Capítulo 07: Show Me How to Live

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Apenas la patrulla disminuyó su velocidad, John prácticamente se lanzó fuera de la misma e ingresó al hospital a la carrera. Desesperado subió por las escaleras los pisos que lo separaban de su hijo, pero al llegar a la recepción le dijeron que estaba en terapia intensiva. Poco le importó y fue corriendo por los pasillos sin siquiera prestar atención a lo que decían los letreros a su alrededor. Dean estaba ahí, y él necesitaba verlo. En uno de los pasillos encontró a los Novak. Jack y Kelly se encontraban sentados en los asientos frente a las habitaciones, mientras que Claire y James los secundaban, de pie a su lado.
—¿Dónde está Dean? —preguntó, visiblemente agitado.
—¿John? ¿Qué haces-? —trató de preguntarle James, Jack ya les había contado el espectáculo que había montado en la entrada de la escuela.
—¿Dónde está mi hijo?
—¿Ahora te importa tu hijo?
—Claire —la detuvo Kelly. La aludida la miró, bufó, y cruzada de brazos, desvió la mirada hacia otro lado—. Dean se encuentra en terapia intensiva, John. Ha perdido mucha sangre.
—Por Dios —el hombre giró sobre sí mismo, como si fuera una fiera enjaulada. De repente, recordó algo—… ¿Dónde está Sam?
—Hola —saludó Jody a los presentes—. ¡Oye! ¡Me dejaste sola ahí abajo! —le dijo a John, palmeando su espalda, pero él no reaccionó—. ¿Y Sam?
—Lo están atendiendo en esa habitación —respondió Jack señalando la puerta cerrada frente a ellos.
—¿Le sucedió algo también a Sam? —preguntó John, ocasionando que la familia se mirara entre sí y luego dirigiera su vista a Jody.
—Eh… Sí —respondió la comisario, sonando no del todo convincente, pero por algún motivo sus palabras fueron tomadas por verdaderas por John. Por el pasillo un grupo de doctores  y enfermeras les pidieron permiso para pasar con una camilla. Era Dean, y John no se despegó de su lado. Jody llamó la atención de la última enfermera que iba un poco más atrás que el resto del grupo—. ¿Cómo se encuentra?
—Se encuentra estable. No hay daños internos, pero hay órganos que se encuentran inflamados. Queremos esperar a que se estabilice para poder sacarlo del coma e ir despertándolo poco a poco.
—Gracias —dijo la mujer. La puerta de la habitación en la que estaba Sam se abrió, dando paso al muchacho y a una mujer a quien ella le tendió la mano—. Doctora Roberts.
Sheriff.
—Aquí tiene el reporte —le dijo la mujer de cabello azabache, su mirada puesta afectuosamente sobre Sam mientras este era rodeado por su familia—. Está en un leve estado de shock. Le suministré unos calmantes para estabilizar su ritmo cardíaco.
—Muchas gracias. ¿Podrías mantenerme al tanto del estado del muchacho que ingresó junto con él? ¿Dean Winchester?
—Por supuesto. La mantendré al tanto.
—Gracias —le dijo Jody antes de volverse hacia los Novak—. ¿Sam? —la familia del aludido la miró—. Sabes que tengo que llevarte a la estación, ¿cierto? —pese a la negación de Kelly de dejarlo ir, Sam se soltó y se acercó por voluntad propia a Jody—. Quédense tranquilos, no voy a llevarlo esposado. Es sólo un interrogatorio de rutina.
Kelly se desplomó sobre el hombro de su esposo viendo cómo su sobrino era llevado por Jody.
—Tendríamos que llamar a un abogado, ¿no? —preguntó Claire.
—¿No escuchaste lo que dijo Jody? —le dijo Jack.
—¿Y tú no viste lo que pasó, genio?
—Chicos, chicos. Ya me encargué de eso. Tengo una amiga que puede darnos una mano —respondió Kelly calmando al par.


***


John estaba sentado en una si lla al lado de la camilla donde Dean se hallaba en estado de coma farmacológico. Una enfermera le había dicho que había llegado con una herida de arma blanca, y no supo nada más. Supuso que Sam había estado ahí también, pero la había sacado barata. Pero, ¿por qué? ¿Acaso Sam había accedido a volver a ver a Dean? ¿Aún después de lo que pasó?
El hombre se enjugó las lágrimas bruscamente cuando la enfermera, finalmente los dejó solos. Se incorporó un poco para acomodar el cabello de Dean como a él le gustaba.
—Lamento no tener gel. Es todo lo que puedo hacer —masculló. Volvió a tomar asiento y apoyó sus codos sobre la camilla, entrelazando los dedos de sus manos—. Lo siento —musitó—. Lamento no haber sido un buen padre, no haber estado ahí cuando me necesitabas, no haberte… tratado como mi hijo. Tú no tuviste la culpa de nada, Dean. Nada de esto fue tu culpa —llorando de forma desconsolada, John extendió una de sus manos hasta agarrar la de su hijo y besarla con ternura—. Perdóname, hijo mío. Por favor, perdóname —John estaba con la frente sobre las manos que sostenían las de Dean. Cuando abrió los ojos y levantó la vista vio a Joanna sosteniendo la mano contraria de Dean con afecto. El hombre se enjugó las lágrimas tratando de no llamar la atención de la muchacha que parecía más interesada en ese contacto—. ¿Eres una compañera de Dean? —le preguntó, la voz áspera luego del llanto. Joanna lo miró. Despegó sus labios para decir algo, pero fue interrumpida.
—No, John —desde la puerta a su derecha, una mujer vestida con un traje color grisáceo, dos enormes perlas sobre sus orejas haciendo juego y un cabello castaño claro atado en un rodete le respondió mientras entraba a la habitación y se quedaba frente a los pies de la camilla—. Ella es la hermana de Dean.
—¿Ellen? —John se aclaró la garganta, sin poder ser capaz de decir algo más. Le dolía la cabeza y ni siquiera había pasado en su casa o bebido una sola gota de agua.
—Le diste una educación maravillosa mientras yo no estuve.
—No pienso discutir frente a tu hija.
John volvió su mirada a Dean, sin soltar su mano.
—Cuando Dean se recupere, pienso llevármelo conmigo —el aludido no la miraba pero sabía que la estaba escuchando—. Podría ponerte una restricción por haber ejercido violencia doméstica contra él, pero eso lo charlaremos cuando despierte.
—¿Quieres sentarte, niña? —le preguntó a Joanna, mirándola.
—No. Muchas gracias, señor Winchester —respondió la muchacha, que estaba de cuclillas en el suelo.

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