0. Ruptura de la cotidianidad (IV)

8 0 0
                                    

—Dom se está tardando demasiado... —Eva mantiene un semblante inquieto, impaciente, devora las uñas de una mano gobernada por la ansiedad. No quiere imaginarse un escenario en el que su mejor amigo esté herido o atrapado. O peor. Se siente incapaz de contemplar esa opción, pero por el miedo que le causa ese pensamiento, cree que Rick y Paul deberían ir a echar un vistazo. Y no escatima en manifestarlo—: ¿No pueden ir a buscarlo? —averigua ignorando la amenaza que hay al otro lado dela reja y el pasillo que le sigue, que conecta con el patio principal, cerca del autobús.

—Es muy peligroso, no podemos. —comenta Rick, viendo a través de la reja con un semblante preocupado contraído que refleja su preocupación.

—Además, Eva, él es inteligente, no se expondrá más de lo necesario —Lo secunda Paul, colocando una mano en el hombro de la pelirroja para transmitirle quietud—. No puede morir, sabe que lo reviviría sólo para volverlo a matar si se atreve. —esboza una sonrisa forzosa pero honesta con la que busca transmitir paciencia y un sentimiento de que todo estará bien a su amiga. Dominic es su amigo más antiguo, llevan más de la mitad de sus vidas siento compañeros de clase y de vida. Entiende a tal punto su forma de pensar que se le hace imposible creer en un escenario donde la terqueza del trigueño se vea mermada, y le permita rendirse y morir.

Con esa confianza en mente, deja de encarar la reja para virar y observar el resto de la cantina, donde están muchas personas acumuladas. No había dedicado ni siquiera un minuto a apreciar al gentío, ve que Rick y Elizabeth están al lado de la reja corrediza que da a la cancha hablando en voz baja, lo que le da la ligera impresión de que platican sobre él. Sacude su cabeza consciente de lo paranoico que es ese pensamiento y aunque le dé curiosidad, su mirada se ve inevitablemente atraída por el bullicio que tiene más adelante, donde tantas personas hablan sin decir nada y reflejan la cara más cruda e impactante del terror. Ve a profesores, niños y adolescentes regados por doquier. Algunos lloran, otros se enfurecen con sus teléfonos porque no tienen cobertura y no pueden comunicarse con sus familias, otros tantos buscan reírse y aislarse de todo el caos con una trágica comedia. Todos viven su duelo individualmente, hay quienes se ven más afectados que otros por la situación, pero hay algo más, algo que todos parecen compartir. Un sentimiento, una punzada muy presente detrás de los ojos que, en vez de un simple dolor de cabeza, Paul lo asocia con una emoción: aprensión. Una sensación desagradable que recorre desde la sangre hasta la médula ósea. Un escalofrío permanente, una ansiedad e incertidumbres desesperantes. Ganas de llorar, gritar, patalear y huir. De no seguir soportando tanta locura, tanta anarquía, tanta desidia y complejidad.

— El plan es salir por la puerta del portón de la cancha —Escucha decir a Rick, que se le acerca con un semblante muy serio, acompañado por la morena—. Hoy fue nuestra entrada y también será nuestra salida. No hay manera de que regresemos al patio principal. —asegura haciendo breves gestos con sus manos, apoyando sus palabras. Alterna la mirada entre Paul, Eva y Liz, que lo rodean y escuchan atentamente.

Paul entiende de inmediato que no conspiraban en su contra, sino que discutían un plan para escapar de ahí. Se siente muy aliviado cuando encaja las piezas en su mente y se asegura de que no estaba comprometido. Aunque volviéndose un poco en su mente, repara en un factor que no concuerda con la lógica del plan que quieren llevar a cabo: qué motivo tienen todos esos profesores y estudiantes para no salir por la puerta del portón, tal cual como ellos quieren hacerlo.

—Si nos vamos no podremos abrirle la reja a Dominic. —replica Evangeline, decidida a quedarse y no abandonar a su mejor amigo—. Además, muy probablemente vuelva con Max y Enzo, tampoco podemos dejarlos. Hay que esperar hasta el último segundo —Golpea su puño con la palma abierta, como si fuera un mazo y ella una jueza concretando su sentencia, audaz y determinante.

Fin de la vida: DominicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora