CAPITULO 9

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CAÍN

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CAÍN

"- ¡Abel! ¡Abel! - La voz maternal se escucha, mientras sus pasos aumentan por sentirse que sube unas escaleras. 

La puerta de la habitación se abre de golpe por ella y me incorporo de la cama.

¿Estaba durmiendo?

Procuro ver lo que me rodea y noto, pese al sueño que tengo, que es la de un niño.

Juguetes desparramados.

Paredes con guarda del universo y cohete espacial atravesando el mismo.

Algunas prendas tiradas también, cual esa mujer sonriente al entrar, las alza para poner en una silla en madera y tono celeste mientras camina decidida a la ventana para correr las cortinas con dibujos de un programa infantil.

Ese movimiento de golpe, causando que el sol de la mañana entre con fuerza, me hace frotar mi ojos.

Creo.

No lo sé.

Pero noto que la cama, también lleva que la frazada con temática infantil y espacial.

- ¡Abel a despertar, amor! - Camina hacia un mueble y saca algunas ropas de uno de sus cajones, para retener en su mano y me mira. - ¡Hoy, día de playa con los primos y tíos! ¡Eres el único que sigue durmiendo, cariño! - Ella sonriente me amonesta  con ternura, viniendo hasta donde estoy y con un amoroso beso en mi frente, me deja sobre mis pies desnudos y descubriendo con ello que llevo pijamas infantil, una muda de ropa de pantalón blanco de playa y camiseta de color mangas largas. - ¡Vamos Abel, vístete que el desayuno está listo en la mesa, para salir al paseo que tanto esperaban! - Feliz exclama y tomo sin mucho comprender la ropa, mientras la veo con actitud de caminar nuevamente a la puerta para marcharse.

Pero se detiene al notar mi paraguas amarillo contra la pared y niega divertida, tomándolo.

- Hará falta si el tiempo cambia, que ojalá no. - Ríe, mirando fugaz la ventana con el esplendido día.

No hablo, pero ella.

Esa joven señora maternal, otra vez sí, y para voltear ya sobre esta a medio abrir.

Su largo pelo rubio natural y de un casi blanco por ese movimiento, vuela suave tras sus hombros y descubriendo en su totalidad, su rostro hacia mí.

Es bella, lo siento así y hasta juraría que para mí, la mujer más bonita del mundo.

Me mira a través de sus ojos muy claros.

- Abel, el amor es todo... - Me dice entusiasmada sin comprender, pero asiento, bajando y subiendo mi barbilla igual. - Prosigue. - ¿No lo olvides, si? - Vuelvo a afirmar y ella como respuesta cariñosa me sonríe más, antes de irse definitivamente cerrando la puerta tras ella, provocando que de amor, mi corazón apriete de puro latidos del mismo sentimiento.

Caín, la sombra de un caído®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora