Mudanza

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(Ok, primero empecemos con que este sueño fue por alguna razón los con los personajes de School Days: Makoto y Kotonoha, aunque la segunda se llamaba Seki por alguna razón, y el hermano de la misma es el rubio de Demon Slayer, cosas del inconsciente. También quiero aclarar que me siento incomodo de escribir y haber soñado esto, aunque ya en la última mitad sí parece uno de mis sueños habituales.)

La boda se celebró de forma esplendida, Makoto y Seki poseían un precioso conjunto blanco. Durante sus votos finales, Makoto le declaro una promesa a ella:

—Seki, prometo que te mudare al lugar más fantástico que existe...

Pasado el tiempo tras estas palabras, se cumplieron en una nueva construcción en la pradera; era una casa hermosa, campestre y tranquila donde ambos podían amarse sin ser molestado por la ciudad y podían vivir en la paz completa. No paso mucho para que el gozo de la nueva casa fuera estrenado mediante sus salvajes métodos de reproducción (Son los personajes de School Days, ¿Qué esperaban? ¿Abrazos y una taza de café?). Los días pasaban normales, cada mañana Saki salía a observar el aroma de las flores mientras se trabajaba en terminar ciertas partes de la casa y las salidas más externas de los corredores.

Saki notaba que sus utensilios de la peinadora habían desaparecido, pregunto por ellos a Makoto pero este le respondió simplemente con un "No lo sé, ¿segura que los trajiste, Saki?"

Con el pasar de un par de días, Saki empezaba a notar que algunas de sus prendas tampoco estaban, nuevamente un "¿estás segura de que los trajiste?" salía de su esposo cada vez que pedía explicaciones. Su cama matrimonial hacia poco había sido remodelada a una cama con velo alto, tan grueso que en broma decían que alguien podía dormir allí. En la noche de ese mismo día, empezaron sus actos de forma cotidiana e intensa, sin embargo, en medio de la profanación, Saki deslumbro una cara conocida mirando desde arriba del velo, la cara de su hermano.

— ¡Ma-Makoto!—grito ella, interrumpiendo.

No tardo en explicar lo visto, vio a su hermano quien no se supone estaría allí. Nuevamente nada estaba en el lugar, esa noche fue turbia y confusa para Saki, veía y sentía que su hermano estaba en el lugar, que incluso podría hacerse pasar por Makoto mientras ella esperaba a que llegara en posición sugerente.

La mañana fue menos tranquilizante, esta vez ella estaba clara de que algo se había llevado sus zapatos, incomoda y alarmada imploro a su esposo una explicación o marcharse del lugar, los sucesos anteriores le incomodaron demasiado como para querer pasar otra noche allí. Makoto sólo bromeo con el asunto.

—De seguro estás viendo duendes, dicen que existen por aquí. —Soltó una leve risa que no tardó en ser interrumpida por Saki.

—Es en serio, vámonos...

Ante tal cara, Makoto cambio su expresión y respondió algo apartado.

—Aún no he terminado de mudarte como prometí, pero bueno, supongo que adelantaré las cosas para estar listo mañana en la mañana...

—Sólo una noche más ¿entonces?

—Está noche, todo estará listo.

Esa noche ambos fueron a dormir tranquilos, en medio de la madrugada Saki sintió a Makoto levantarse y estar unos minutos fuera, al sentir su regreso no tardo en buscar una forma provocativo de incitarlo volver a la cama, llamándole de forma picara a que viniera con ella. Por un momento se sintió aturdida al ver lo que pensaba que era su hermano, pero no tardó en darse cuenta que sólo era Makoto con un pijama más grande.

—Me asustaste... —suspiro ella.

Makoto se puso sobre ella bruscamente y empezó a apretar su boca, ella lo miro fijamente, no era de forma sexual que el hacía esto, era con enojo. Quedo inconsciente un momento, un punzante dolor la despertó, su piel estaba siendo arrancada como si de la concha de una papa se tratara, sus manos estaban siendo destrozadas por algo que ella no lograba ver, sus pies eran cercenados poco a poco.

Grito de dolor pero no podía ver más que la silueta de su hermano mirándola fijamente, poco a poco sentía como agujas entraban en su cuerpo y la deformaban, su mente se fue por un momento debido al estad agónico en el que se encontraba, puro mirarse unos instantes en el espejo antes de quedad inconsciente: Veía la cabeza de un burro cocida desde sus hombros asimilando la suya, una enrome en su delgado cuerpo.

Quedo inconsciente, despertando al ser levantada por unos duendes de jardín, miro sus extremidades estando algo aturdida, pesuñas en sus delicados brazos, en sus delgadas piernas, su cuerpo desnudo y ensangrentado, las costuras brotaban sangre de lo bruscas que habían sido hechas, intentaba mover su boca pero sentía su mandíbula demasiado pesada.

Todo dolía y su cabeza no lograba conectar con el resto de su cuerpo, la noche fría mostraba en paso alrededor de su casa, su casa en llamas mientras una figura se acercaba lentamente. Ella estaba tan frágil que ni siquiera se había detenido a procesar lo que le había pasado a su cuerpo, sólo podía ver como lentamente, sonriendo, su esposo se acercaba a ella, mirándola con orgullo.

—Saki... —Musito este al verla, sujetando el hocico de su nueva cara.

—Makoto, ¿Qué está pasando? M-Me duele... ayúdame... —Aclamo ella agonizando, casi perdida y entrando en mareos.

—Es hermoso... tuvimos que ser rápidos, pero es hermoso...

— ¿Ah? ¿Qué estás diciendo, Makoto? —Inquirió con sus pocas fuerzas, aquellas extrañas palabras la hicieron despertarse un poco pesé a que su cuerpo estuviera casi colgando.

—Tu nuevo ser, es hermoso... lo logre, Saki, logre mudarte al fin de cuerpo.

Saki no podía entender lo que pasaba, pero sus fuerzan eran muy pocas para seguir intentando algo, intento moverse y escapar pero sus movimientos no eran más que espasmos en un cuerpo mutilado y demacrado. La acercaron poco a poco a la casa, donde un grupo de personas, incluyendo su hermano se acercaban danzando, desnudos ante el aire a mientras ella era cargada por su esposo, quien la poso sobre un manto mientras se desvestía ante la luna.

El grupo de personas empezó a cantar en nombre de su deidad, agradeciendo el permiso de hacer tan hermoso sacrificio. Mientras Saki seguía consiente, miraba a los lados para tratan der comprende algo, pudo notar como su esposo se le posaba encima y sin que ella pudiera hacer algo o siquiera exclamar empezaba a violarla, el grupo de personas empezaba reproducirse entre ellos mientras se bañaban en la sangre de un burro decapitado y sin pesuñas que guindaba de ellos.

Un duende se acercó a Saki y su esposo con gasolina, bañándolos en una mezcla de esta y con sangre del burro, para luego prenderles fuego, los gritos de Saki fueron ahogados por la piel de burro mientras su poca conciencia terminaba de esfumarse en las llamas, junto a su esposo que no hacía nada más que exclamar obscenidades en torno al placer mientras se quemaba vivo.

Desperté.

Me quede 15 minutos viendo un zapato procesando que había pasado.

Volví a dormir,  aun tenia sueño.

Dulces sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora