Capítulo 39

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— ¿Ya están todos? — Me dirijo a la tatuada.

— Sí, creo que sí.

Repase cada rostro que se encontraba en el interior del almacén, habían muchas personas, líderes de La Mara Salvatrucha, algunos amigos pertenecientes a la Brava y otros de La Cosa Nostra, entre otros conocidos y amigos.

Visualice en una esquina a Le Brun, Elliot, Axel y Zachary.

Suspiré y me acerque al centro, me preparaba mentalmente para lo que sucediera, éramos muchos, sí, pero no sabíamos cuántos eran los contrarios, teníamos que estar bien equipados para atacar. En este almacén descuidado, muchas personas se encontraban dentro, todas con el mismo propósito: recuperar a Aarón.

Al estar al centro poco a poco fueron callándose, sentía como me miraban, pero nunca deje intimidarme por las miradas.

— Buenas noches. — Saludé con voz gélida, no podía mostrarme débil, tenía que ser fuerte.

Comenzaron a hacer un gran círculo a mí alrededor, poniéndome atención. Algunos saludaban de regreso, otros solo me observaban.

— Todos saben por qué están aquí, recuperar a alguien importante, alguien que me quitaron y que ahora están torturando. ¿Saben que significa eso? — Hice una pausa y recorrí cada rostro con mi vista. — Que me han hecho enojar, por lo que los causantes de eso, pronto morirán. — Sonreí clínicamente. — Tenemos que formular un plan, para llevar acabó eso, La Bestia es un hombre con muchos al mando, no sé qué tan fuerte sea, pero lo que si se, es que pronto suplicara por vivir. — La mayoría sonrió ante eso, la otra parte se encontraba completamente sería, sin expresiones.

— ¿Cómo haremos eso? — Pregunto un hombre, al que reconocí como el líder de la Mara Salvatrucha.

— Buena pregunta. — Saboree cada palabra. — Iré a la dirección que me pide, llevaré un collar que tiene un GPS escondido, así sabrán a donde me llevan o si nos quedamos ahí. Este collar... — Lo alcé a la vista de todos. — Tendrá un pequeño micrófono por lo que escucharan todo lo que digan. ¿Dudas?

Negaron con la cabeza.

— Bien, el plan se llevara a cabo mañana casi al anochecer, los necesito listos a todo, armados y protegidos. Si tiene dudas recurran a alguno de ellos. — Señale el círculo donde se encontraban los chicos. — O a ella. — Apunte a Freya.

— ¿Preguntas? ¿Dudas?

De nuevo negaron.

— Bien. — Me acerque a la salida. — Tienen que estar aquí a las seis de la tarde, ni un minuto más, ni un minuto menos.

Seguido de eso me marché.

Di un golpe, seguido de otro, después otro, así hasta que el sudor picaba en mis ojos y mis brazos no daban para mucho más

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Di un golpe, seguido de otro, después otro, así hasta que el sudor picaba en mis ojos y mis brazos no daban para mucho más. Me quite los guantes de boxeo un poco brusco y tome una pequeña toalla y limpie mi sudor.

Un par de balasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora