Cap.1: ¿Todo bien?

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—¿Como se siente volver a casa?— me pregunta mamá a través del teléfono. Veo la casa a mi alrededor, y cierro los ojos.

¿Casa? Hace tiempo no sé que es eso. Pero mamá no lo sabe.

—Genial, no puedo esperar a desempacar y volver a la rutina— aunque mamá no entiende el sarcasmo, al instante me siento mal— Escribir un poco más me hará bien.

Cariño, acabas de regresar de tu gira del libro, deberías descansar de eso— ruedo mis ojos, y una vez más, agradezco que ella no pueda verme.

—Mamá, tendré mucho tiempo para descansar cuando muera— Porque ¿de que otra manera le digo que no descanso desde hace años, que apenas pego un ojo en las noches?

Cínica, casi ni parece que fuiste tú quien escribió ese libro— me río.

—Te dejo, hablamos luego— ella hace un sonido con la boca.

Tú padre te manda saludos, come bien, cuídate cielo— el nombramiento de mi padre me hace fruncir el ceño, pero no digo nada, solo corto y ya.

Visualizo el panorama, mis maletas en el piso, la sala con el ventanal que da la vista al lago, y toda la casa tan tranquila como siempre. Tan tranquila.

Presiono el botón de la contestadora.

Usted tiene 3 nuevos mensajes sin escuchar— el pitido suena— Jane, es la doctora Hansen, me gustaría que volvieras a consulta lo más pronto posible, llama a Kena para concretar una cita, y gracias por el libro, es una verdadera obra de arte— sonreí al momento que mencionó el libro, ella tendrá una idea por lo que he pasado —Espero verte pronto, J— el pitido vuelve a sonar— Holis loquis, ¿ya volviste a casa? No me has contestado el celular, ya me empezare a preocupar— se escucha su risa —Llámame apenas escuches esto, tengo mucho que contarte, Love you— otro pitido suena— Ja- lame- lo— un último pitido suena— Ya no tiene nuevos mensajes.

De inmediato le escribo a Kena, la secretaria de la doctora Hansen, mi terapeuta, para concretar la cita. Al finalizar, camino a la cocina y me preparo un batido y un sándwich, mientras llamo a Ashley, mi compañera de piso y mejor amiga.

Activo la video llamada.

Holis, hasta que por fin me hablas— Lo primero que veo es su gran sonrisa— Pensé que había perdido a mi mejor amiga en alguna convención de libros— se ríe.

—No me perderás ni aunque lo desees— le contesto de vuelta— ¿Donde estás? ¿Sigues en California?— ella hace el ademán de llamar a alguien detrás de mí.

Sí, estaré aquí un par de días más, volviste antes, no me dijiste nada, mala amiga— hace un puchero que la hace ver adorable.

—No podía esperar a volver, ser famosa me tenía un poco exhausta— le digo con falsos aires de grandeza. Ella rueda sus ojos.

Claro, la introvertida soy yo, ahora tengo una mejor amiga famosa— le dice a alguien nuevamente atrás de mi.

—¿Con quien estás? Llevas rato hablándole a alguien que no puedo ver— digo un poco fastidiada.

Es alguien que seguro conoces, es de nuestra ciudad— los nervios se me ponen de punta.

—¿Qui-quien?— voltea el teléfono.

Hola Jane ¿todo bien?— sus facciones son más pronunciadas, su cabello está largo y definitivamente está más alto y apuesto, me he quedado sin palabras y mi corazón empezó a latir con fuerza. Me pongo nerviosa al instante. Mis manos empiezan a temblar y mi pecho empieza a doler, no, no ahora.

—Hey, Dean, sí todo bien— las lágrimas se quedan trabadas en mi garganta y no puedo respirar— Ash, te llamo luego nena, debo darle de comer a los perros— invento lo primero que se me viene a la mente.

—¿Adoptaste perros?— dice entusiasmada, a lo que corto.

Dean.

Dean Forrester.

El chico de mis poesías.

Mi pecho duele con intensidad, y como es costumbre en cada crisis, llamo a Francois. En Lyon, ya es tarde pero sé que él me contestará.

Bon nuit— es lo primero que dice al ver su cara en la pantalla, de inmediato nota mi cara roja y mis lagrimas— ¿Estás bien? Jane— y en lo que hace la pregunta, me vuelvo a partir.

Mi corazón duele.

Dean ha vuelto, y no sabe de mí.

El libro de poesías de Jane.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora