La Amenaza

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Miraba hacia todos lados, mi padre estaba sentado en su sillón y seguía fumando su costoso puro y bebiendo su coñac y por otro lado mi madre se encontraba en la ventana principal  espiando y mirando de vez en cuando a través de la ventana  para ver si algún vecino se encontraba fuera, ella se encontraba preocupada que alguien viera tal escándalo, ya que para mi madre la reputación es algo muy importante dentro de la sociedad. Arthure me miraba mientras  trataba de hacer que los enfermeros me dejasen pero nada parecía funcionar, ellos estaban cumpliendo su cometido y nadie los podía detener. Los enfermeros se estaban acercando cada vez más y más  a la puerta de entrada, para así llevarme al hospital psiquiátrico por medio de su camioneta, así que Arthure se detuvo y comenzó a buscar algo en sus bolsillos. No podía ver bien que era pero pasaron unos cuantos segundos en lo que se tardó  en conseguir lo que queria. Era su cartera, saco su identificación oficial y se dirigió  hacia los enfermeros, se colocó frente ellos evitando que pudieran avanzar. Arthure extendió su mano y les entregó su identificación. El chico de test oscura me tomo fuertemente el brazo  con su mano derecha y estiró  su mano izquierda para tomar la identificación de Arthure. El hombre leyó la tarjeta y se quedó pasmado por algunos segundo e inmediatamente a su reacción me soltó del brazo.

- Una disculpa Señor Sweght, no tenía ni idea que era usted. De haberlo reconocido no me hubiera comportado de esa manera- Dijo avergonzado mientras sacaba de su bolsillo un pañuelo y limpiaba las gotas de sudor que caían sobre su rostro.

- ¿Que.. Qué sucede?- Pregunto mi padre, mientras miraba a Arthure extrañado.

- Lo siento mucho Señor Steward, Temo decirle que no podremos llevarnos a Sinéad.

- Pe... Pero, ¿Por qué? Si no mal te recuerdo pague una cantidad muy elevada por los servicios de este Hospital. Ustedes deben de respetar y cumplir con sus servicios- Dijo molesto. Mi hija está enferma y necesito que reciba ayuda especializada.

- La única ayuda especializada que necesita Sinéad que ustedes pasen tiempo con ella y que le brinden apoyo y amor. Sinéad no está loca, ella necesita atención- Dijo suspirando

- hahaha- Río  Y, ¿Qué va a saber usted de hijos si ni siquiera tiene uno?
- Pregunto mi padre con voz burlona

- Tal vez tenga razón señor Sweght, No tengo hijos, pero soy un psicólogo y  Medico psiquiatra especializado en adolescentes.

- y es el mejor- Exclamó el chico de piel oscura- Por Dios señor, soy fanático de sus libros, tengo la coleccion completa, usted es mi ídolo

- Muchas Gracias- Dijo Arthure.
No sé pueden llevar a Sinéad, ¡por Dios Señor Sweght! no creo que ni usted, ni su esposa quieran afrontar cargos legales por falta de atención a un menor  y abandono de hogar. ¿Cierto?  Y tampoco creo que ustedes quieran perder su trabajo, ¿Verdad?

- claro que no- asintieron los dos enfermeros asustados

- Bien, creo que ya está. Pueden retirarse- Exclamó Arthure seriamente.
Los enfermeros asintieron y  salieron inmediatamente por la puerta, estaban tan asustados que era como si hubiera visto al diablo, No creo que Arthure tuviera tanto poder y controlará todo. ¿O si?- Me pregunté

Los enfermeros salieron por la puerta y sin decir palabra alguna  se dirigieron a su camioneta y se fueron, En verdad  era una escena épica. Mi padre, mi madre y yo nos quedamos boquiabiertos de ver el  poder tan grande que Arthure poseía.

- ¡Pero qué mierda es esta!- Exclamó mi padre furioso- No puede ser posible que venga un extraño a amenazarme a mi propia casa. ¿Saben que? Se pueden ir al diablo todos ustedes, hagan lo que quieran, ya no me importa- Mi padre se levantó de su sofá, se fue hacia la puerta de la entrada, tomo del perchero su gabardina negra y su sombrero y salió por la puerta,  Podía apostar cualquier cosa a qué se iría a su bar favorito que se encontraba Mas o menos a 2 horas lejos de casa, en las afueras de la ciudad. Allí se emborrachaba hasta perderse y pagaba dinero a un mesero  o al chico del ballet para que lo trajera y a su auto cuando el perdía el conocimiento gracias al alcohol, ya había pasado  varias veces. Mi madre como siempre, con lágrimas en los ojos salió por la puerta justo detrás de mi padre, rogándole que de detuviera y que se quedará pero mi padre no le importó en la absoluto, solo se dirigió a su auto y posteriormente se fue. Mi madre entró corriendo, tomó las llaves de su auto que se encontraban en la vasija de cristal sobre la mesa de la entrada, salió, posteriormente cerro la puerta y se fue. Y allí nos quedamos, Arthure y yo solos...

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