XVI

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Sunhee se removió incómoda en su lugar bajo la mirada de Jooheon. Habían pasado dos días. Tuvo tiempo de ponerse al día con Minhyuk y Hoseok. También tuvo algo de tiempo para congeniar mejor con el resto de los chicos. Pero, Jooheon por otro lado, parecía más duro de lo que recordaba. Y, por primera vez desde que ella había llegado dos días atrás, volvía a estar a solas con él. El Jooheon que había recostado su cabeza en el regazo de la chica parecía un recuerdo lejano.

—¿Te has sentido incómoda últimamente? —el pelinegro habló primero. Sunhee negó enérgica.

—N-No —aseguró—. Los chicos son geniales. Me hacía falta verlos —respondió de inmediato—. Ayer no podía dormir. Hoseok me acompañó hasta que tuve sueño.

Las pupilas de Jooheon se dilataron luego de tomar un color rojo oscuro.

Veo que se extrañaron —soltó con rudeza—. Eran muy unidos cuando eran niños.

Sunhee no respondió. No quiso hacerlo. Temía responder algo que no debía decir. Jooheon suspiró, sabiendo que ella no tenía la culpa de nada. Cuidadosamente deslizó sus manos sobre la mesa y atrapó una de las manos de Sunhee entre las suyas.

—Lo siento —susurró mirándola a los ojos. Sus pupilas aún estaban rojas, pero eran tenues, como el vino tinto.

—¿Por qué? —susurró ella.

—Sólo lo siento —se limitó a decir él, a sabiendas de que Sunhee no comprendería a qué se refería. Jooheon estaba celoso, celoso de Hoseok, que había pasado más tiempo con Sunhee que él. Incluso estaba celoso de Kihyun, que había estado preparando las comidas de Sunhee y había recibido cientos de halagos por parte de la castaña—. Estos días no he pasado mucho tiempo contigo.

—Supuse que estabas ocupado —respondió ella suavemente mientras apartaba la mirada. Su voz fue airosa, vergonzosa—. Debes tener muchas cosas que hacer.

—Pero quería verte —respondió en el mismo tono, como si las paredes tuvieran oídos. Como si quisiera que sólo ella lo supiera. Sunhee no lo miraba aún, pero Jooheon vislumbró la piel de sus mejillas tornarse rosada.

—Me alegra saber eso —salió de sus labios sin pensar. El rubor de sus mejillas se acentuó y con nerviosismo, retiró su mano de las de Jooheon. El vampiro suspiró, enderezándose en su asiento. Estaban en la biblioteca de la enorme casa, la cual estaba atestada de libros viejos y unos no tan viejos. Sunhee miró por primera vez el entorno—. Esto me recuerda a mi trabajo. ¿Cómo voy a resolver mi situación después? —susurró—. Se acerca la fecha de pago de mi alquiler.

—No necesitas eso —respondió Jooheon, aunque sabía que ella no le hablaba a él. sunhee lo miró perpleja—. Tus padres saben que estás conmigo ahora.

—Eres rápido —una sonrisa ladina se formó en el rostro del chico.

—Lo soy —admitió—. Yoonha estaba tan emocionada cuando le dije que recordaste todo.

Oír el nombre de su madre de aquella manera casual salir de los labios de Jooheon, de alguna manera le ocasionó un dolor en el pecho a la chica. El mismo día que despertó, le pidió a Jooheon que le explicara cómo era que había terminado siendo Park Sunhee, en vez de Lee Sunhee. Rompió en llanto varias veces mientras el vampiro relataba. Pero se sentía feliz sabiendo que, desde siempre, él se había preocupado por ella.

De repente, y en medio del silencio, Jooheon se puso de pie y caminó hacia una de las entanterías frente a ellos. Tomó un libro y lo sacó de su lugar, sacudiendo el polvo que había acumulado. Era de tapa de cuero, color borgoña; no tenía letras. Cuando Jooheon lo dejó frente a ella, sonrió ante la mirada interrogativa de la muchacha.

Red, Like the Blood «Lee Jooheon»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora