Garabateaba algo en el cuaderno de matemáticas a última hora, cuando el timbre rompió el silencio. Cerré el cuaderno de golpe y empecé a guardar las cosas en la mochila. Por fin viernes.
-Antes de que os vayáis -el profesor alzó las manos para que nadie se levantara -para el lunes me traéis hechos del uno al ocho, de la página ciento cuatro. Ya podéis marcharos, buen fin de semana. Por cierto, cuentan para nota y dos de ellos entrarán en el examen de final de trimestre.
Dicho aquello abandonó el aula antes de que a alguien le diera tiempo de quejarse.
-¿Esta de coña? -Preguntó con ironía Victoria, mi compañera de clase y mejor amiga desde parvulario. -Con todos los exámenes que tenemos ahora, no me jodas...
-Oye ya sabes que si necesitas ayuda con historia estoy aquí para ti. -Contesté sonriendo.
-No es por historia nada más, sabes que con ciencias tampoco soy muy buena.
Puse los ojos en blanco mientras me recogía el pelo que me llegaba casi a la cintura en una coleta para colocarme la mochila.
-¿Quedamos mas tarde en Harrison's? Podemos hacer estos ejercicios juntas si quieres, nos ayudamos mutuamente.
-Aria, es viernes, vamos a divertirnos, podríamos ir a la bolera o al parque o...
-Vic, sabes que no me gusta dejar los deberes para el último momento, los hacemos hoy y nos olvidamos el resto del fin de semana. Es el último que tenemos libre antes de los exámenes.
Victoria asintió poco convencida del trato pero no le quedaba de otra, sabía que tenía razón. Ambas salimos de clase y caminamos juntas por el pasillo de la planta baja hasta la salida.
-¿A qué hora? -Preguntó Victoria mientras bajábamos las escaleras hacia el patio delantero.
-¿A las cuatro y media te viene bien?
Solíamos quedar todas las tardes en el Harrison's Restaurant & Bar después de comer para tomar un café (o en mi caso, un té de frutos rojos con miel, mi favorito) y estudiar, hacer juntas los deberes o simplemente charlar durante horas. Para ser un pueblo pequeño había gran variedad de actividades tanto para jóvenes como para adultos y niños. Entre ellas, patinaje sobre hielo, bolera, teatro y salón de juegos, pero mi favorito siempre ha sido el Harrison's. Un local tranquilo, situado en la calle principal del pueblo, a pocos minutos a pie de mi casa. Lo único que me inquietaba del local eran las vistas, y es que el estrecho y alargado el porche en el nos sentábamos siempre que hacía buen tiempo, que disponía de mesas y bancos de madera para disfrutar cómodamente de un refresco o una buena comida, daba directamente al cementerio del pueblo. No eran unas vistas muy agradables, por ello procuraba sentarme siempre de espaldas a él.
-Perfecto, ahí nos vemos. -Nos despedimos con dos besos y Victoria se subió al coche de su madre pero antes de marcharse bajó la ventanilla.- ¿Quieres que te acerquemos a casa? Nos pilla de paso.
-No te preocupes, está aquí al lado. Hasta luego señora Wilson. -Me despedí de nuevo de mi mejor amiga y su madre y conecté los cascos al iPod.
Sonaba a todo volumen, Airplanes de B.o.B. Lo tenía todo controlado, del instituto hasta mi casa había tan solo tres canciones. Era un pueblo bastante pequeño, menos de cinco mil habitantes pero en invierno tenía muchos turistas ya que albergaba una de las pistas de esquí más conocidas del país. Los inviernos eran blancos y llenos de luz y los veranos verdes y frescos debido a que estaba rodeado de bosques y colinas. Al doblar la esquina que conectaba la calle del instituto con la mía me crucé con la señora Davies que iba en dirección contraria.
-Buenas tardes señora Davies. -Saludé mientras ponía en pausa la música.
-Hola Aria, ¿cómo te va? -La señora Davies era una mujer muy bella, alta, morena y con ojos oscuros. Aparentaba mucha menos edad de la que tenía, no tenía hijos solo un perro al que quería como si lo fuera. Tras perder a su marido en un accidente de tráfico pasó una temporada en Francia con su familia y volvió completamente cambiada como si fuese otra persona totalmente distinta con Ares, su perro al que estaba paseando.
YOU ARE READING
A Ciegas.
Teen FictionAmar al alguien a quien no has visto ni tocado jamás no es sencillo pero es posible. Tras un accidente de tráfico que casi acaba con su vida incluso antes de que haya empezado, Aria Brawn descubrirá que el amor es más que físico, es cosa de almas.