Sapito | A Vanillabutter story

Salga sapo, salga rana

Los pensamientos de Vanellope no estaban precisamente enfocados. Una parte de su mente pensaba "¡Oh my Mod! Van a tocar por primera vez para forasteros". La otra parte se preguntaba en qué momento decidieron esto y se pusieron a ensayar, porque hasta esta mañana Rancis no quería salir de su casa. Y una parte más al fondo solo miraba lo increíble que su amigo rubio se veía pretendiendo ser un Popstar.

Y no mencioné, claro, la parte que gritaba "¿ME VA A DEDICAR UNA CANCIÓN?"

Claro que como buena prince-... Ejem, presidenta, mantuvo la calma y se dedicó a apreciar la escena. Con el corazón a mil, por supuesto.

Swizzle comenzó a tocar sus maracas justo cuando Rancis inició el primer verso. Tuvo que contenerse de no gritar como adolescente.

Te ofrezco mi voz y mi canción
un manojo de ilusión que crece dentro de mi corazón.
Mi reino, mi trono yo te ofrezco
y aunque nada es lo que tengo te prometo
que seremos mucho más que un cuento.

Minty no pudo evitar mirar a Cole, en su mirada se notaba que ya sabía lo que estaba pasando, pero más que molestia veía resignación. Ya estaba asimilando que Vanellope no era para él, esto a Minty le alegraba tanto como le dolía. Era doloroso saber que Cole sufría por alguien más.

Si tu príncipe azul vive en mí
dame un beso y refúgiame en ti,
dame un beso y dime que sí.

El corazón de Rancis latía sin control cuando comenzó a cantar. Le sudaban las manos, le temblaban las rodillas y le era difícil no perderse en los ojos de su amada mientras la miraba. Pero se enfocó en su objetivo.

Si después de esto Vanellope no lo quería estaría. destrozado, pero lo aceptaría, sería su amigo y viviría con ese dolor permanente mientras ella es feliz. Sin embargo, con las posibilidades que tenía solo le quedaba conservar el optimismo y demostrarle lo que siente. Todo depende de ello.

Salga sapo, salga rana te ofrezco mi corazón
vivamos un cuento de hadas,
dame un beso amor y así verás que tu príncipe soy yo...

Las cuatro mentes femeninas detrás del plan miraban orgullosas, no podían creer que se atrevieran y, sin embargo, lo hicieron. Ninguna nunca perdió la fe en Rancis. Y los chicos en el escenario se ven tan... (inserte su propia opinión 😉).

Salga sapo, salga rana te ofrezco mi corazón
vivamos un cuento de hadas
dame un beso amor y así verás que tu príncipe soy yo,
tu príncipe soy yo...

Tu príncipe soy yo.

Una ronda de aplausos inevitable se hizo presente, sumada a algunos gritos de fangirls.

Aún con los instrumentos, cantando y tocando, los chicos hicieron una coreografía suave y perfectamente coordinada. La gobernante de Sugar Rush desvió la mirada para notar los ojos de Gloyd en su amienemiga rubia y los de Swizzle en una hipnotizada Jubileena. Incluso cuando volvió la mirada para evitar el nerviosismo, se dio cuenta de que Rancis no dejaba ni dejaría de mirarla. No que le moleste.

Mi reina para mí eres la más bella,
tú la estrella más brillante en mi universo
yo ni un capítulo en tu cuento.
Si tu príncipe azul vive en mí dame un beso...
Dame un beso dime que sí...

No pudo evitar pensar en los últimos días... Y los años anteriores. Rancis siempre ha estado para ella (desde que recordaron que era su gobernante claro), portándose como el mejor de los caballeros, el amigo más leal y el chico más dulce que pudiera conocer.

Hasta que llegó Cole y se comenzó a apartar. Entonces algo hizo click en su mente. "Elegir" dijo Cole. Elegir.

Es cierto que Cole era casi todas estas cosas, pero no era Rancis, nadie era como su Rancis y nadie lo sería. Sentía una presión en el pecho al verlo en el escenario, pero se sentía bien que solo la mirara a ella. Tal vez, solo tal vez, tenían oportunidad.