9

31 5 2
                                    

Bendita cama.

Bendito viernes.

Bendito Amador.

Este día prometía cosas buenas.

 –Buenos días, Sam –dice Amador.

 Y su voz me dice que hoy será un buen día.

Murmuro un buenos días y trato de acostumbrar a mis ojos a la poca luz que hay en la habitación, me siento genial y con ganas de todo.

 –Dormí muy bien –dije con la voz entumecida.

Me miró con una sonrisa en su rostro, Oh Dios. Casi muero de un infarto de dulzura, estoy cómo debo estar; como una adolescente enamorada.

Y cómo nada es perfecto, a excepción de Dios Shawn Mendes…

 –Sam, salgan ya –dice mi padre desde el otro lado de la puerta con un tono de fingida advertencia. 

Sonrío ante la cara de preocupación de Amador.

 – ¿Cómo es que mi papá te dejó estar aquí? –cuestiono.

 –Él estaba muy preocupado por ti –dice rascándose la nuca –, y siendo sincero, también yo. Así que me dejó cuidarte por si tenías otro… ya sabes.

Asiento y un poco de pena se adueña de mí, nadie a excepción de mi padre y mejores amigos, me han visto en ese estado. 

 –Oki, el baño es al fondo de este pasillo. Iré a conseguirte algo de… 

 –No es necesario, ayer me trajeron algo de ropa para ducharme –objeta.

 – Que eficaz, me sorprendes Santillana.

El guiña un ojo y se va al baño. Yo me doy un baño en el baño que está en el cuarto de mi papá. Cuando entro a la habitación me encuentro con Amador ya vestido y husmeando en mi estantería.

 – No me sorprendería que te encontrara unas bragas mías en tu bolsillo –digo burlonamente.

 –Me llevo las de Bob Esponja ¿es un problema? –me sigue el juego.

 –Son mis favoritas, no puedes llevártelas y deja de ser un entrometido.

El alza una ceja interrogativamente.

Si digo que no me parecía lindo, mentiría. No era belleza extravagante, ni un Dios Griego, no puedo decir que era un Ares Hidalgo o un Patch. Amador Santillana tiene una belleza única y especial. Y vaya que él lo sabía.

 –Sólo observo un poco de tu “pequeña” colección –se burla.

Saca un libro que reconozco de inmediato.

 –Este parece el más viejo y el único maltratado. 

Orgullo y Prejuicio, mi primer libro en físico. Regalo de mi madre.

 –Primer libro en físico. No sabía cuidarlos en ese entonces. –dije secamente.

Le dije que saliéramos a la cocina y él dejó el libro en la mesita de noche. Miré una última vez hacia dentro de mi cuarto, ubiqué el libro y salí de ahí. Con la dedicatoria en mi mente y el corazón aún más herido que ayer.

***

El poco frio que ha hecho este Octubre me sorprendió porque usualmente el sol era abrazador en estas fechas. El viento helado erizo los vellos de mis brazos y envió escalofríos por mi espalda. 

 –Mierda–murmuré.

 – Tuviste que haber tenido por lo menos un maldito suéter limpio –reclama mi morena amiga a mi lado.

Antagonista. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora