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Mi nombre es Samanta Valdez Gonzales, tengo 16 años y un amor no correspondido.

No soy el tipo de chica tímida ni el tipo de chica Barbie, soy normal, un punto medio en todo. Estudio y no me va mal, tampoco soy la mejor. Tengo amigos, pero no soy popular. No es que quiera serlo, soy feliz así y no me quejo.

–Para ser tan distraída tienes suerte –dice Serena al verme llegar a la escuela-, de milagro no te ha ocurrido un accidente.

Ríe y me doy cuenta de que la echaba de menos. Estaba tan sumida en mis pensamientos que no la miré venir hacia mí.

Recibo su abrazo con mucho gusto, cuando termina de abrazarme me mira con cara interrogativa.

–Acabo de ver al idiota con mi hermanastra –dice y solo desvió la mirada-. ¿Están saliendo? ¿De qué me perdí?

Por eso se me hacía conocida, es Blanca, la hermanastra de Serena.

–En realidad no te perdiste nada –le digo, y es la verdad porque no pasó nada interesante ayer –, lo miré ayer salir detrás de ella, pero presiento que ella lo esquiva. ¿Ella no te contó nada?

– ¡Que va! Aun no me tiene tanta confianza, sólo me dijo que un chico tarado la estaba molestando, pensé que hablaba de Gil – dice haciendo un gesto raro. Alberto Gil es el tipo de chico que te molesta hasta por la más mínima cosa, si le gustas es peor, se los aseguro.

Todo el primer semestre me molesto por todo, resulta que le gustaba y yo lo odiaba. No es buena manera de llamar la atención de las chicas.

–Pues ya ves que no –contesto y nos encamino hacia el salón de química.

–No creo que Blanca caiga en sus redes.

–Si no es estúpida no va a caer –no veo a Blanca con un tipo como él.

–Te ves a ti ¿no, Sam? Con un tipo como Amador, claro, eres 100% su tipo. –pienso.

–Que no te afecte eso, él se pierde de tener una chica tan maravillosa como tú –me anima.

–No soy tan cool, comprendo si quiere salir con ella. Blanca es fantástica y tiene un carácter de ¡ay mamacita, enamora! – le digo y empieza a reír a carcajadas.

–Tienes razón, esa chica es un imán ardiente –me contesta y no miente, que ella no sé de cuenta de cuantos chicos andan tras ella es su problema.

Entramos a la clase y nos sentamos juntas.

Y así inicia mi día, no estará tan mal, siempre que esta Serena va bien.

Estar enamorada del mismo chico por 4 años no es nada bonito, menos si el chico ni siquiera sabe que existes.

****

Estoy esperando al profesor Quintana en su aula junto con Amador para cumplir nuestro estúpido castigo. Digo y pienso mucho la palabra "estúpido" ¿no es así? Sí, sí. Es mi palabra favorita.

2:35 p.m. el profesor no llega. Genial. Los nervios me están consumiendo, aunque no se me nota, sé controlar bien mis emociones, por lo menos la mayoría del tiempo.

2:40 p.m. nada.

Miro mi teléfono y veo mensajes nuevos de Serena.

Serena La Morena 7u7:

Suerte en el castigo nena jaja.

Disfruta al bombón idiota de Santillana.

No quiero ser tía, por el momento. Xoxo.

Maldita Serena, me hace los días.

A las 3:00 p.m. aparece el profesor Quintana con una escoba y un trapeador. Vaya, que puntual.

–Por el momento van a limpiar el aula –dice y me entrega la escoba a mí y el trapeador a Santillana.

Barrer el salón no es tan malo como acomodar los libros que hay en el armario del fondo, es un trabajo muy difícil a comparación de barrer.

Empiezo con mi trabajo para salir más rápido y no tener que dirigirle la palabra a Amador.

–Así que tú eres Samanta. –dice y siento su mirada recorrerme de pies a cabeza.- Samanta Valdez, amiga de Serena Quiroz.

Lo miro y alzo una ceja. Veo una sonrisa asomarse en sus labios.

–Un gusto, Santillana – le digo sarcásticamente.

–Mi nombre es Amador – responde y me guiña un ojo.

–Lo sé, hemos estado en la misma clase por más de 1 año y estuvimos juntos en secundaria – le contesto y sigo limpiando.

Me duele que haya muerto la poca esperanza de que el chico supiera de mi existencia. Malditos sentimientos.

No esperaba que el chico me hablara un día y me dijera que estaba secretamente enamorado de mí. Pero por lo menos esperaba que reparara en mi presencia.

–Lo siento, no recuerdo a una chica tan bella como tú en la secundaria. –dice.

–Eso es porque a esa edad solo mirabas tetas y traseros. –le dije y trato de esquivarlo.

Imposible, ya que se planta frente a mí y no me deja continuar.

–Wow chica, que agresiva. A mí me dijeron que eras más simpática.

–Ya ves que no – contesto y lo rodeo.

–Vamos Sam, yo solo quiero llevarme bien contigo, ser tu amigo y eso. –dice y se rasca la cabeza. ¿Es en serio? ¿Su amiga? Menuda cosa.

– Está bien, sólo deja que termine para largarme de aquí y de ahí puedes intentar ser mi amigo –le digo un poco irritada, porque ese salón me irrita demasiado, todo huele al señor Quintana.

– Ok, entonces vendrás conmigo al parque para tomarnos un helado – no fue una petición, fue una orden y no quiero admitirlo en voz alta pero mis piernas flaquearon.

Asentí y continuamos con el castigo.

Menuda mierda en la que me estaba metiendo.

Antagonista. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora