Capítulo 17

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Narra Adrian

Tenía dos opciones: ponerme la camiseta de alguna banda para enviar un mensaje que solo Sybilla sabría interpretar, o ponerme otra, más aburrida, de preferencia negra, que no ocultara ninguna intención subliminal.

Suspiré y retrocedí un poco, en realidad, mis dos alternativas debían ser ir o no ir, pero por algún motivo mi subconsciente ya se encontraba en la fiesta, usando confusos métodos para llamar la atención de una chica que tuvo que adivinar mi nombre.

Entonces, sentí unos ojos fijos en mi espalda, a decir verdad estaba acostumbrado, pues la sangre divina que corría por mis venas me otorgaba un sexto sentido mucho más desarrollado, entre otras habilidades, y además, estaba acostumbrado a que los dioses vinieran a molestarme. Sin embargo, este encabezaba mi lista de indeseables, pues sus visitas rara vez tenían algo que ver con mi trabajo como herrero.

—Lárgate —dije, sin miramientos.

—Si me lo preguntas, todavía no te has puesto la de Pink Floyd —comentó Eros, revisando mi closet.

—No sé de qué me hablas —dije.

—De la fiesta de esta noche.

—No iré a ninguna fiesta esta noche.

—Irás a una fiesta esta noche, Afrodita meterá su mano, pero yo tengo un plan para ayudarte.

—No he pedido tu ayuda.

—No, pero sabes que soy el dios más generoso del panteón —dijo, apreciando su rostro en el espejo.

—El más insoportable, quizás —corregí—. Deja de meter tu nariz donde no te llaman.

Eros se acostó en mi cama, con las manos cruzadas bajo su cabeza, y las piernas estiradas, en una postura de total relajo.

—Sabes que Liz hizo un trato con Afrodita, para revertir tu maldición, pero tienes solo un año para logarlo —anunció.

Liz, su ex novia y una de mis únicas amigas, había hecho un trato con la diosa del amor y la belleza, la misma que había maldecido a mi familia por generaciones, para no poder encontrar el amor verdadero, en represalia, por ser los hijos bastardos de Hefesto, que heredamos parte de su poder.

Alguna vez creí que Liz sería capaz de romper la maldición, cuando Eros le dio parte de sus poderes, si lograba flechar a mi madre para que se enamorara de mi padre. Sin embargo, no fue suficiente, y ella llevó la promesa que me había hecho aún más lejos, haciendo un trato con la mismísima Afrodita.

Solo tenía un año, un año para encontrar a la chica indicada y ella, por voluntad propia, debía presentarse ante la diosa para suplicar su perdón.

El deseo de AfroditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora