Después de haber pasado su juventud viviendo un eterno encierro en un sótano, Ji Eun por fin es libre, pero las complicaciones y las ataduras de su pasado no le permiten vivir la vida sincera que en verdad le gustaría llevar.
Mientras estuvo encerra...
Mientras permanezco con los ojos cubiertos e inmovilizada por los chicos, me encuentro luchando con esas sensaciones horribles que llevo sintiendo desde que me vendaron los ojos, pues no sé cómo impedirle a mi mente que escarbe en mis recuerdos, no sé cómo ordenarle que pare de recrear esos momentos terroríficos que viví en mi infancia durante aquel secuestro.
Pese a que llevo rato, con problemas para respirar bien y sintiendo todo tipo de sensaciones agobiantes, desesperantes y terroríficas, me dejo llevar de los chicos. Al tiempo que Shin Bae libera mis manos escucho a Tae decir que ya puedo retirarme la venda. Lo hago por inercia, no por su orden.
Después de abrir mis ojos, inmediatamente todas aquellas sensaciones desaparecen como magia. A causa del asombro, llevo mis manos hacia mi boca, la cual está abierta hasta el punto de casi desencajar mi mandíbula, y es que me encuentro frente a la vista más impresionante que he podido tener el placer de apreciar en todo lo que llevo de vida.
«¡Esto es fantástico!»
Desde aquí, tengo la dicha de ser testigo de cómo se aprecia la magnitud y belleza de toda la ciudad. Un mar de edificios y casas de todas las formas y tamaños, delineados con algunas olas que se reproducían entre sus construcciones, luciendo el verdor natural de los árboles. Al final del horizonte se alzan majestuosas las oscuras montañas con una tonalidad nebulosa y otros diferentes tonos de sombras debido a la lejanía, detrás de ellas un hermoso manto de cielo pincelado con un fondo amarillo brillante en su nacimiento que luego va difuminándose con un azul igual de brillante y finalmente queda adornando con gruesas y algodonadas nubes que se esparcían libres dando un toque especial que hace lucir la vista aún más irreal.
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El viento pega fuerte en mi cara, pero podría acostumbrarme, pues dista de sentirse molesto. Al menos a mi parecer, se siente increíblemente bien, da una sensación de libertad incomparable, me encanta este lugar.
Emocionada, me giro hacia los chicos con una sonrisa de oreja a oreja para agradecerles el regalo, sin embargo, mi sonrisa desaparece tan rápido como apretar un botón, pues ellos no están detrás de mí como creí.
—¿Niños?
Miro un poco más allá y observo que ambos se encuentran de pie y de brazos cruzados a cada lado de la puerta de una edificación que cubre una parte de la azotea. Tae Hyung hace un gesto de niño travieso, sin dejar mirarme posa una de sus manos en la puerta y la abre empujándola con suavidad. Luego de esto ambos chicos señalan hacia adentro invitándome a pasar.