40

2.7K 186 17
                                    

Este día se podría considerar el más triste para la pelirroja. Miraba por la ventana de la habitación, soleado y primaveral. No quería hacer esto. ¿Por qué lo hacía?. Para complacer a los demás supuso. Con elegancia se acercó al espejo de cuerpo entero y se miró. El vestido era corte sirena y escote corazón, llevaba pedrería en el escote, su cabello recogido en un moño prolijo y sobre su cabeza reposaba una corona, llevaba aún el collar que le había regalado Clint. Pero algo más le llamó la atención de su vestuario, en su muñeca se encontraba la pulsera que le regaló una vez su rubio amigo. Sonrió al recordarlo.
Todavía se encontraban fugitivos, Steve había llegado de hacer las compras, se turnaban para hacerlo. Ambos guardaron las cosas en las alacenas y mesadas. Tomó una cajita pero le pareció extraña, la abrió y se sorprendió lo que encontró allí. Una pulsera negra y se unía por un corazón dorado.
Sonrió y acarició el accesorio, pero su sonrisa desapareció al pensar en lo que haría en un par de minutos. ¿Por qué le dijo que si?.

La batalla contra Thanos había terminado. Steve se acercó a Natasha y la abrazó, un carraspeó los saco a ambos de su mundo. Bruce miraba a Natasha, se arrodilló y le propuso matrimonio. Ella no sabía que decirle, no quería, ella amaba a otro. Miró a Steve quién solo agachó la cabeza y se marchó. No quería quedarse sola y solo aceptó. Pero aun así ni siquiera dejaba que la abrazara.

La puerta de la habitación fue abierta y un Clint elegante entró en ella. La pelirroja seguía inmersa en su mundo mirando la pulsera. Debía ir por él.

-¿Por qué aceptaste?.- le preguntó por quinta vez en esos dos meses. La pelirroja de encogió de hombros.

- No quería quedarme sola. - susurro para si. Su amigo la abrazó y beso su cabello.

- No la estabas Nat. Él estaba contigo. - se sentía el ser más idiota del planeta por aceptar casarse sin siquiera ser algo. Miró su anillo de compromiso y suspiró. La encargada de la boda llamó su atención, era hora.

Bajo juntó a Clint quién la tomaba del brazo. Los violines tocaban la melodía de la boda. Alzó la cabeza e intentó caminar sin tropezar. Esperó que las damas de honor pasarán primero y ella espero, se perdió por dos segundos en su mundo cuando lo vió. Allí, de pie. Estaba en el segundo piso observando todo, solitario. Su barba de algunas días al igual que sus ojeras le demostró que no la estaba pasando lo más bien, sin embargo para ella era el ser más atractivo del mundo. Su camisa azul oscura se perdía en sus jeans, y esa chaqueta marrón que lo caracteriza le encantaba. Amaba todo su ser. Sus ojos se encontraron y se quedaron sin aliento. Semanas que no se veían, que habían perdido contacto.
¿Y si se iba con él? Se mordió una uña pensando. Quería ir con él.

- Anda. Ve con él. - la ánimo su amigo con una sonrisa. Ella lo miró y le agradeció con la mirada, beso su mejilla y corrió al segundo piso. Pero cuando llegó él ya no estaba. ¿Acaso era una ilusión?. Siguió caminando por el pasillo del segundo piso hasta dar la vuelta y volver a la habitación de la novia. Allí se detuvo. Respiró hondo y entró. Sin hacer mucho ruido camino hasta verlo, estaba dejando una carta sobre la mesa de maquillaje y una rosa roja a su lado.

- Pensé que te habías ido.- dijo con el llanto a punto de explotar. Steve la observó de pies a cabeza, de verdad estaba hermosa. Sus ojos rojos resaltaban el celeste. Se acercó poco a poco hasta estar a su lado. - Pensé que me dejaste.

- Nunca te dejare. - susurró al igual que ella. Acarició su mejilla borrando las pequeñas lágrimas de esos ojos esmeraldas. - Pero no quería interferir en tu matrimonio y... No quería interponerme en tu decisión. Y tampoco que me vieras...

-¿Destruído?.- él asintió.- Pensaste en eso y no que yo sería quién terminaría destruida porque te habías marchado.- las lágrimas caían corriendo su maquillaje que caían en su vestido blando manchandolo. - No te vuelvas a ir. - lo abrazó y se refugió en sus brazos. Ambos sintieron una caricia en sus corazones, esperanzados. Se separó un poco y busco sus labios con necesidad. Ambos suspiraron de satisfacción ante el sabor dulce y a la vez salado por sus lágrimas. Hace 9 años que no volvió a probar esos labios.

-¿Qué hay de Bruce?.- ella se separó y se sacó el anillo de compromiso dejándolo en la mesa. - Natasha...

- Yo ya sufrí por él. Y no volveré a sufrir por dejar ir a la persona que amo. - se bajó el cierre del vestido y Steve se dió la vuelta dándole privacidad. Se cambió lo más rápido que pudo y tomó una nota. Allí aclaraba sus puntos, no podía ni quería que se sintiera mal por la decisión que tomó, pero tampoco quería casarse y cumplir con los demás teniendo tan cerca y a la vez lejos a Steve. Deja la nota juntó al anillo y tomó la mano de Steve. Un ruido de cosas volando los saco de sus pensamientos, se miraron asustados y salieron por la ventana. Subieron a su motocicleta y se marcharon. Subieron al primer avión que los llevará a las Vegas y allí se casarían. No lo pensaron dos veces, Steve la amaba y ella a él. Habían pasado 11 años juntos. ¿Para que esperar?
Ahora Natasha se miraba en el espejo de la pequeña habitacion. Su vestido era sencillo. Era hasta las rodillas pero la cola era hasta el suelo. Un pequeño cinturón de pedrería y perfecto. De la nada empezó a escuchar muchas voces, Clint entró por la puerta mirando a su amiga.

- Sabes... Es ventajoso ser amigo de Thor y Iron-man, llegas rápido a cualquier lado.

Salió de la pequeña habitacion escoltada por Clint. Wanda y Visión se encontraba allí al igual que Bucky, Sam, Tony, Pepper, Thor, Rodhey, T'challa, Scott y Pym. Era algo pequeño y la pelirroja sonrió. Era ideal. Ninguno quería una vida grande, si no algo entre amigos. Se acercó con una sonrisa hasta el hombre que sería su marido y un Elvis que era el juez.

-¿Acepta señor fortachon, Steve Rogers y la sexi Natasha Romanoff?.- todos rieron.

- Acepto.- respondió sin dejar de verla.

-¿Acepta hermosa Natasha Romanoff a él guapo Capitán América?.

- Aceptó.

- Los declaró marido y mujer. Besarla de una vez. - dijo Elvis. La besó de la manera tierna y rieron cuando escucharon a Elvis cantar y tirar pétalos y arroz.

Sin duda era el comienzo de Steve y Natasha Rogers.

𝓞𝓷𝓮 𝓢𝓱𝓸𝓽𝓼 𝓡𝓸𝓶𝓪𝓷𝓸𝓰𝓮𝓻𝓼 [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora