Capítulo 42: Por ti

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La situación indicaba que el final de todo estaba cerca...

Miguel lanzó al suelo a James, y el impacto hizo temblar la tierra varios kilómetros a la redonda. El chico, cuyos ojos ahora le eran más un estorbo que una herramienta, trató de no utilizar la vista para percibir a Miguel. No dio resultado. La presencia de Miguel seguía protegida de alguna manera ante James, y detectarlo era una tarea imposible mientras esa protección siguiera activa.

Miguel se acercó y, al ver que James seguía luchando por intentar levantarse, le aplastó el tobillo con todo el peso de su cuerpo. El crujido no sonó como nada oído en este mundo anteriormente. Quizás el sonido de una estructura metálica colapsando bajo su propio peso, quizás el de una montaña al partirse repentinamente por la mitad, pero, aunque se acercaban, nada igualaba el atronador estruendo que el impacto había producido.

Si eso ya era muy difícil de asimilar, el dolor que sintió James en ese momento lo superaba y por mucho. Su expresión casi dejaba en el olvido aquel rostro imperturbable y muy inmerso en la total indiferencia. El quejido fue casi inaudible y, aún así, la intensidad del mismo era palpable.

—¿Escuchaste eso... ? —dijo Miguel, placenteramente —Eras tú... tragándote todo tu parloteo de "soy mejor que tú y te venceré con un pestañeo".

James, luego de aspirar hondo para asimilar el dolor, se dispuso a seguir arrastrándose, ignorando trascendentalmente a Miguel, con algo de dificultad debido al dolor punzante.

—Ven aquí, sabandija patética —Sosteniéndolo del tobillo destrozado, Miguel lo sacudió contra el suelo como si se tratase de un látigo —¿SIENTES-EL-DOLOR?¡¿LO SIENTES?! —Miguel soltó a James, suspendido en el aire, y le dio una patada en la boca del estómago que hizo tronar el aire, debido a la velocidad.

James salió disparado varios metros, cayendo al suelo y partiéndolo, otros cuantos metros más, mientras Miguel saltaba con una destreza similar a la de un saltamontes y aterrizaba en picado en el lugar exacto en donde el chico había terminado de caer.

La colisión fue estrepitosa.

Escombros y grandes trozos de concreto volaron por doquier, a la vez que varias columnas se doblaban como mondadientes, por las fuertes vibraciones generadas en la batalla.

—Nada se compara a lo que tuve que vivir —Miguel levantó por el cuello a James, quien hacía forcejeos muy flojos para zafarse —, a lo que tuve que sufrir, o a lo que tuve que hacer para mantenerme con vida. Pero siempre mantuve la esperanza, porque, muy en el fondo, siempre supe que algo como esto me esperaba. Este es mi verdadero destino, y nada ni nadie me detendrá ahora. Así que deja de luchar, porque solo vas a prolongar tu muerte, la cual ya está muy cerca.

Sangre, sudor, suciedad y ropa deshilachada y hecha jirones componían gran parte de la apariencia actual de James. Sus cabellos formaban nudos y formas amorfas en la cabeza del chico, y algunos moretones empezaban a asomarse en su rostro. James tenía la vista perdida, pero, contra todo pronóstico, se mantenía consciente.

Cerró los ojos, y la calma volvió a él.

—Hablas mucho, para ser alguien tan seguro de tener la victoria en sus manos —Una burbuja de sangre roja oscura se infló por la comisura de sus labios —A pesar de que todo parezca a tu favor, sigues con miedo a perder, y por eso, ya estás derrotado.

—¡Cállate! —Miguel le dió un cabezazo en el rostro a James, sujetándolo aún del cuello y dejándole rasguños en las mejillas debido al cuerno que tenía en la frente—¡¡Cállate y muérete de una buena vez!!

El chico lanzó a James al suelo, incrustándolo sin posibilidad a que pueda moverse, mientras la espada de hueso adquiria una apariencia oscura en sus manos y se disponía a atravesar a su joven adversario.

SoulSilver: Alma Virtual ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora