~♥4♥~ "La Bikina"

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Solitaria camina la Bikina

Se veía a cierto pelirojo caminando por las calles de Nueva Ciudad Ninjago, la capital del país; llevaba puesto unos jeans azules oscuro y una chamarra azul rey. Su mirada era fría y sin vida, ni siquiera miraba a la gente que transitaba por lo que empujaba varias veces para poder pasar

La gente se pone a murmurar

Debido a esto la gente lo miraba, algunos con odio y otros confusos, algunos le gritaban y otros se disculpaban pero el maestro del rayo no hacía más que asentir y seguir su camino.

Pasa luciendo su real majestad.
Pasa, camina, los mira sin verlos jamás.

Llegó a su destino, entró en el Bounty para ser recibido por sus amigos más este no dijo nada y fue a su cuarto, ni siquiera les dirigió la mirada. Ni siquiera una sonrisa.

La Bikina.

Cerró la puerta con fuerza para acostarse en su cama, cuando lo hizo abrazó su almohada y empezó a llorar.
Las lágrimas quedaban impregnadas en la tela, apretó más la almohada para tratar de contener su llanto más era imposible

Tiene pena y dolor

Muerde con brusquedad la almohada, no quería que los demás supieran que estaba roto, quebrado, sólo por un mal de amores.

La Bikina

Si tan sólo pudiera retroceder el tiempo, de cambiar el destino, de haber echo algo antes...Pero ya era tarde, tarde para él

No conoce el amor

Creyó saber qué era el amor, lo que era sentirse amado y que su amor platónico ya no era platónico, sino algo real. Creyó conocer a su amante tan bien...Pero el destino tenía otra jugada

Altanera, preciosa y orgullosa

Quería hundir sus penas otra vez pero no, no lloraría más por alguien que no lo valoró. Su orgullo, su maldito orgullo no se lo permitía.

-¡M-mierda!- Exclamó con algo de dificultad en sus palabras, sus lágrimas no cesaban por lo que si abría la boca estallaría en llanto otra vez.

Afuera del cuarto se veía a cierto azabache fornido escuchando, o tratando, lo que pasaba en el cuarto de Jay.
La forma en la que llegó al Bounty no era normal, al menos no en él, y eso lo preocupaba

No permite la quieran consolar

El maestro de la tierra decidió entrar al cuarto, vió que el pelirojo estaba acostado en la cama mirando a la pared. Se acercó y se sentó en la orilla de la cama

-¿Jay, estás bien?- Su voz era de preocupación, y eso lo notó el de pecas pero no volteó a verlo

-¿Acaso te importa?- Soltó cortante, sabía que si le decía la verdad estallaría en lágrimas, pero no, no iba a dejar que lo viera débil, jamás.

Ninjago  •[One Shots]•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora