Cpt. 02- Filofobia.

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(antes de leer, ¡No se ilusionen! ¡¡¡Por favor!!!) ☺

Narra Karol

Mis intentos eran fallidos, ahí estaba él, no podía sacarlo de mi mente, esto pasa cuando te enamoras lo suficientemente como para que nunca lo olvides, ¡Pero yo no quería olvidarlo! Sólo quería pensar en cualquier cosa sin que los recuerdos llegarán a mi mente ¡Sólo unos segundos!

Por ejemplo: si pensaba en que quería helado, nos recordaba comiendo helado en la cama.

—Dios, ese hombre es tan guapo —suspiro Valu.

—Obviamente —rei— Cuatro es fantástico.

—Yo si dejaría que me ponga en cuatro —solto una carcajada cuando le empuje suavemente.

Mis mejillas empezaron a calentarse mientras ella continuaba riéndose.

—No hables así —gruñi.

—Esos gruñidos te los enseñó Ruggero, lo matare cuando lo vea.

La mire.

—Lo siento —arrugo la frente.

Sonreí y negué con la cabeza.

—No importa.

Habíamos hecho un trato cuando nos mudamos a este depa alquilado, le había rogado que no lo mencionara porque suficiente ya era con los recuerdos que me atormentaban, el peor: dejarlo arrodillado en su cuarto cuando dijo que me amaba. 

—Al menos hubieras traído a Pancracio, Jacinto, Juanito, Juanita y a Sisi —se tocó el pecho— es tan difícil decir todos los nombres.

—No algo tan complicado —rei.

—Ya, debemos hablar de este tema —apago la tele.

—¿De qué? —hice un puchero— Quiero ver a Cuatro.

—Despues. Bichito, sabes de lo que quiero hablarte —se sentó en frente de mí— él fue a verte al hospital.

—Aun no entiendo cómo supo que estaba aquí —gruñi.

—Yo no fui si eso estás pensando.

—Ya me lo has dicho, te creo.

—Que bien —suspiro—. Volviendo al tema, ¿Estabas despierta?

—¿Por qué no me crees? No lo estaba, pregúntaselo a Mike, él estaba cuando desperté.

—Rugge parecía muy preocupado —me recordó— Tenía unas ojeras… y no quería despegarse del asiento en toda la noche.

Me hubiera gustado verlo cuando desperté, Mike solo me dijo que había estado ahí y me señaló la carta, las rosas y el chocolate.

Leer la carta de había hecho llorar a mares y la tenía guardada como si fuera un tesoro porque para mí lo es.

Las rosas me recordaron el día del cementerio, le había enseñado yo eso y me gustó que las haya dejado en la cama del hospital.

Y el chocolate… cumplió su promesa, me hizo sonreír, me hubiera gustado compartirlo con él, por eso mismo tengo aún el chocolate, he tratado de conservarlo por estas semanas y lo he logrado.

—Tú lo quieres, se nota que él sufre por ti ¿Por qué siguen haciéndose daño?

—No lo entiendes —suspire, limpiandome las mejillas, soy una llorona—. Yo había cumplido mi propósito en esta vida al conocerlo, lo he hecho feliz o trate de hacerlo.

Mi Huracán De Emociones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora