Cpt. 01- Barra de Chocolate.

920 105 117
                                    

Narra Ruggero

Mi respiración se había tranquilizado pasando los segundos, la sangre la sentía salir de mi nariz, pero no me importaba. Joder, ya nada me importaba.

Mire el cuerpo desmayado del estúpido que quiso retarme. Imbécil.

Escupí sobre su cuerpo y sonreí a la cara sería de Blas.

—¿Qué? —gruñi.

—Nada —bufo— Vámonos, tengo que enseñarte algo.

—Ella… es… —trague saliva para pasar el nudo de mi garganta— ¿Es ella?

Sentía mi corazón latir a una velocidad extremadamente fuerte y los nervios me mataban, otra vez.

Lo vi encoger los hombros, lo seguí hasta su coche y me metí rápidamente, impaciente.

—Y… ¿Donde está lo que me enseñarás? —busque algo que me ayudara a…

—¿Vas a ir al bar hoy? —estaba escondiendo algo en su espalda.

Bufé, me estaba advirtiendo otra vez.

—No, ¿Feliz?

—Como sea —me entrego las fotografías— Está bien, el detective dijo que estaba con la misma chica que tú dijiste.

—Valentina —susurre, mirando foto por foto.

Mi respiración empezó a acelerarse, mientras una sonrisa se instalaba en mi rostro.

—Ella, sí ¿Quieres que te deje solo? —pregunto.

—Sí.

Cuando cerró la puerta me permití acariciar su rostro a traves de las fotos.

Aún dolía, joder, dolía más de lo que alguien podía imaginarse.

Ya paso unos meses y el dolor seguía ahí, había noches en las que despertaba llorando como un puto niño, rogando que volviera. Y en las otras noches la soñaba sonriéndome, o haciendo el amor.

—Te amo —susurre, tocando sus labios.

Sonreí, besé muchas veces esos labios, lo hubiera hecho más veces si hubiera sabido que se iba a ir.

Me limpie la lágrima que pasó por mi mejilla y sonreí, la seguía amando, muy tarde me di cuenta, tal vez si lo hubiera hecho antes la hubiera convencido de quedarse, aquí, conmigo.

—¿Ya te has masturbado? —pregunto, entrando al coche.

—Callate —gruñi.

Guarde las foto en mi chaqueta cuidando a que no se arruguen.

—El detective dijo algo sobre… un hospital, no entendí bien, le dije que se contactará contigo mañana y para eso tienes que estar sobrio.

—No he tomado ni una gota de alcohol desde la mañana.

—Me alegro, Nathalie está muy preocupada.

—Ah ¿Qué tal está el bebé? —pregunte, sin querer.

No se habían casado aún, porque Nathalie estaba embaraza y al parecer su madre no quería que se casaran hasta que el mocoso naciera.

Aún no comprendía porque querían desgraciarse la vida con un mocoso.

—Mañana iremos al ginecólogo para ver el sexo.

—Te ves emocionado —encendi un cigarrillo.

—Lo estoy, es mi primer hijo.

—O hija —sugerí.

—Sí, estoy feliz, sinceramente, jamás me imaginé llegar a algo así con ella —sonrio.

Mi Huracán De Emociones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora