Cinco días después de aquel despertar, que había resultado tan raro para Alba y tan esperanzador por Joan, habían vuelto a verse.
Hasta aquel miércoles, Joan no había acudido a clase, pues su hermana había ido a visitarle a la capital y había preferido quedarse con ella, pero ese día ya era inevitable ir, pues tenía un examen parcial al que no podía faltar.
No había hablado mucho con Alba pero su intención era volver a repetir su cita.
Por su parte, Alba no había visto a Natalia desde que el sábado entrara en el piso a ducharse y viera su teléfono. Tras aquello, Natalia se fue y no volvieron a verse. Su intención era llevar a Natalia al limite para hacerla hablar y que le confesara lo que ella sentía, y así Alba se confesaría también, pues no dejaba de ser Natalia la que tenía pareja.
La había llamado un par de veces pero Natalia no le contestaba la llamada y solo le había mandado un mensaje diciéndole que se había ido a Pamplona y que volvería el miércoles por la tarde.
Aquel miércoles Alba estaba de los nervios, entre su examen y ver a Natalia, no había podido dormir la noche anterior.
¿Qué iba a pasar cuando viera a Natalia? ¿Le diría que la quería como algo más que una amiga, seguiría con su plan original de llevarla al límite o se callaría y lo dejaría pasar?
Claramente al tercera opción estaba descartada, y más tras una conversación con su hermana el sábado anterior, en el que la pequeña de ambas la animaba a que hiciera algo ya.
Ahora quedaba elegir entre las otras dos alternativas, y tenía un cacao importante en la cabeza, aunque solo tenía dos cosas sumamente claras. La primera, que estaba profundamente enamorada de Natalia. La segunda, que Mikel tendría que salir de la ecuación para que entre ellas pasara algo.
Natalia había pasado esos cinco días en Pamplona, con su familia. Necesitaba estar en su hogar, con su gente, aunque había extrañado mucho a Alba, y ella también era su hogar. Necesitaba aclarar un poco su mente, y Pamplona tenía la clave: Elena y Santi. Sus hermanos, sus consejeros y sus amigos incondicionales en la vida.
Había hablado mucho con ellos, y había llegado a una conclusión: quería a Alba con todo su corazón, y por ello no debía ser egoísta, es más, debía ser muy generosa con ella, y tenía que olvidar sus celos para no poner a Alba en una situación comprometida. Si ella quiere a Joan, Natalia iba a aceptarlo e intentar llevarse bien con él. "No me voy a mentir, amigos no vamos a ser, pero bueno, por lo menos llevarnos bien".
"Ya sé que voy a hacer para que Alba vea que voy a ser una gran amiga".
**************
Alba entró en su piso y nada más entrar, sus fosas nasales se inundaron de su olor favorito: Natalia.
Tenía unas ganas locas de verla y de abrazarla. Eran las seis de la tarde y, afortunadamente, al día siguiente era festivo y el viernes puente, así que no tenía que ir a clase y podía descansar, y lo más importante, podía disfrutar de más tiempo con Natalia.
-Hola.-la saludó Natalia cuando salió de su cuarto con el pelo mojado, unos jeans negros y una camisa de rayas blancas y negras. "Esta mujer quiere matarme, aunque así moriría de gusto, porque con estas vistas" pensó Alba para si misma cuando vio a su amiga.
-Hola.-respondió Alba dejando su bolso y su portátil en el salón.-No sabía que volvías hoy, ¿qué tal en Pamplona? ¿Qué tal Elena y Santi? ¿Y tus padres?
-Todos muy bien, te mandan saludos. Por cierto, hoy tenemos cena aquí, ¿vale?
-¡Genial! Una de nuestras cenas, las extrañaba.-dijo Alba llevando sus cosas a su habitación.
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TODA UNA VIDA
Fanfiction¿Cómo de maravilloso puede ser el hecho de compartir piso con tu mejor amiga, con la que estás muy unida, que es tu mayor confidente y que esa convivencia ha afianzado más, si se puede, vuestra relación? Supongo que algo digno de personas afortunada...