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Llegamos en donde Nilia me había dado indicaciones. Estacione mi Ford Apache justo delante de una estatua muy extraña, a primera luces me image que trataba de un monumento dedico a los valerosas guerreros Yocuawas, pero observando bien, me percaté de que aquel guerrero de piedra no tenía dos brazos solamente, sino seis, tres por cada lado que sostenía diferentes tipos de armas vetustas, en su cara tallada podría apreciarse una inmensa furia que amenazaba a quien se le ponía por delante, pues estaba mirando hacia abajo. Bajo de sus marcados abdominales solo tenía un taparrabos que lo cubria, en sus tobillos tenía ajorcas hechas a la medida. En vista de la estatua exótica que apreciaba, sentí un escalofrío en la espalda a pesar del caluroso clima que había en la región, pues las cucarachas también tenían efectos en ella un extraño fenómeno, no había ninguno de esos insectos tocándola en ningún lado. Concientes tal vez de que la figura emitía un gran respeto a quien la viera, afectando a las cucarachas de manera peculiar.
Detrás de la estatua había una choza más grande que las demás y visiblemente más estatica a la vista, pues llamaba la atención ya que estaba alrededor que casas decrépitas de los pobladores. Supuse que era algo así como la plaza principal donde vivía el jefe indio que tanto había buscado.

-¿Que es esa estatua?- Pregunte con ligero asombro a mi compañera

-El es Nazec, la divinad encargada de protegernos a nosotros como pueblo. El es uno de los artífices de que aún sobrevivimos señor Asdrubal- Respondio mirando con respeto la figura

-Es... bonita. ¿Esa es la casa se Aguja Afilada?- Señalaba con el índice

-Lo es, pase, trate de no alzar mucho la voz, a el no le gusta que le falten al respeto-

Pase aplastando a cucarachas a mi paso, era imposible no hacerlo porqué cundian en todo el suelo del lugar. Al llegar a la puerta principal noté que estaba ruda por su parte de abajo, suficiente espacio para dar entrada o salida a las asquerosas alimañas que se paseaban sin ningún miedo.
Toque la puerta y me puse firme como soldado para imponer seguridad de la tarea a la que me fue encomendada.
Abrio la puerta un indígena robusto con cabello largo, nariz ancha y un ojo en blanco fruto de alguna ceguera, me miró de arriba abajo poniendo un rostro desafiante para sin nada más que hacer cerrarnos la puerta en las narices. Insisti nuevamente tocando con más fuerza, el hombre refunfuñaba del de la puerta, entonces la abrió con fuerza.

-¿Que quieres aquí invasor?- Pregunto con voz gruñona

-Señor quiero hablar sobre el serio problema de plaga que parece su pueblo, me presento soy...

-No me interesa quién seas o que hagas, no me gustan los de tu especie. ¿Que quieren los tuyos? ¿Eres su embajador o algo así?-

-Señor, soy un exterminador de plaga. Solo quiero hablarles de él grave problema del que todos ustedes sufren, sé que una compañía como las cucarachas no es agradable, sobre todo si hay por donde sea. Me gustaría ofrecerle un trato...-

-¿Cucarachas?, ¿ese es el problema?. ¿Con quién vienes muchacho?, sé quieren acabar con ellas-

-Señor, vengo solo fui mandado aquí-

-Oh seguro. Pasa a mi casa, podemos platicar con más calma dentro- Dijo mientras extendía la mano haciendo una pequeña pose de respeto

Al entrar noté que también denteo de los hogares estaba generalizado el problema de las cucarachas, estas sinvergüenza caminaban por todas partes que quisieran, había abajo de los sillones, en los platos de la putrida cocina, salían de un refrigerador viejo, incluso cuando el señor Aguja Afilada sacudía su largo saco se emanaba polvo y unas cuantas cucarachas salían para esconderse en algún otro lado. El hombre tomó un pierna de pollo de aquel refrigerado viejo, apartó a una cucaracha que estab arriba de su comida para después darle una gran mordida.

-Entonces, ¿quieres acabar con la plaga cierto?- Dijo mientras sus dientes masticaban la cruda pierna de pollo haciendo un sonido repulsivo

-Por supuesto, me comentaba Nilia que ustedes son una comunidad autóctona- Mire a sus ojos con cara de disgusto

-Asi es muchacho. Somos el único pueblo así en todo el estado, por eso el gobierno no quiere invertir ningún solo centavo en obras públicas, nos tienen como unos salvajes. No pagamos impuestos y vivimos de lo que nosotros mismos hacemos, no necesitamos de nadie más, somos totalmente autosuficientes ¿entiendes?. También aquí no hay ningún de esas estupidas democracias que he escuchado, déjame decirte que no son más que tonterías para engañar a bobos diciéndoles que su voto, opinión o cualquier tontería de esas es tomada en cuenta. Esa cosa no tiene sitio en este lugar, yo soy el muy respetado líder, desciendo de un largo linaje de gobernantes de los Yocuawas, así ha funcionado todo este tiempo y gracias a eso junto con nuestro poderosisimo Nazec es que estamos aquí. -

-Entiendo. ¿Como es posible que su pueblo se encuentre en esta situación tan lamentable- Pregunte mientras me sentaba con Nilia en el sillon donde brotan dentro de el algunas cucarachas

-Es un precio a pagar digámoslo así. Pero no tenemos ningún problema con eso, ellas nos respetas y nosotros a ellas,  no necesitas tu ayuda de exterminador.- 

Arrojó después los sobrantes de la pierna de pollo al suelo, al instante las cucarachas se abalanzaron sobre el, mira impresionado, su apetito era enorme pues no tardaron ni veintisegundos en devorar toda la carne, eran como pirañas de tierra, tal vez no por sus dientes pero si por su apetito a la carne.

-Pero señor, es un cuestión de salud pública, estas cosas asquerosas son causantes de enfermedades graves. No puede dejar que siga así, debe hacer algo le conviene de verdad, por mis medios puedo hacer que le hagan un gran descuesto- Me puse de pie y mire al piso donde estaban las cucarachas.

-Basta ya muchacho. Nilia, ¿por qué trajiste esto a mi?, sabes que aborrezco a los de su tipo. Llevatelo-

La joven puso sus manos sobre mi pecho para impedir que avanzara hacia Aguja Afilda, lo vi para mover mi cara a los lados, negando, ella trató de tranquilizarme y como no lo haría pues su encantadora voz era mi sedante para que yo no hiciera nada. Salí abriendo la puerta con fuerza, después me dirigí a mi camioneta a lo que Nilia me siguió

Plaga en YocuawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora