III

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...

Tony había jurado que entraría al pent-house de la manera más tranquila posible en dado caso de que la familia estuviese ocupada en algún lugar de la torre. Quería entrar lo más calladito, no deseaba que su hijo lo atrapara con todas las cosas que traía en las manos y arruinara la sorpresa.

Algo dentro de su pecho se sintió calido.

Hijo.

La palabra que no esperó escuchar tan pronto. Tony alguna vez creyó que algún día formaría un lazo con alguien, que juntos irían al altar y que si el destino lo quería, tendrían pequeños mocosos que llenarían la torre y la mansión con el ruido de sus risas y pasitos. El alfa había tenido ese deseo muchos años atrás, cuando el mundo no parecía tan cruel y frío ni la realidad tan abrumadora. Sabía que ese era su deber como el sucesor de la familia Stark, continuar con el legado de casi una dinastía y poner en alto el nombre que alguna vez le perteneció a su padre. Pero la vida después de Steve le había arrebatado todo eso y de alguna manera, había puesto esos sentimientos muy en el fondo de su corazón, en donde nadie jamás pudiera sacarlos. Quien diría que muchos años después, el destino los pondría de nueva cuenta en su camino de la forma que jamás imaginó.

Tony aventó sus llaves a la mesa que estaba junto a la puerta solo para que estas hicieran un gran escándalo en la sala al estrellarse contra el suelo, las malditas no habían cooperado para quedarse en su lugar.

El sonido de las bolsas de plástico tallándose unas con otras fue lo siguiente que se escuchó por la sala del pent-house. Sí alguien estaba durmiendo, Tony estaba seguro que lo había despertado. Y no tardó en darse cuenta que afectivamente alguien estaba escuchando su concierto de ruidos innecesarios por la noche.

"Me alegra que estés aquí Tony, pero si haces otro ruido más, no te la vas a acabar."

Jarvis se había acercado para ayudarle con sus cosas y a la vez le había lanzado era mirada amenazadora que solo el beta tenía.

"Lo siento, te prometo que deseaba no hacer ruido, pero las malditas llaves se me cayeron y todas estas bolsas no dejan de tronar, les pedí bolsas de tela pero no tenían. Recuérdame que voy a comprar la juguetería del centro comercial solo para llenarla de bolsas de tela." Tony dijo mientras se sacaba el saco y lo arrojaba en dirección al mueble, aunque este había fallado y se había caído al piso, cosa que no le importó al alfa. "¿Dónde está?" Tony preguntó mientras observaba por todos lados algún posible lugar en donde su pequeño podría estar. "¿Me veo bien? No me he bañado desde la mañana pero Víctor dijo que no huelo tan mal."

El beta acomodó las bolsas encima de los muebles una a una en fila y comenzó a hurgarlas para acomodar las cosas en su lugar, lo que fuera que el alfa hubiese traído. Sorpresa la que se llevó al ver lo que estas contenían. Un sinfín de juguetes, desde carritos, pequeñas pelotas, pelotas más grandes, un guante de baseball, libros para colorear, crayolas, plumones, una caja con legos de muchos colores y tamaños y diferentes figuritas con formas de animales. Una sonrisa se pintó en los labios del beta. Así que esa era la razón por la que Tony había salido tan apresuradamente de la torre... a Jarvis le dieron ganas de meterle un trancazo en toda la cabeza por no haberle avisado. Pero verlo tan emocionado disipó todo ese enojo de la misma forma en la que había aparecido, al alfa aún le faltaban muchas cosas por aprender y Jarvis esperaba de todo corazón que lo hiciera pronto.

"El joven Peter se encuentra dormido, son casi las once de la noche." Jarvis dijo y algo en el rostro de Tony se apagó.

"Víctor dijo que debíamos de apresurarnos pero me dejé llevar por la emoción." Tony dijo y se dejó caer en uno de los muebles de la sala. "Nunca escucho ¿verdad?"

Here With MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora