La noche fue breve y afable, de esas en las que un parpadeo basta para que la noche se extinga y el sol se manifieste como un ente rebelde e imponente, reacio a desaparecer otra vez. La luz filtrada por la cortina refleja las líneas oscuras en el suelo de madera de su habitación, que poco a poco se extienden al son de la rotación y traslación. Tan inesperada como predecible, la alarma de su celular repite sin cesar Over again de Mike Shinoda, canción que Dom idolatra, pero no a las seis de la mañana y en un comienzo de semana, situación que sólo le hace odiarla en su totalidad, incluyendo el coro, los estribillos, todo. En pie y perezoso, prepara todo lo que necesita para emprender su viaje al colegio, su ropa y un conjunto que compró para Max, sus cuadernos y un emparedado de jamón y queso amarillo envuelto en aluminio terminan dentro de su mochila, y una vez aseado, coge el bus que recorre la transitada ciudad hasta llegar a su destino. Da un enorme bostezo cuando cruza la puerta del portón de entrada a su colegio y dedica un momento a recorrer toda la cancha con la mirada, encontrándose prontamente con un chico robusto y de lentes que está acompañado por un joven esbelto y de pelo crespo gris que devora un pastel frito. Ambos están sentados en una hilera de bancos metálicos dispuestos como gradas para que la fanaticada apoye a su equipo favorito durante los partidos de fútbol o básquet propiciados en la cancha destechada del colegio, que también hace de entrada secundaria por su portón de acceso a la calle.
—¿Se enteraron del anuncio de ayer? —pregunta, acercándose a sus amigos. Acompaña su incógnita con el rostro apretado y un tono severo, preocupado. Su actuación es merecedora de un Oscar.
—Por poco y no consigo que me traigan a clases —responde el robusto con cierto desdén y los ojos algo desorbitados—. Mi madre estaba como loca por esa noticia, cree que es el inicio de una guerra propagandística. —Acomoda sus lentes con el dedo pulgar, como siempre hace cuando quiere resaltar la importancia de un comentario.
—En mi casa casi nadie ve noticias —Empieza el otro—. Y mi abuela, que es la excepción, estaba dormida cuando pasaron esa transmisión. —Pasa una mano por su pelo crespo, en un mísero intento por peinarlo, aferrando la otra a su pastel frito, como si su vida dependiese de ello— Sin embargo, yo si pude ver la transmisión —Hace una pausa para masticar—. Considero que puede ser cierto, quizás no tan melodramático, pero no hay rastro de edición post-producción en la transmisión, estuve revisando algunos foros y aunque no tuve mucho tiempo para investigar porque tenía que dormirme temprano para no levantarme como un zombi —Se detiene para limpiarse los labios con el revés de una mano—, así que bueno, en resumen, estamos jodidos.
—No entiendo muy bien tu afición por creerte director de cine a una edad tan temprana —Dominic hace un ademán manual para acentuar su acusación—. Me parece imposible que detectes qué tan cierto es un anuncio televisivo en base a su post-producción —Resalta la última palabra con sus dedos hechos comillas—, y más aun considerando que no estamos en un nivel universitario que justifique que de algún modo tengas ese conocimiento. Eres tremendo fracaso —Ríe con cierto egocentrismo sobreactuado y luego se acomoda plácidamente en el banco metálico, recostándose a la hilera elevada de atrás y extendiendo sus brazos por el borde—. Y además de pensar algo tan absurdo, comes a esta hora. Definitivamente estás loco, Paul.
—Ten en cuenta que ese es mi problema, no el tuyo. —responde enojado y con ceño. Sólo un par de acusaciones le afectaron de verdad, pero se esfuerza por mantenerse prudente y no reaccionar para no complacer el morbo del trigueño. Cobrando conciencia, cubre su boca con el puño cerrado para censurar su masticar—. Trata de no molestarme mientras como, quiero ahorrarme el tener que darte una paliza —Su tono demarca superioridad, y no musita ni un segundo. Está seguro de que puede con Dom, incluso con una mano atada.
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Fin de la vida: Dominic
HororEl rencor abre el telón a una secuencia de eventos desafortunados que llevan a la humanidad al borde de la extinción, al declive social, al olvido de la normalidad. Anarquía, muertos vivientes y vehemencia son los pilares del nuevo mundo, y un parti...