Capítulo 2. Las Galletas.

13.2K 803 375
                                    

(Agradezco a: Hellosunnycore por el arte de en multimedia.  En todas sus redes la encontraran como @hellosunnycore o directamente en Pecrew.me)

Al inicio, cuando abrí los ojos y noté que no había muerto; me sentí decepcionada. No tenía idea sobre como escaparía. Sabía que estaba en una casa a la orilla del mar, gracias a que frente a la cama había un balcón con vista al mar. Algunos hubieran juntado todas las sábanas para pegar un brinco y escapar, pero el suelo estaba muy lejos de ese balcón.

No hizo falta que encendiera las luces para dilucidar los muebles que adornaban el lugar, pues con la luz de la luna sobraba y bastaba; sin embargo: no quise indagar mucho. Me daba pavor hacer ruido y que alguien viniera, pues podía escuchar voces cerca de mí.

Regresé a sentarme en la cama. Me perdí entre la inmensidad de la oscuridad, y un horrible pensamiento. Sabía que si de alguna manera lograba regresar a casa, mi madre no creería ni una sola palabra que saliera de mi boca. Diría que solo eran excusas para dejar el ballet.

Una gota que resbaló por mi cabello hasta mi rostro, me hizo regresar a la realidad. De inmediato pasé mi mano sobre mi cabello, caí en cuenta que del elegante recogido que me había hecho en la mañana, solo quedaba el recuerdo.

Sabía que no era el momento adecuado, pero traté de arreglar mi cabello. Odiaba sentirme desarreglada. Uno no sabe si la última imagen que tienes, es la imagen que tendrá tu fantasma. No me gustaría ser nombrada: Valeria, el fantasma fachoso.

Dejé la vanidad para otro día, pues mientras tenía las manos en la cabeza: escuché como abrían la puerta. Me recosté y me cubría la cara con la sábana, como cuando era niña y creía que de esa forma los monstruos de mi closet no me verían.

— ¿Estás despierta? —de inmediato reconocí el acento de ese hombre.

No dije nada. El miedo estaba consumiéndome una vez más. Mis oídos se concentraron en el sonido que hacían sus zapatos al caminar. Más pronto que tarde, sentí su peso sobre la cama, y luego como quitaba la sábana de mi rostro.

—Creí que tendrías frio —señaló la bolsa que llevaba entre las manos—. Te traje ropa seca.

—Mi ropa está seca —mentí—. No necesito nada que venga de ti.

El hombre rubio se levantó de la cama para encender la luz. Fue entonces cuando noté que él ya no traía aquel traje azul, llevaba puesta ropa deportiva negra. Incluso parecía recién salido de la ducha, pues su cabello estaba mojado y no tenía gel.

—Si quieres puedes tomar una ducha. Dejé tus cosas en el closet —señaló una de las puertas que estaban a la izquierda—. Regresaré una hora para irnos.

— ¿A dónde me llevarás? —pregunté asustada, mientras me incorporaba.

—Podría decirte, pero dijiste que no necesitas nada de mí —sonrió.

Antes de salir, dejó un temporizador en forma de gato sobre uno de los muebles. Dijo que cuando la alarma de esa cosa sonara, él estaría de regreso. Noté que no había cerrado la puerta con llave, lo cual me pareció muy extraño. ¿Qué no estaba secuestrada?

Me levanté de la cama, pero no para salir tras de él y escapar. Entré al closet para buscar mi bolso. Al verlo, lo tomé con prisa, y luego comencé a buscar el neceser que siempre llevaba a la academia. Sonreí alegre cuando encontré mi cepillo de dientes.

Entre al baño y no lo dude, me lavé los dientes. Odiaba el mal aliento, así que cuando sentí el sabor a menta en mi boca, no pude evitar sonreír. Entonces, mis ojos divisaron la bañera que estaba justo a unos cuantos pasos de mí...

El Dueño De La Mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora