-Samanta, son las 6:30, llegarás tarde a clases -dice mi padre desde el otro lado de la puerta.
Suspiro y me levanto, es más interesante el techo de mi habitación que la escuela.
-Samanta, es la última vez que te hablo -habla con tono de advertencia y casi suena igual que mamá. Otro suspiro se escapa de mi boca.
-YA PAPÁ, ESTOY DESPIERTA - grito de vuelta y empieza mi rutina diaria.
Media hora más tarde estoy corriendo hacia mi primera clase, geometría y trigonometría. Genial. El profesor me odia.
Llego justo a tiempo al salón de clases. El maldito del maestro me mira con una sonrisa forzada, odia no regañarme por las mañanas y justo ahora no tiene ningún motivo para reprenderme.
No entiendo porque me odia, saco buenas notas en su clase, no hablo y presto atención. Es una incógnita demasiado grande que no me apetece resolver.
-Valdez -me llama el viejo-, por favor cambia de lugar con Marieta.
Maldito.
A los demás si les habla por su nombre, nada más a mí me llama por mi apellido.
Veo a Marieta y veo que se encuentra en el primer asiento de la fila.
-Disculpe profesor -le digo -, no creo poder cambiar con mi compañera, por si no ha prestado atención, ella usa lentes por lo tanto no creo que sea conveniente para ella sentarse en el último lugar.
Marieta asiente rápidamente y el profesor la mira.
-Bien -dice sin más. Creo que le gané, pero cuando me siento me habla de nuevo.
- ¿Sí, profesor?
- Carlos cambiará de lugar contigo -dice con la misma sonrisa forzada. Maldito viejo...
Accedo y me muevo de lugar, ningún maestro me había molestado tanto con tan solo unas palabras, es tan aggh.
Me siento en el primer asiento de la tercer fila, a la vista del maestro, y miro a mi alrededor. Cerebritos del lado izquierdo y raros del lado derecho. Fantástico.
El asiento de mi lado está vacío, y coloco mi mochila ahí.
El maestro no despega su vista de mí y eso me pone incómoda. Me remuevo en el banco y espero a que inicie la clase.
Cuando la clase lleva 20 minutos de iniciar tocan la puerta, es un alumno, sé quién es sin siquiera verlo, Amador Santillana alumno un poco rebelde, guapo, inteligente y atlético. Wow, el típico chico que se enamora de la nerd en los libros. Sé que es él porque siempre llega tarde a la primera clase.
El profesor Quintana lo deja pasar sin decirle nada y él busca asiento. Mierda, viene hacia mí. Me pongo cada vez más nerviosa conforme se acerca, porque sí amigos, a mí también me gusta. O bueno, eso creo.
Me ha gustado desde secundaria y ya estamos en preparatoria, genial ¿no?
-.... por favor -me dice y yo despierto de mi trance de nerviosismo.
- ¿Qué? -digo y si fuera de tez blanca estaría hecha un tomate. Sentimientos idiotas.
El hace cara de fastidio pero me repite lo que dijo.
. -Qué si puedes quitar tu mochila de mi lugar -dice remarcando su "mi", Amador idiota.
Coloco mi mochila en el suelo y me doy cuenta de que él se sentará a mi lado desde ahora, tremenda mierda. NO PODRÉ PRESTAR ATENCIÓN.
-Valdez, no hables en clase -dice el profe desde su lugar.
-No estaba hablando -digo en voz baja para que nadie me escuche, pero al parecer el maestro escucha.
- Una palabra más y te castigo -dice desafiándome con la mirada.
-Pero no he dicho nada -protesto.
-Castigada, mañana a las 2:30, aquí - dice
¿QUÉ RAYOS? NO HICE NADA. Quiero gritarle pero sé que eso empeorara las cosas.
-Lo siento profesor, creo que la está castigando injustamente- dice Amador a mi lado, con una voz que podría convencerte de cometer un acto suicida -, en todo caso yo también debería ser castigado porque yo la hice hablar.
Maldito Santillana, como te odio, a ti y a tu estúpida forma de tenerme enamorada de ti.
-Tienes razón, estás castigado, mañana a la misma hora que Valdez -dice el maestro sin vernos.
La cara que pone Amador vale oro, creía que me iba a salvar de las injusticias y del odio del maestro. Solo ruedo los ojos y niego con la cabeza. Gracias pero sigue intentando.
****
Las clases acaban a las 2:00 p.m. y tengo 30 minutos libres antes de que tenga que cumplir mi castigo mañana. Serena, mi única verdadera amiga, no vino a clases y tengo que soportar a las pesadas de Alexa y Rebeca, no me caen tan mal, es solo que son muy.... hmm ¿cómo lo explico?
Son unas muñecas totales y falsas, por el contrario Serena es muy sincera y original. Como le digo, ella no tiene pelos en la lengua.
Alexa y Rebeca hablan sin parar de moda y manicuras, algo muy cliché ¿no creen?
Realmente no considero un mal tema de conversación el que tienen, las mujeres tenemos algunas necesidades, no podemos catalogar a las mujeres por sus gustos ni por como visten.
No prestaba atención a la conversación ya que estaba viendo a los alumnos salir de la escuela, en eso veo a Amador con una chica. Vaya, no era raro verlo con una chica, lo raro era verlo detrás de ella, como si le estuviera pidiendo algo, era una chica bajita, no era la más extravagante, ni muy linda, era diferente al tipo de chica con quien Santillana solía salir, todo lo contrario.
No le tome importancia y decidí irme a casa, después descubriría el nombre de esa chica.
-Nos vemos mañana -dije y tome camino.
Me gustaba caminar a casa, no estaba muy lejos y al caminar me gustaba pensar, la mayoría de las decisiones importantes las había tomado mientras caminaba, no es que tuviera que tomar muchas de esas, pero si había algunas.
A veces me inventaba historias, de mí o de alguien más. Hacia diálogos que quería tener con algunas personas. Serena siempre me dice que estoy loca, de cierta forma tiene razón y no la culpo por pensar eso.
Entonces Santillana y esa chica vienen a inundar mi mente.
Quizá debería decirle que me gusta y preguntarle directamente por la chica.
Tal vez me acepte y quiera ser mi novio.
Reí internamente.
Nah, estaba loca.
Suspiré.
No soy su tipo, tampoco me veo con él. Tal vez debería rendirme, aunque nunca he luchado por nada.
Algún día me verá como alguien importante. Lo sé.Eres tan contradictoria, Samanta.
Sentimientos idiotas. Esperanza idiota. Pensamientos idiotas.
Se me escapa otro suspiro, últimamente solo puedo suspirar.
Escuela idiota.
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Antagonista.
RomanceEstoy cansada de siempre quedar como la mala, todos la ven a ella. ¿Cómo es qué no notan que mi mundo se derrumba?