Ya fuera del salón, con todos los invitados retirados, sólo quedamos los familiares y amigos muy cercanos.
Estaban discutiendo de cómo nos iríamos todos de vuelta a nuestras casas. De quien iría con quien, y en que auto.
Yo lo miraba de lejos, llevaba el saco sobre su hombro y la corbata en su bolsillo.
En eso, mi prima me pregunta si quiero ir con ellos en el auto. De hecho, eso me sorprendió muchísimo.
Pero sabía que él iría con ellos, yo sólo quería seguir a su lado.
Entonces decidí preguntarle a mi madre si me deja ir con ellos, ya que aún sigo siendo hija de mami.
Ella accedió, de hecho es muy buena y me comprende en todo.
Nos íbamos en la parte trasera de la camioneta, estaban mi tío, Guillermo, Verania, Bruno y Yo. Creó que había más personas, solo que no presté tanta atención.
Me senté a su lado, lo tenía cerca, por más que no nos hablemos. Me sentía a gusto.
Sentía mucho frío, y todos se dieron cuenta de eso. Mi tío le dijo a Bruno si me podía prestar su saco, me moría de vergüenza en ese momento, pero al mismo tiempo lo quería. Quería tener algo suyo.
Cuando me lo dio, sentí su aroma, un perfume fuerte pero sutil al mismo tiempo. Era embriagador, podía olerlo toda la noche.
Pero, sin darme cuenta, y succionada por mis pensamientos, llegamos a la casa de mi abuela.
No queria irme. Pero lastimosamente nadie podia impedirlo.
Solo miré hacia mi derecha, hacia esos hermosos ojos color café. Podría verlos por siempre, lo malo era que esos ojos no me miraban a mi.
Ni siquiera tenían hacia donde mirar, y ahí fue cuando me di cuenta de algo extraño. Se veía vacío. Sin nada de vida.
Eso me pareció raro, teniendo en cuenta lo feliz que se veía bailando, bailando conmigo.
Decidí no prestar tanta importancia, ya que yo ví una luz entre esa oscuridad que parecía rodearle. Era bastante asfixiante estar con él y su vacío.
Así que hablé, eso no era propio de mi, pero lo hice.
Solo dije unas pocas palabras y sonrío. Hay mi Dios, dije para mis adentros. Esa sonrisa si que derrite a cualquiera.
Ya no sabia como continuar, solo nos quedamos mirandonos, mirandonos fijamente hasta recordar donde estabamos. Fue hermoso.
***
Cuando llego mi madre y todos bajaron del auto me dijo que ya era hora de irnos, y como buena niña que soy tube que despedirme de cada una de las personas que estaban ahí.
Lo ultimo que vi de él fue su espalda perfectamente ensanchada y marcada por la camisa llena de sudor que traía.
Era asqueroso pero al mismo tiempo me gustaba verlo así, todo su cuerpo en una sola imagen.
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Diario de una adolescente
RomansaTrata de la historia de dos jóvenes. No tienen muchas cosas en común, diferentes edades, otras mentalidades, no concordaban, es más, nunca concordaban. Siempre se peleaban y retaban el uno al otro cada día, pero a pesar de sus diferencias tenían alg...