejando caer a James y regresando el ambiente a su normalidad, al mismo tiempo, una ambulancia pasó cerca.

Entre los escombros de la fábrica donde la oscuridad fue liberada, Tosk'r se deslizaba, buscando con nerviosismo. Su cuerpo lleno de protuberancias abultadas, parecidas a tumores sobresalientes, le daban la apariencia de ser una especie de sapo humanoide con zonas de piel curtidas y verrugas que adornaban algunas manchas de manera aleatoria. Los harapos, que apenas cubrían lo necesario de su torso, mostraban un nivel de suciedad nauseabundo que provocaban el ardor en nariz y ojos, junto a fuertes arcadas, de quien estuviera cerca. De verdad era algo aborrecible.
El despojo de carne con extremidades levantaba con dificultad cada pedazo de concreto que fuese más grande que un balón de baloncesto, revisaba con desesperación y jadeos, hasta terminar babeando por todos lados.
Si no encontraba aquel arma capaz de eliminar a Lumox, su amo iba a enviarlo a su salón de tortura de nuevo, tal vez por más tiempo que la ocasión anterior. De solo recordar, las cicatrices le dolían, como si fuesen heridas frescas. Después de muchos intentos, logró encontrar el arco de origen elfico, lo sostuvo con ambas manos y resbaló entre el escombro, hasta ser aplastado. Pero su dicha era mayor que su dolor, se levantó como pudo y empezó a saltar de emoción, ya que el arma iba a volver al amo de Tosk'r. La alianza con Abbatarion parecía prometedora, pero nadie esperaba que Lumox tuviera ayuda de un "mezclado" en un momento tan conveniente. A pesar del plan de contingencia, el recipiente humano parecía tener siempre un as bajo la manga. Tosk'r no sabía que planes tenía su amo para el futuro venidero, pero estaba seguro de que era algo bueno, de lo contrario él ya estaría muerto por haber fallado en su misión. Con un chasquido de dedos, un portal oscuro apareció y se acercó al asqueroso ser, cubriendo su cuerpo y desvaneciéndose al mismo tiempo.

James ya había avanzado en su trabajo "limpiando la ciudad". Solo necesitaba ir a un último destino antes de regresar a casa, pero un auto lujoso, que llegó a toda velocidad, bloqueó su camino. La ventana de vidrio opaco se deslizó suavemente, con el ruido del motor de fondo.
—¿A qué has venido ahora, y cómo me encontraste? —le dijo James a su padre, que estaba sentado y bebiendo algún tipo de licor costoso.
—Te responderé lo último primero —dijo Brandom, con la arrogancia habitual —; no eres fácil de encontrar, pero tengo contactos que me sirven. Con respecto a la primera pregunta, solo quería ver tu expresión al saber que "el gran cambio", ya empezó.
—Sus planes van a fracasar, solo es cuestión de tiempo —dijo James.
—¿Crees que vas a poder detener esto, niñato? —dijo Brandom.
—Voy a detenerlos, es un hecho, no depende de mis creencias —dijo James.
—No voy a perder más tiempo contigo discutiendo, cumplí mis órdenes, así que ya no hay nada que hacer aquí. Pero en la próxima ocasión, me complacerá verte a los ojos, mientras te das cuenta, ya muy tarde, de que tu derrota ya estaba dictaminada desde este momento —dijo Brandom.
—Hablas mucho, considerando que ya tienes permiso de irte —dijo James.
—Adiós... —dijo Brandom, frunciendo los labios en un intento de controlar su enojo provocado por el muchacho.
Mientras el auto se alejaba, James estaba inmóvil, a la vez que pensaba en la situación. Estar sin Lumox era un evento sin precedentes, y no había libro mágico o conocimiento en el universo capaz de ayudarlo a resolver este colosal problema.
—Esta vez, la incertidumbre es quien pondrá los obstáculos en nuestro camino —dijo James al viento, en voz alta —, pero ni siquiera eso me va a impedir hacer que todos paguen las consecuencias de sus actos. Esto recién empieza, y quien lo termine, seré yo.
Habiendo dicho esto, continuó caminando entre las oscuras calles del Callao, mientras todas las criaturas de luz y sombras se trasladaban de un lugar a otro en grupos tan variados como estrellas en el firmamento.
La historia de James Silver será distinta a todas las vidas anteriores que tuvo Lumox en el pasado, no sólo por la ausencia del mismo, sino porque Justill ahora deberá tomar decisiones descabelladas que lo llevarán a una alternativa nunca antes considerada en su milenaria misión.
Usar las emociones.

*Continúa en: SoulSilver: Corazón Etéreo*

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