T r e s

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Bang se estaba odiando a sí mismo porque hacía varios días que no veía al joven estudiante de medicina, Lee Know —o mejor dicho, Lee Minho— y su cabeza no tenía otra cosa plasmada más que la coqueta sonrisa del chico. No entendía mucho lo del apodo pero no podía dejar de recordar lo que hicieron y se reprochaba no haber pedido el número del castaño. En reiteradas ocasiones, cuando pasaba cerca de los edificios de los estudiantes de medicina, miraba y miraba. A Woojin, Hyunjin y a Changbin, les parecía un poco extraño que cada vez que el muchacho tenía tiempo libre, su mirada se paseaba por todo el campus. 

El rubio iba en las mañanas a las prácticas del equipo de futbol americano, luego a clases, al salir iba a alguno de sus trabajos de medio tiempo, volvía a su casa para ayudar a su madre con las cosas del hogar, hacer sus deberes e iba a la cama. Estaba en modo automático otra vez. Tenía que seguir en su papel de buen chico aunque ahora no se sentía tan pesado emocionalmente como antes. 

Aún era discreto cuando sus ojos seguían algunas pequeñas caderas masculinas cuando iba por la calle, pero el que ninguna le pareciera tan seductora como las de Minho le causaba una angustia extraña. Quería ver al muchacho y lo quería tanto que un par de noches tuvo sueños húmedos con él. Sueños en los que Minho se aparecía en su salón de clases, se sentaba en sus piernas y lo besaba frente a toda la clase. Sueños en los que Minho estaba en su cama, gemía su nombre de una forma tan dulce y sexy que él se volvía un bruto follándolo hasta que su alarma lograba despertarlo. Necesitaba volver a verlo. 



Minho, en cambio, estaba medio muerto, ¿en qué momento pensó que estudiar medicina era lo suyo? Eso era para personas masoquistas que no se tenían piedad alguna. Sentía que el alma se le salía por la boca. Dormía poco, estudiaba mucho, comía mal y ahora tenía demasiada "tensión" acumulada en el cuerpo. Su cuerpo pedía descansos una y otra vez. Por eso, cada vez que tenía minutos libres, se acomodaba en alguna silla y se abrazaba a sus libros mientras dormía en posiciones que no cualquier ser humano podría encontrar cómodas. Pero él había tomado esa habilidad. 


—Vaya, con que aquí estás —Félix se apareció de pronto para sacudirlo por el hombro. No podía gritarle porque estaban en la biblioteca pero se apresuró a despertarlo.

—¿Qué? ¿Qué pasa? —Minho apenas podía abrir los ojos pero se puso de pie a prisas y fue guiado a empujones fuera del lugar.

—Pasa que el examen de farmaco comienza en cinco, ¡vamos ya! —El castaño, vestido con un pantalón negro holgado, camiseta y una chamarra verde, apresuró el paso. Su cabello despeinado parecía fundirse con su frente y sus gafas enormes.

—Lo siento, es que anoche estuve haciendo la maqueta de bioquímica y...

—Ya sé, yo mejor pagué para que hicieran la mía —Confesó el pecoso cuando apenas lograron entrar al aula antes que su profesor. Buscaron asientos juntos en las enormes bancas, las filas se hacían altas como las de un cine, supuestamente para que los chicos tuvieran una mejor vista de la pizarra, pero en medicina, parecían haber sido hechas así para que los profesores vigilaran que ninguno de los alumnos cayera dormido a mitad de las clases. 

—Ya no puedo hacer eso, Lix. Siento que por eso me iba tan mal en las pruebas —El castaño ajustó sus gafas cuando por el rabillo del ojo, vio una esponjosa cabellera rubia pasar fuera de su salón. Se puso de pie al instante casi dando un grito de alegría pero no era el rubio que él esperaba ver, era un chico bastante muy feo que iba con un grupo de amigos. Una gran decepción se alojó en él, borrándole la sonrisa del rostro. 

How I met the love of my life [ Banginho | Stray Kids ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora