Y Había una pequeña historia que le habían contado a una pequeña estrella, sus ojos siempre se iluminaban al escucharla y le enseñaban que podía y debía ser valiente, siempre pedía que se la contara de nuevo y ahora se las voy a contar yo a ustedes:
Hubo una vez un ángel, él vivía muy feliz en el cielo con Dios y el resto de la corte celestial, pero él no podía ver lo que hacían los humanos no se le tenía permitido ir o observar al mundo mortal, esa no era su función. No había quien no fuese feliz en el cielo, no había razón para no serlo, porque allí no existía el dolor.
Él sin embargo tenía curiosidad por ver el mundo en el que vivían los mortales, otros de los ángeles juzgaron su deseo como imprudente y tonto, repitiéndole que no tenía nada que hacer allí, más él yendo en contra de ello fue y hablo con Dios pidiéndole que le ayudara con su deseo.
¿Hace falta decir que Dios si se lo permitió? Pues, eso, al atardecer ya el ángel estaba en la tierra oculto como un chico común. Poseía una belleza natural que pocos humanos tenían, era saludable y bondadoso. Pero solo tenía permiso para estar allí 7 días.
El primer día fue muy interesante para él, conoció tantas cosas y probó tantos deleites mundanos incluso hizo su primer amigo. Consintió que quizás los hombres y las mujeres no eran tan malos.
En el Segundo día.
En el Segundo día su "amigo" le llevó a un bar, allí se celebraría una fiesta, había alcohol, drogas y demás cosas. Nuestro ángel ahora humano, llamó la atención de todas las chicas de la fiesta y también algunos chicos, se destacaba en los juegos y parecía tener un don para que todo le saliera perfecto.
La cosa es que a las personas no les gusta quedar a la izquierda mientras otro se lleva toda la atención, no les agrada tanta perfección, y en las fiestas como esa cualquier cosa podría salirse de control.
En el tercer día una voz pregunto "¿Dónde estoy?" como escucharon, el dónde estoy, fue el momento en que despertó en algún lugar de la ciudad sin pantalones y debajo de un puente en el parque, su cabello antes negro lo habían teñido de azul y sus labios estaban pintados de rojo vivo, en lugar de camisa tenía un sostén rosado. Su cabeza tenía pesadez y su cuerpo estaba algo entumecido al levantarse.
Cuando salió del puente, muchas personas comenzaron a murmurar sobre su aspecto, reirse y tomarle fotos. Las madres que iba con sus hijos les tapaban los ojos, mientras los pequeños exclamaban con sorpresa "Mami, ¿Por qué ese muchacho está desnudo?"
Él estaba algo desorientado, así que solo caminaba como abstraído de la realidad, hasta que un chico lo llamó, era uno de los de la fiesta, recordaba su rostro vagamente. El chico estaba acompañado de otros cuatro, le dieron las felicitaciones por haber pasado un supuesto ritual que tenían ellos en su grupo.
Algo confundido por los métodos de ellos, pero ajeno a la malicia, aceptó inocentemente su respuesta y fue con ellos.
En el cuarto día fue el momento donde te enteras de algo y tu corazón late muy rápido, no sabes si estás enojado con los demás o contigo mismo por haber confiado, te sientes traicionado, decepcionado, y es una de las formas en que te puedes sentir más triste del mundo. Es un dolor muy crudo, es sentir que no puede confiar de nuevo, era la primera vez que él sentía dolor y tristeza.
Había publicado un vídeo de él haciendo diversas cosas, que para él era innombrables, eran pecados. Quizás no podría volver al cielo por culpa de ello. Estaba destrozado, herido profundamente.
Vagó solo por las calles durante horas, meditado sobre las cosas que había hecho. Al caer la tarde, enfrentó a aquél grupo que lo había hecho víctima de acusaciones infundadas. Pero el daño ya estaba realizando, temía que Dios no le recibiera, y se extrañaba de que no le hubiera hablado todavía.
En el quinto día se encontraba solo y herido, aún quedaban dos días, si es que no se quedaba para siempre. Desconfiaba de todo el que se le acercó, perdido alguien le encontró y muy a pesar de su recelo, le siguió notó la bondad de esa persona que le acogió en su casa por unos días, le dió comida, agua y ropa. Acompañó a esa persona en sus quehaceres, conoció a sus amigos. Estos también eran buenos, consistió que cada uno hacia de puro corazón las obras de misericordia.
Al atardecer se había alejado de esas buenas personas, quería caminar un rato, en eso se encontró una joven muy guapa, la cual estaba siendo atacada por un par de sujetos, el ángel lucho contra ellos y les venció fácilmente, la pobre chica se echó a llorar y le dió mil gracias antes de irse a casa.
Él quedó algo desconcertado, no pudo evitar meditar sobre ello de noche con la almohada.
El penúltimo día fue casi como el anterior, la esperanza renació en su corazón, se les había unido en sus labores, era un ángel en la tierra. Este día consiguió unos niños atacando a uno que era más pequeño, le defendió y dió uno de los mejores consejos que podrían darle.
En el último día a primera hora, justo cuando el sol se alzaba en el cielo, escuchó una voz, era una voz tan cálida, suave y profunda, escucharla era como una caricia al corazón y un deleite a los oídos. Dios, le preguntó, si ya había saciado su curiosidad y estaba listo, que el plazo se había cumplido. Él no entendió cómo es que todavía tenía derecho a volver, pero se limitó a asentir y seguir la voluntad del altísimo.
Los otros ángeles le preguntaron, "¿Qué tal fue?"
Y él les respondió, "El Espíritu de Dios aún mora en algunos"
Sonará como un relato muy triste, pero sin conocer la desgracia, es imposible apreciar la alegría de las cosas más pequeñas. Había que tener valor para enfrentar lo desconocido, para luchar por aquello que se quiere, y ser lo suficientemente fuerte para aprender que las cosas son mejores, que la esperanza no se podía perder.