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Intentaba despertar pero me pesaban los párpados. Un fuerte dolor me martilleaba la cabeza y no sentía el resto del cuerpo. ¿Que había pasado? ¿Por qué no podía despertar? Mi memoria se sacudió un par de veces y me lanzó una única imagen. Un coche negro se abalanzaba a gran velocidad sobre mi y entonces lo recordé. Abrí los ojos de golpe y parpadeé varias veces hasta poder enfocar y darme cuenta de que estaba en una habitación de hospital. Era completamente blanca y los halógenos la hacían un tanto cegadora. En una esquina junto a la puerta había una mesita redonda con un un enorme ramo de lirios blancos y rosas, mis favoritos. A la derecha de la cama, bajo la ventana un sofá bastante pequeño con una almohada y una manta algo revuelta sobre él pero en la habitación solo estaba yo.

Intenté moverme para incorporarme y llamar a la enfermera pero mi cuerpo estaba completamente paralizado. Entré en pánico y notaba que me faltaba el aire a pesar de llevar una mascarilla de oxígeno. El monitor de constantes vitales se volvió loco pitando a causa de la subida de tensión y de las pulsaciones. No tardarían en aparecer un par de enfermeras pero ya no quería que entrara nadie. No soportaría la noticia de las consecuencias que el accidente dejó sobre mi y la idea de que posiblemente me había quedado tetrapléjica me hizo un nudo en la garganta.

-Estás bien. No te puedes mover porque llevas dos semanas en coma, has perdido tonicidad muscular por no hablar  de las múltiples lesiones que te ha provocado el accidente. Estás viva de milagro. -¿Había dicho yo eso? Definitivamente no. Era una voz masculina pero no había nadie en la habitación conmigo.

La puerta se abrió con suavidad y apareció mi madre. Tenía un aspecto horrible, las ojeras eran muy profundas y envejecían mucho su bello rostro, los ojos enrojecidos e hinchados del cansancio y seguramente de llorar. Llevaba un chándal gris y en la camiseta tenía lo que parecía una mancha de café.

-Mamá. -Murmuré a duras penas. Levantó la vista del suelo y los ojos se le abrieron en gran sorpresa.

-¡Dios mio! ¡Un médico por favor! -Gritó mientras se abalanzaba sobre mi. Echó a llorar sin ningún tipo de control lo que me hizo soltar algunas lágrimas.

-Tengo sed. -Me agarró la mano y empezó a besarme repetidamente los nudillos y entonces empecé a sentir las manos.

-Ahora cariño...-Hizo una pausa para tomar aire e intentar calmarse. -Ahora viene el médico y te trae lo que necesites. Gracias dios mio. 

Dos enfermeras vestidas de blanco entraron a toda prisa seguidas de un doctor alto y bastante más jóven de lo que me esperaba.

-Bienvenida de nuevo a la vida Aria, ¿cómo te encuentras? -El doctor me dedicó una cálida sonrisa. Su voz era tranquila y llena de amabilidad. Llevaba un uniforme azul oscuro y una bata blanca. Era alto y muy guapo, de complexion fuerte, moreno y con ojos azules. -Soy Jacob, tu neurólogo. Has sufrido un accidente muy grave, pensábamos que no ibas a salir de esta. ¿Recuerdas algo? -Asentí con dificultad ya que llevaba un collarín que me dificultaba los movimientos.

-Agua. -Susurré con debilidad.

-De acuerdo, pero vamos a tomárnoslo con calma. Has estado más de dos semanas en coma, nos llevará un tiempo la recuperación.

Una de las enfermeras cogió el mando de la cama e hizo que subiera lentamente desde el cabecero para ayudarme a incorporarme y poder beber un poco de agua. El líquido bajó por mi garganta y me dieron ganas de llorar de felicidad. Era muy reconfortante.

-Me duele la cabeza. -Mi voz sonaba algo más normal ya.

-Ahora te suministran mis compañeras unos analgésicos a través de la vía y te encontrarás mucho mejor. Más tarde pasaré a ver como sigues. -Me tocó la rodilla antes de salir del cuarto y me recorrió un escalofrío que caló hasta mis huesos.

-Vaya, entonces ¿eso es lo que sentís cuando os toca alguien que os atrae? -La voz de mi cabeza me sobresaltó de nuevo.

-¿Estas bien hija? 

-Si mamá, no pasa nada es solo el dolor de cabeza.

-Ahora empezará a hacer efecto el analgésico. Procura no forzar mucho, es un milagro que estés viva niña. -Dijo amablemente una de las enfermeras antes de que ambas abandonaran el cuarto.

-Mamá, ¿dónde está Vic?

-Ha ido a casa a cambiarse, ha pasado la noche aquí con nosotras. ¿Quieres que la llame?

-Si por favor. -Mi madre me soltó la mano y salió un momento del cuarto.

-¿Intentas ignorarme? -Preguntó insistente la voz. 

-No, es que no eres real, eres producto de mi imaginación a causa del accidente.

-A causa del accidente sí pero desde luego no soy producto de tu imaginación.

-¿Ah no? ¿Y qué o quién eres?

-Disculpa, que mal educado... Me llamo Ethan. Ahora resido en tu mente. Por cierto no hace falta que hables en alto cuando te diriges a mi, pensarán que estás loca.

Quise responderle a "Ethan" pero mi madre ya había vuelto a la habitación.

-Victoria viene de camino cielo, se ha echado a llorar cuando le he dicho que has despertado.

Me invadió un sentimiento de paz y tranquilidad que seguramente en parte era a causa de los analgésicos.

-Gracias mamá.

A Ciegas.Where stories live. Discover now