SANDRA
Me había desmayado.
Y eso que era agradable y sedoso, como la libertad de ese diente de león llevado por el aire, sin importar la lluvia.
Desperté, obligándome a pestañear varias veces por la claridad de mi ventana con sus cortinas corridas por la mañana, en la holgura y comodidad de mi cama.
Mi habitación.
Y aunque mi acolchado me cubría, pero sin mis zapatos, seguía totalmente vestida bajo ella.
Mi frente ardía sin fiebre y mi cuerpo entumecido.
No entendía nada.
Realmente, nada.
De todo lo de anoche a la salida de la práctica del teatro.
Y me sobresalto, ante lo único que me preocupa en la confusión que es toda mi cabeza, causando que vuelen la sábanas al levantarme de golpe y suspirar de alivio, al verlo apoyado en el piso y contra los pies de mi cama.
Lo abrazo, exhalando aire.
Mi violín, dentro de su estuche.
El vidrio de mi ventana muestra huellas de humedad por la lluvia de lo que fue toda la noche, siendo señal de que no todo lo que pasó fue un sueño.
¿O pesadilla?
Y me derrumbo sobre el piso, sin abandonar mi violín querido.
Solo pocas nubes grises sobre la mañana soleada, que aparenta ser el día de hoy.
Pero...
¿Un cansancio extremo, puede hacer divagar tanto?
El accidente fue un hecho y alguien me salvó.
Me pongo de pie y me acerco a la ventana, para mirar a través del vidrio hacia afuera.
¿Desfallecida le dije a esa persona, dónde vivía y me trajo?
Y dos cosas, me alteran.
La primera volteando y verificando, mi juego de llaves en la mesa del pequeño comedor que ahí está.
¿Tendré que cambiar, la combinación de la cerradura por seguridad?
Y la segunda, que me termina de confirmar que en toda esta ensoñación, mucho de real.
Lo busco por todos lados y hasta abajo de mi cama.
Mi paraguas amarillo, no está por ningún lado.
- ¡No jodas! - Nazareno, lo más cercano a un mejor amigo y compañero de música, me dice caminando a mi lado y hora después.
La continuación de la práctica es después del mediodía y ya, con el escenario armado con el ballet.
Suficiente tiempo, solo para una buena ducha caliente como reparadora y vestirme tomando a la velocidad de la luz mientras lo hacía, de un té con limón y miel, previniendo síntomas de resfrío por lo que fue anoche.
- Te lo juro... - Le afirmo contándole lo sucedido anoche, mientras aceptamos de un vendedor ambulante de café, dos vasos bien calientes.
- Si hubiera ido ayer... - Murmura descontento, mientras caminamos despacito por cargar él su violonchelo a sus espaldas. - ...entonces yo, te hubiera acompañado y...
- ...y habríamos sido los dos atropellados por esa ambulancia o tal vez tres, por esa persona que me salvó, sin poder con los dos... - Interrumpo.
Y se detiene para mirarme y acomodar mejor, su pesado instrumento.
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Caín, la sombra de un caído®
FantasíaSINOPSIS Dios y el Diablo, uno frente al otro. Un día, jugaron una pulseada. Fue el séptimo día. El domingo. El que se creó, para descansar. Y apostaron. Por mí... ¿Cómo un ángel, en tu camino? ¿O bien, como el demonio que te inci...