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 –Nunca digas nunca –dijo Marcos.

–Lo gracioso es que dije "jamás" y no "nunca" –le explico.

****

Han pasado 5 días desde que conocí a Marcos y no he vuelto a saber nada de él. Vive a sólo una calle de mi casa, pero me da pena ir porque no tendría nada de qué hablar con él.

A Santillana lo he estado esquivando, sólo lo saludo con un asentimiento y casi huyo de él como si fuera la lepra. Blanca me ha estado observando mucho y no sé cómo reaccionar. Serena dice que tal vez está celosa porque me miró con su no novio y yo pienso que quiere que la ayude a quitárselo de encima.

Reviso mi teléfono por sexta vez en 10 minutos.

–Ya basta, estás cómo loca revisando tu celular, ¿quién te va a llamar? ¿Acaso Shawn Mendes tiene tu número y esperas un mensaje? Porque solo de él valdría la pena estar en ese tipo de crisis – la chica sí que habla rápido, caramba.

En realidad estoy esperando que Marcos me mande mensaje.

Necesito opinión masculina para saber cómo tengo que decirle a Amador que me gusta.

Sé que dije que jamás lo haría pero pensándolo bien si lo haré.

Cambié de opinión tan rápido cómo flash recorre 1 kilómetro.

He estado ida todo el día pensando en de dónde sacar bastante coraje para decir todo, esa era mi cura, decirlo y darle un fin a todo.

Voy caminando por el pasillo cuando siento que alguien choca conmigo, para mi suerte me tambaleo y caigo sobre mi trasero.

Bufo y veo a la persona causante.

Mierda. Es Blanca.

Acepto su ayuda y un poco incómoda esquivo esa extraña mirada que me ha estado dando desde ese día.

–Lo siento –dice y me levanta. A cambio sonrío y sacudo esa tierra imaginaria de mi falda.

–No te preocupes, gracias por ayudarme –digo y no sé porque presiento que quiere decirme algo. Me quedo parada frente a ella, mientras la observo morderse el labio, esperando que me insulte o me pregunte por qué estaba con Amador ese día.

– Dilo. Cualquier cosa que quieras decirme, dímelo, tengo cosas que hacer –No sé si fui muy brusca pero tenía que encontrar a Marcos.

Ella abrió mucho los ojos.

– Yo sólo quería preguntar, preguntarte... eh –se muerde el labio, hace mucho eso, me he dado cuenta, me pregunto si me miraría igual de tierna que ella –, ¿qué eres de... mmm, Santillana?

Santillana ¿eh?

Por un momento quiero reírme por su manera de tratar de ocultar que le importa y la sonrisa divertida que se adueñó de mí se lo hace saber.

– ¿Qué somos? No creo que pasemos de conocidos –por su cara deduzco que en verdad le gusta, querida socia, dice mi subconsciente. – No te preocupes chica, tu querido Amador y yo no somos más que simples compañeros. Olvida lo del parque, fue una mera coincidencia.

Me acomodo la mochila al hombro, esquivo a Blanca y casi corro al parque. Necesito encontrar a Marcos y no puedo ir a su escuela.

****

Dos horas.

Dos horas han pasado y yo aún estoy esperando que Marcos pase por aquí.

Estoy por irme cuando alguien se sienta junto a mí y por un momento creo que es Marcos, pero no, es Santillana.

Antagonista. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora