Veinte

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Kara no esperaba ver a la familia de Lena por segunda vez, pero aquí estaba. ¿Realmente había pasado solo una semana desde que los conoció? No podía creer cuánto había cambiado en esos siete días.

En aquel entonces, caminar hacia la casa sosteniendo la mano de Lena no había sido un gran problema. Curiosamente, pequeños gestos íntimos como ese se estaban volviendo más difíciles en lugar de más fáciles. El toque de la mano de Lena contra la de ella la hizo sentir un hormigueo, recordándole que si bien su relación era falsa, sus sentimientos ya no lo eran.

Casi se alegró cuando Lena la soltó para abrazar a sus padres.

–¡Felicitaciones por tu oferta sobre el libro, cariño!– La madre de Lena la abrazó, mientras que su padre le dio unas palmaditas en la espalda y agregó: –Estamos muy orgullosos de ti.

Lena brillaba visiblemente bajo sus elogios.

Entonces los Luthor se volvieron hacia Kara y la saludaron con una calidez que la hizo sentir culpable. ¿Estarían tristes cuando Lena les dijera que se habían separado?

–Alexander está afuera, preparando la barbacoa–. Su madre le dio un codazo a Lena. –Ve a saludar a tu hermano mientras Kara me echa una mano en la cocina.

Lena la miró con una arruga entre las cejas. –¿Esto se convertirá en un hábito? ¿Me estarás robando a Kara tan pronto como lleguemos?– Luego apretó los labios y guardó silencio, probablemente porque había recordado que esta sería la última vez que visitarían a sus padres juntas.

–Es una posibilidad–, respondió la madre de Lena con una sonrisa. Enganchó su brazo con el de Kara y la condujo hacia la cocina.

Kara tenía un poco de miedo de qué tipo de comida vegana saludable encontraría allí, pero no pudo evitar ser tocada por la forma en que Lillian la trataba.

Tazones de ensalada de espinacas y ensalada de col rizada se sentaban en el mostrador de la cocina, con el aderezo ya vertido sobre ellas, listo para ser servido.

Kara se volvió hacia Lillian. –¿Con qué necesitabas ayuda?

–Nada. Para ser honesta, solo quería un momento a solas contigo–. Kara tragó saliva. –No me mires así–. Lillian se rió entre dientes. –Pensé mucho en nuestra conversación desde la última vez que nos vimos, y creo que les debo una disculpa.

–Uh, ¿una disculpa?– Lillian no estaba hablando de la comida que le había servido, ¿verdad?

–Todavía creo que tú y Lena se están moviendo un poco rápido, pero Alexander señaló que estaba actuando como mi propia madre cuando Lionel les pidió a mis padres mi mano en matrimonio–. Una triste sonrisa apareció en el rostro de Lillian. –Pensaban que era un hippie no bueno por mi dinero y querían que me casara con alguien más respetable.

¿Lionel había sido un hippie? Kara no pudo imaginarlo.

–Eso no podría haber estado más lejos de la verdad–, continuó Lillian. –Lionel y yo tuvimos algo muy especial desde el principio. Cuando las vi, a ti y a Lena salir del auto y caminar hacia la casa... Parece que hay algo especial entre ustedes dos también. Nunca he visto a Lena aferrarse a la mano de nadie de la forma en que se aferró a la tuya, como si nunca quisiera soltarla. Puedo decir que  realmente te ama y que tú también la amas.

Un nudo se alojó en la garganta de Kara, por lo que era imposible pronunciar ni una sola palabra, incluso si ella hubiera sabido qué decir.

–Entonces, si realmente quieres proponerle matrimonio a mi hija, no voy a interponerme en tu camino.

Kara la miró boquiabierta. La madre de Lena les estaba dando su bendición. Si tan solo supiera que estaban a punto de separarse. Dios. ¡No estás a punto de romper! Nunca fueron realmente una pareja en primer lugar.

ᴊᴜsᴛ ғᴏʀ sʜᴏᴡ /SᴜᴘᴇʀCᴏʀᴘ / AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora