Capítulo 1: 1, 2, counter punch!

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Jab!

Félix golpeó de nuevo su puño contra los guantes de su entrenador, los pies bailando alrededor del cuadrilátero así como sus manos moviéndose de atrás hacia delante mientras atacaba.

Smack!

La cinta de la frente, así como sus guantes y pantalones se empezaban a llenar de sudor mientras que de su boca salían suspiros y gemidos y su lengua rogaba por algo de agua.

Smash!

Hacía tiempo que su camiseta blanca estaba empapada así como sus pantalones naranjas se le pegaban al cuerpo de manera incómoda. Las ampollas de sus pies empezaban a doler debido a sus deportivas gastadas que no podía reemplazar.

Pero todo eso no le impidió continuar. La adrenalina viajaba por sus venas, el ritmo se introducía dentro de su sangre, ese familiar sentimiento de éxtasis que le recorría cada centímetro de su piel. Le hacía sentir libre, le llenaba de ese sentimiento que todo el mundo buscaba. El dolor de sus pies, de sus hombros, el cansancio apoderándose de los huesos y músculos, todo esto era como una droga para Félix, se sentía invencible, imbatible.

Se sentía vivo.

Había algo entrenando en el estadio, algo acerca del poder que llegaba con cada golpe, algo sobre la manera de gruñir que salía de su boca sin que se diera cuenta, era algo que Félix había buscado siempre. Se encontraba bien y centrado en esas sensaciones que aparecían al empezar a mover los pies, eran como fuegos artificiales explotando a su alrededor mientras lanzaba puñetazos alrededor del cuadrilátero sin tener que pensarlo.

No importaba cuantas horas entrenase, cuantos largos años le hubiese dedicado, cuantas veces se hubiera rendido, Félix nunca se cansaba de boxear. Era su pasión, su llamada, su razón de vivir, y estaba decidido a perseguir ese sueño hasta el fin del mundo.

Y es por esto que aún estaban él y su entrenador en el gimnasio a las dos de la mañana, ambos cansados y doloridos pero decididos a continuar. Félix tenía algunos combates a la vuelta de la esquina, unos combates en los que podría ganar algo de atención y ser conocido así que era importante estar en buena condición. Cada día se acercaba más y más a ser capaz de conseguir algo con su carrera de boxeo y se negaba rotundamente a malgastar cualquier segundo disponible.

Así que continuaron, el sonido del reloj era reemplazado por fuertes respiraciones y gotas de sudor que caían al suelo a cada rato.

Para cuando terminaron, habría pasado una hora por lo menos. Félix decidió dejar por hoy el entrenamiento bebiendo una botella de agua entera de un trago para después quitarse los guantes jadeando, siendo consciente de las marcas que la larga sesión le ha dejado. Su entrenadora, Jeongyeon, estaba cerrando y apagando las luces gritándole a Félix algunos consejos para poder conseguir mejores probabilidades contra sus oponentes. Félix asintió, demasiado cansado como para dar una respuesta verbal pero aún así queriendo hacer ver a su entrenadora que la escuchaba con atención.

Le sonrió cansada mientras él se cambiaba a una camiseta grande a rayas blancas y negras y se colocaba un gorro negro en la cabeza cubriendo su cabello de color gris ceniza. Su cadena de plata ya colgaba de su cuello tambaleándose juntamente a las cadenas de sus pendientes. El tatuaje de su hombro estaba casi cubierto, solo sobresalía una pequeña parte por debajo de la manga, dejando ver solo un poco de la constelación que se había dibujado en su piel.

"¿Vas a estar bien yendo por ahí a estas horas?" Le preguntó Jeongyeon cuando este se levantó y cogió su mochila mirándola cuando ésta termino de ordenar sus llaves.

"Siempre estoy bien, noona" dijo sonriendo ligeramente, aliviando sus preocupaciones mientras se dirigían a la salida. "Sabes mejor que nadie que sé como defenderme."

I'm a Youth that can Fly Anywhere - JeonglixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora