Capítulo IV

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A las nueve en punto, Joan estaba esperando a Alba en su portal. Ya le había mandado un mensaje a la rubia avisándole de su presencia y diciéndole que la esperaría lo que ella necesitara. El muchacho se sorprendió mucho cuando Alba aceptó su cita, pues sabía que la rubia no sentía nada por él más allá de una simple amistad, y lo había hablado varias veces ya con Sabela, y ambos habían llegado a la misma decepcionante conclusión para Joan, pero pensó que quizás, su manera de verlo había cambiado.

Estaba radiante. Se había fijado en Alba el primer día que la vio. El cinco de septiembre, dos años antes, cuando empezaron la universidad. Ambos estudiaban Bellas Artes, y se encontraron en una de las aulas de la facultad, donde habían convocado a todos los alumnos de primer año, y donde también habían conocido a Sabela. En primer lugar se vieron ambas chicas, en las escaleras de la entrada del edificio, e iniciaron una conversación, que comenzó Sabela, natural de A Coruña, preguntándole a la rubia si sabía cuál era la clase en la que la habían convocado. La rubia, que estaba tan perdida como ella, le dijo que también era nueva, pues había supuesto lo mismo de Sabela por la pregunta que le había hecho, y que podían ir juntas para allí, así si se perdían, al menos lo harían juntas.

Al llegar a la clase, que no les costó mucho encontrar gracias a la buena señalización con la que contaba el centro de estudios, se sentaron en una fila de mesas que había en el centro, quedando tres sitios libres al lado de Alba, pues Sabela estaba sentada a la izquierda de la ilicitana, ocupando la esquina de la fila.

Pasados unos minutos, Joan le preguntó a Alba si podía sentarse, a lo que ella respondió que sí, y se presentaron los tres, comenzando a hablar y a entablar una amistad que seguiría por muchos años más.

Alba había terminado de arreglarse antes de las nueve, pues le gustaba ser puntual. Al salir de su cuarto para bajar al portal, cinco minutos antes de la hora acordada, se encontró en el sofá a Natalia sobre Mikel, besándolo. Los celos invadieron su interior, y para no mirar más la escena, fue a la cocina, a coger un vaso de agua y calmarse un poco.

Estuvo pensando que le había prometido a Natalia que intentaría tener una mejor relación con Mikel, pero sin duda y tras ver aquella escena, sabía que cumplir su promesa le costaría mucho. Pero Natalia merecía la pena, o eso pensaba ella, para mentalizarse de que tener una buena relación con el navarro era positivo para todos.

Al salir de la cocina, la pareja ya no se estaba besando, al contrario, Mikel seguía sentado en el sofá mientras Natalia había ido a su cuarto.

-Me voy, díselo a Natalia, por favor.-le comunicó Alba a Mikel de la manera más educada y fría que pudo. "Vale que me tengo que llevar bien con él, pero solo cuando esté Natalia con él, no hace falta forzar."

-Ni que fuera el secretario de alguna de las dos.-respondió Mikel de mal humor.

Alba, lejos de enfrentarse al chico, salió del piso y se dirigió a ver a Joan.

-¡Vaya! ¡Estás guapísima!.-piropeó Joan a la chica cuando salió del portal.

-Muchas gracias Joan.-le devolvió el piropo la rubia. Alba había elegido para esa noche una falda negra de cuero y un top lencero en color blanco, combinado con unas bailarinas en el mismo tono que la falda.-¿Nos vamos?

-Sí, vamos.

Durante el camino hasta el restaurante que había elegido Joan para la velada, que estaba a quince minutos andando desde el piso de la chica, estuvieron hablando sobre las clases y su perspectiva de la carrera y de los exámenes.

Al entrar al restaurante, les dieron una mesa al lado de una ventana grande.

Natalia y Mikel habían decidido preparar algo de cenar en el piso de la chica. Un par de hamburguesas caseras fue lo elegido, acompañado de una coca-cola.

TODA UNA VIDAWhere stories live. Discover now