VI

3 1 0
                                    

Mi pensamiento barajaba distintas opciones, tenía en cuenta que el líder del pueblo asqueroso no iba a querer cooperar de ninguna forma con exterminar la plaga de las cucharas, por otra parte podría marcharme y que el asunto de Yocuawa estuviera cerrado, que siguieran tan antisociales como siempre habían sido. Los pobladores furtivos ante mi también eran una cuestión clara, no querían verme ni a ninguno otro extranjeros, sus rostros se convertían en iracundos semblantes apenas me veían, además de no dirigirme ninguna palabra con nadie más que con Nilia, la mujer que me dio un mejor trato entre toda la miseria de personas, estructuras y las molestas cucarachas.
Subí a mi camioneta con irritación por el mal trato que me habían dado, Nilia ingresó en el asiento del copiloto, había olvidado que tenía que llevarla. Durante el viaje manejando por las calles pavimentadas de cucarachas ella me decía en reiteradas ocasciones que disculpara a Aguja, no estaba acostumbrado a recibir con gratitud a los de mi "especie" como el mismo se refirió, nunca me habían dirigido un insulto tan racial y segredador, toda la instancia en aquel pueblo había sido una pérdida de tiempo pensé, pero cambie rapido de opinión al ver a la dulce morena que me acompañaba, resultaba por sobretodo el ambiente decadente del lugar, pues pocas eran las mujeres tan bellas que me había topado, incluido también otras ciudades, en la justa comparación ella era hermosa fisicamente, tenía también el único aroma agradable que había olido en todo Yocuawa. Le dejé en su casa, para me entristeció la despedida al saber que jamás la volvería a verla, pero todo cambió cuando me invitó a pasar para ofrecerme algo de comer dentro de su hogar, yo muy gustoso apague mi camioneta para ingresar por la puerta en la que ella se había metido, apenas antes de entrar unos rostros de los pobladores mi miraron con curiosidad, la repugnancia que sentía sobre Yocuawa se hizo más elevada por un momento. Entre para a la vivienda para darme cuenta que tenía la misma plaga común del pueblo, razone que tenía algo especial para mi pero decidí no preguntarle. Tome asiento en una silla que tenía en un comedor de madera astillado, ella me miró para después ocultarse en su pequeña cocina que estaba tras una cortina de decoración indígena, regreso y tenía en sus manos un tazón con una cuchara, me lo acerco con ilusión para que lo probase a lo que acepté, apenas toque mi lengua con el para darme una repugnancia por su comida, le agradecí de todas formas además de mentirle sobre que ya había comido.

-Me tengo que ir Nilia, muchas gracias por tu trato tan amable, te lo agradezco muchísimo de verdad, espero y te vaya bien pues no creo que nos volvamos a ver-

-Oh, es una pena que usted se tenga que ir-

-Mi tarea aquí fracasó lamentablemente, pero no te olvidaré a ti- le sonreí y después me encamine a la puerta

-Espere ¿no se le olvida algo-

Nilia me tocó del hombro para que le volteara a ver para después besarme, el aliento de la bella morena era muy agradable, más que su dulce aroma, nos besamos por un minuto completo donde ella me meneo su lengua dentro de mi boca, me empezó a bajar el cierre de mi mameluco de trabajo hasta el pecho mientras me estiraba del brazo dirigiéndome a su cama, visualice que arriba de ella había algunas cucarachas y entonces recordé el inmundo olor de ellas, mientras ella me insistía mi libido bajaba a causa de la presencia de las cucarachas, también por no querer aventurarme con una mujer que apenas acababa de conocer, sería tomar una opción muy precipitada aunque no negaré su hermosura. Me levanté el cierre y me negué, ella me hizo una cara de enojada pero de manera muy tierna, después dio un abrazo fuerte para besarme, el beso me resultó nada comparativo con el anterior, pues dejo un gargajo en mi boca que por distracción me lo tragué sintiendo su consistencia babosa, fue allí donde había tenido suficiente. La aparte de mi, luego salí por la misma puerta a la que había entrado, subí a mi camioneta pisando todas las cucarachas que tuve a mi paso, a través del vidrio podía ver como dentro de su casa estaba Nilia despidiéndose con una marcada sonrisa. Encendi mi vehiculo, los pobladores que rondaban cerca tenían su cara de ensimismamiento sobre mi, ya tenía entendido que su idiocincracia no era más que la de odiar o despreciar a cualquier individuo extranjero, su xenofobia era muy evidente por su mirada de menosprecio. Heche por último vez un vistazo a la casa de la bella morena y avance mi camioneta a la calle cubierta de cucarachas, tuve la idea de pasarme por las calles para que quedara en mi recuerdo como era el horrible pueblo de Yocuawa con su plaga, manejé lentamente mirando las decrépitas casas que había al rededor, de manera disimulada no lo hacía, pues quería distinguirme que tenía una camioneta, pues en ese lugar apenas si había visto vehículos, aplaste todas las cucarachas que pude en mi camino para desquitar de alguna manera que era vilipendiado en el pueblo. En una calle estrecha  con nada más que una especie de puertas de madera al finalizar el camino fue donde pare, eran puertas de madera podridas con cerraduras de un oxidado metal, me pareció bastante extraño pues no había ningún indígena cerca de por allí, me pareció extraño así que apague la camioneta para inspeccionar. Pare enfrente de mi camioneta y observe las puertas de lo que creía era un sotano, me acerqué más para comprobar lo que fuera que era, al principio creía que era producto de mi mente y no le presté tanta atención, pero después los sonidos que venía de adentro se hicieron cada vez más insistentes, era una voz femenina debilitada pidiendo auxilio, la persona que estaba dentro intentaba inútilmente abrir las puertas pero no lo hacía con la fuerza necesaria así que decidí ayudarle.

Plaga en YocuawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora