Capítulo III

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Natalia había pasado el resto de la tarde del domingo hablando con su amiga Marta en su piso, mientras comían pizza que habían pedido al restaurante de comida italiana que estaba debajo del piso de Marta.

Marta, natural de Torre del Mar, Málaga, a la que había conocido en colegio y que seguían juntas en la carrera (ambas estudiaban Magisterio), sabía íntegramente su relación con Alba, incluso que Natalia había estado enamorada de su amiga. O eso decía de ella, pues realmente, Marta era consciente de que seguía enamorada de ella, aunque Natalia pensaba haberlo superado.

Marta sabía que ambas chicas acabarían juntas, pues Mikel solo era una piedra en el camino. Sin duda, ese chico no le caía bien, y sabía que no era la mejor influencia ni compañía para su amiga, y tenía certeza de que Natalia solo le tenía cariño, nada más.

Después de cenar, Natalia se fue hacia el piso de Mikel. Esa noche no pasaría por el suyo, pues no quería ver a Alba después de la charla de antes. Puede que estuviera exagerando, pero esperaba algo más de su amiga, como mostrar interés por volver a tener la relación tan intima y buena que tenían, pero, a sus ojos, Alba quería otra cosa.

Aunque Marta le había dicho que debería ser sincera con Alba y arreglar las cosas, Natalia había decidido que ella ya había tomado la iniciativa y que si Alba quería arreglar la situación, debería ser ella quien empezara la charla.

Al llegar al piso de su novio, ambos se saludaron con un pico y pasaron al salón. Allí, Álvaro y Víctor, los amigos y compañeros de piso de Mikel, veían un programa en la televisión. La pareja entró al dormitorio del muchacho, y aunque la idea de Natalia era hablar con él para solucionar lo ocasionado en su piso esa misma tarde, el plan que ocurrió fue muy distinto. Acabaron en la cama, exhaustos tras un par de orgasmos de Mikel y con Natalia comiéndose la cabeza, pues mientras se acostaba con su novio, no había podido sacarse de su cabeza a Alba. "Estoy jodida. No he superado una mierda. Está claro que sigo enamorada de ella. Y ella me odia. ¿Qué se supone que voy a hacer ahora?" pensó Natalia mientras se agobiaba, desnuda en la cama de un chico que era su novio, pero por el que, acababa de descubrir, no sentía nada.

Vaya marrón.

A la mañana siguiente, Natalia se despertó antes que su novio, y como sus ganas de verlo o hablar con él eran nulas (o menos que eso), se vistió lo más rápido que pudo y salió de aquel piso, sin despedirse de ninguno de sus inquilinos.

Tampoco es que tuviera muchas ganas de hablar con Alba. O sea, si las tenía, para qué mentir, pero no en las circunstancias en las que se encontraba su relación y con Alba tan negativa para encontrarle una solución al problema.

Natalia entró en su piso sin hacer mucho ruido, pues eran las siete y media de la mañana, y aunque Alba entraba a clase a las nueve de la mañana los lunes, sabía que hasta las ocho, su amiga seguiría durmiendo. Dejó sus llaves en la entrada y se dirigió a su habitación, donde se puso su pijama y se metió en la cama. Hasta las diez no entraba a la universidad aquel día, así que dormir un poco le vendría bien.

Alba, que no había podido dormir en toda la noche, debido a lo nerviosa que se encontraba por no saber de Natalia tras haberse ido enfadada con ella, había escuchado como su amiga entraba en el piso y se iba a su cuarto.

"Seguro que ha pasado la noche con Mikel. Y yo preocupada por ella. Alba, céntrate. Natalia tiene novio y es feliz con él, entiéndelo de una vez." se martirizaba Alba en su mente.

A las nueve, Alba entraba por la puerta del aula donde tenía la primera clase del día. Su profesor solía retrasarse un poco, así que llegaba con tiempo. Como cada lunes, Joan y Sabela, sus amigos de la carrera, estaban esperándola en su mesa de siempre para esa clase. Los tres se saludaron y hablaron de cómo había ido su fin de semana.

TODA UNA VIDAWhere stories live. Discover now