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Faltaban dos días para que me dieran el alta del hospital. Victoria venía todas las tardes después de clase a traerme los apuntes y a contarme los últimos chismes. Mi madre había vuelto a trabajar y yo ya me encontraba mucho mejor. Jacob me visitaba todos los días a las nueve en punto de la mañana y de paso me traía el desayuno.

-Buenos días Aria, ¿Qué tal estás hoy?

-Igual que ayer a estas horas, y entes de ayer y... -Dijo irónicamente Ethan. Había aprendido a vivir con su voz en mi cabeza y hasta a comunicarme mentalmente con él. Me hacia mucha compañía cuando me quedaba a solas. 

-Muy bien gracias. -No podía evitar sonreír cada vez que Jacob entraba al cuarto. Su presencia era muy agradable y a pesar de ser demasiado mayor para mi no podía evitar sentir mariposas cuando sonreía. -Oye, ¿te puedo preguntar algo? -Asintió sorprendido y tomó asiento en el sofá. -Espero no parecerte muy atrevida o entrometida pero, ¿cuántos años tienes?

-¿Por qué lo dices? -Dijo entre risas.

-No te ofendas pero me pareces muy jóven para ser neurólogo.

-Bueno muchas gracias. -Entrelazó las manos sobre el regazo y adoptó una postura más cómoda. -Si, el caso es que me adelantaron un par de años en el instituto debido a mi nivel. Me gustaba mucho estudiar y de hecho me sigue gustando. -Hizo una pausa y me miró fijamente como esperando algo por mi parte. -¿A ti te gusta estudiar Aria?

-Mucho. -Sonreí. Se levantó y se sentó en la cama junto a mis piernas.

-Pues si no comes bien, te va a costar recuperarte y volver a clase. -Ambos nos miramos durante un instante en silencio.

-Tiene razón, tengo muchas ganas de que te recuperes y podamos salir de este zulo. -Ethan consiguió sacarme una vez mas de mi embobamiento con el doctor y reaccioné. ¿Podamos? ¿Nosotros? le pregunté mentalmente. -A ver, ¿cómo piensas salir de aquí sin mi si me llevas dentro? - Ethan lo primero que haré cuando salga de aquí será ir a un psicólogo y librarme de ti. -Bueno, no creo que sea precisamente un psicólogo lo que te haga falta para eso.

-Me toca a mi preguntarte algo Aria si no te importa. -Esperó una respuesta por mi parte y simplemente asentí. -¿Has experimentado... no se algo... desde el accidente?

-Algo, ¿como qué? -Pregunté mientras abría la tapa de mi yogur de coco.

-No sé, mareos, dificultad para hablar, amnesia temporal... -hizo una pausa corta y me miró expectante. -¿voces?

Esto último hizo que me atragantase con la primera cucharada de yogur. No quería que me tomara por loca o algo peor, ¿quién sabe? lo mismo hasta me ingresaba en la unidad de psiquiatría así que me aclaré la garganta y bebí un trago de agua.

-Pues la verdad es que no.

-Mentirosa. Solo intenta ayudarte, además pensé que querías "librarte de mi". ¿Por qué no se lo dices? -¿A qué tanto interés en que se lo diga? No necesito que piense que estoy loca. -¿Te gusta?

Noté el calor en mis mejillas y no contesté, Ethan no necesitaba detalles de mi vida personal. Al principio, cuando desperté, procuraba ignorarlo en la medida de lo posible pero no resultó. Me daba los buenos días y las buenas noches y de vez en cuando contestaba a mis pensamientos, a conversaciones que tenía conmigo misma. 

-¿Me prometes que cualquier problema o síntoma que tengas me lo cuentas? -Asentí y me terminé el desayuno. Algo en él había cambiado. ¿Acaso sabía algo? -Volveré más tarde y daremos un paseo hasta rehabilitación.

Se levantó y cogió la bandeja vacía del desayuno.

-Jacob. -Se paró en seco antes de salir por la puerta. Quería hacerlo, quería decírselo.

-¿Si? -Me miraba expectante.

-Quiero dar un paseo, ahora. -Me arrepentí en el último momento. En su cara se plantó una semilla de decepción. 

-De acuerdo, voy a mandar a una enfermera a que te prepare y después vendré a buscarte.

Abandonó la habitación y me quedé completamente sola. Bueno, casi sola.

-A pesar de ser muy joven para ser médico especialista, es muy mayor para ti.

-No me gusta. -Hablé en voz alta, me resultaba menos extraño.

-No intentes engañarme. Estoy en tu cabeza, en cada una de tus neuronas, estoy en tu cuerpo, en cada una de tus células. Puedo ver, sentir y oír todo lo que tu ves, sientes y oyes.

-¿Ver? Es decir, si yo me ducho o me miro desnuda al espejo, ¿tu puedes verlo también? -Me sentí avergonzada por mi propia pregunta pero tenía que saberlo. 

-Bueno de momento, no sé porque solo puedo oír lo que tu oyes, supongo que es cuestión de acostumbrarse a tu cuerpo.

-¿Acostumbrarte? Ethan, necesito saber algo. ¿Qué eres exactamente? ¿Y Por qué a mi? -Se hizo una pausa entre nosotros. Un silencio pesado que empezaba a agobiarme.

-Me imagino que habrás oído hablar de fantasmas, ya sabes... Gente que ha muerto y se ha dejado "un tema pendiente" que vaga por el mundo. -Hizo una pausa esperando mi respuesta pero me limité a escuchar lo que decía. -Bien pues soy algo así como un alma que no ha pasado al otro lado. Pero yo tengo más de dos mil años.

Me quedé en completo silencio. Mi mente estaba completamente bloqueada. El miedo se apoderó de mí y la cabeza me daba vueltas. ¿Estaba poseída o algo asi? 

-No soy un espíritu malo, solo que necesito un cuerpo para esconderme.

-¿Esconderte? ¿De que? ¿Por qué el mio?

-En muchas ocasiones cuando "tomo" un cuerpo, le salvo. Muchos de los cuerpos que he tomado a lo largo de mi existencia han sido cuerpos que se han quedado sin alma tras una muerte, y yo me he apoderado de todos sus recuerdos y de su vida y he conservado el cuerpo y la felicidad de su familia unos años más.

-¿Es mi caso? 

-No del todo, en realidad yo no elijo los cuerpos que tomo, siempre resido los cuerpos por alguna razón en concreto que solo descubro con el tiempo pero siempre se trata de hombres. De hecho es la primera vez en más de dos mil años que llevo haciendo esto, que me despierto en el cuerpo de una mujer. 

-¿Por qué? 

-No lo sé.

Alguien llamó a la puerta y acto seguido entró una auxiliar. Una mujer bastante mayor, bajita y robusta con el pelo recogido en un moño bajo y un estetoscopio colgando del cuello.

-Buenos días Aria. ¿Qué tal te encuentras hoy? Me ha enviado el doctor Jacob a prepararte. 

-Hola, hoy estoy mucho mejor gracias.

Me ayudó a incorporarme y me cambió el pijama. Me peinó y me ayudó a asearme.

-Muy guapa, el doctor llegará en seguida. -Abandonó el cuarto y me quedé en sumo silencio esperando al doctor que no tardó en llegar.

A Ciegas.Where stories live. Discover now