Lisa se posó entre las piernas de Jennie, haciendo fricción con su propia entrepierna.
Se sentían excitadas, y un poco avergonzadas, al ser ésta su primera vez.
- Quiero entrar en tí, Jennie...– Lisa fue la primera en desistir.
- A-adelante.– Poco a poco la ropa fue disminuyendo, y sus cuerpos quedaban liberados para disfrutar de la sensación de sus pieles.
- Eres tan cálida...– Lisa besaba su cuello, mientras iba acercándose cada vez más a su centro con su miembro.
Cuando comenzó a entrar, besó lo mejor que pudo a Jennie, intentando distraerla del dolor.
Ambas sabían lo grande que era el miembro de Lisa, así que era bastante más fricción provocada.
La rapidez de sus movimientos de caderas fueron ascendiendo, y ya se podía escuchar el sonido de sus cuerpos chocando.
Comenzaron a sudar, y a soltar más gemidos a causa del placer.
Lisa sabía que era peligroso hacerlo sin condón, aún si Jennie se cuidaba, pero no les importaba. Ellas querían estar juntas de cualquier manera.
Cuando el placer ya no les pudo más, soltaron todos sus fluídos, intentando mantenerse fuertes.
- E-estoy cansada...– Dijo Lisa, derrumbándose a su lado.
- También yo...– Respondió cerrando sus ojos. Le dió la espalda, y Lisa la abrazó.– Buenas noches, amor.
- Buenas noches, mi amor...
Ese era el principio de muchos días juntas.
Gracias a ese chat, a esa valentía que tuvo Lisa para hablarle, y a ese gran encanto, se permitieron ser felices.
Lisa, aunque el miedo le ganaba, sabía que lo que para ella era un defecto, Jennie podría aceptarla, y ese era el motivo por el que se enamoró de ella; su gran corazón.