Aquella tarde la Nueva Catedral de Notre Dame irradiaba energía. Después de la remodelación llevada a cabo en el año 2.020, el edificio Gótico se había convertido en un ejemplo de modernidad y culto a Lord Insel. La estructura del majestuoso edificio se conservó, sin embargo, las paredes fueron demolidas y se levantaron inmensas paredes de cristal que, como si de un cascarón transparente se tratarán, cubrían el inmenso templo.
El General Proin, cojeando, se internó en la Nueva Catedral de Notre Dame. Tenía un encuentro de vital importancia con Lord Insel, de hecho, había repasado una y otra vez dentro de su cabeza lo ocurrido la noche anterior en Carcassone y sabía que debía ser muy convincente, o de lo contrario, rodarían cabezas.
Los gritos y plegarias inundaban cada rincón del edificio, y todos los fieles allí congregados gesticulaban de forma agitada y violenta. Era impresionante cómo la gente podía llegar a ser tan fanática — pensó Proin — y más, teniendo en cuenta que "El Descenso" tuvo lugar hacía apenas veinticinco años. Sin detenerse, bordeó toda la marabunta de devotos y se dirigió a la puerta ubicada en el ala este, la misma que daba acceso a l'État-Major. Al acercarse, los guardias que custodiaban la puerta bajaron su mirada, le saludaron de forma impetuosa y sin abrir la boca le dejaron pasar.
Cuando las puertas se cerraron a sus espaldas, cualquier rastro de ruido y plegarias se desvaneció y un silencio sepulcral le acompaño durante el sinuoso pasillo que le separaba de su destino.
A medida que el caudillo avanzaba, un malestar empezó a embargar su cuerpo, una mezcla de arcadas y cefalea hicieron que se tuviera que detener un momento para recuperar el aliento. Aún con sudor frío en la frente, Proin se recompuso y siguió su marcha, sin embargo, cada paso que daba era un auténtico calvario.
Cuando finalmente llegó a la gran puerta de metal ubicada al fondo del estrecho corredor, respiró profundamente y la golpeó con fuerza.
—Milord, solicito su permiso para entrar — dijo en un tono solemne.
Tras tan sólo unos segundos de silencio del interior de la estancia una voz casi gutural respondió.
—Permiso concedido, entre por favor.
Sin dudar, el general asió el pomo de la puerta con su deformada mano y abrió.
La estancia estaba en total silencio y durante unos segundos, el único sonido que pudo oír fue el leve chirrío de la puerta al abrirse. La penumbra predominaba en la sala y tan sólo un par de velas la iluminaban.
De repente, una leve brisa se adentró en la habitación y las candelas empezaron a danzar y a crear una serie de sombras fantasmagóricas que lo único que hicieron fue alterar más, si cabía, al caudillo.
De forma casi instintiva, la mirada de Proin se dirigió hacia la mesa que presidía la sala, en ella se apilaban de forma desordenada, una serie de documentos y mapas que por el aspecto que tenían, habían sido consultados en infinidad de ocasiones.
De repente, la puerta se cerró tras el general, y una última bocanada de aire entró en la estancia.
Esta vez, las lumbres se avivaron con una fuerza inusitada e iluminaron una gran parte de la habitación, lo suficiente para que Proin pudiera ver una gran figura detrás de la mesa.
No recordaba cuándo fue la última vez que había estado a solas con Lord Insel. Su mera presencia era suficiente para hacer temblar al más bravo de los soldados, sin embargo, algo le ocurría, parecía que a duras penas podía mantenerse erguido, como si el peso de su propia existencia le superara por momentos.
—Veo que se las ha podido arreglar para llegar, General — dijo el Lord casi entre susurros — espero que todo lo que he oído sobre Carcassone no sea cierto, le valoro demasiado como para tener que desprenderme de usted.
Proin se detuvo, debía pensar muy bien lo que decía y cómo lo expresaba, o de lo contrario no saldría de esa habitación. De repente, un dolor mucho más intenso que el que había sentido anteriormente le asaltó y por poco no cayó al suelo de rodillas.
— Tiene dos minutos General, la radiación que emana mi cuerpo ha crecido exponencialmente desde la última vez que nos vimos y temo, que su físico pueda verse aún más afectado de lo que ya está. — esta vez la voz de Lord Insel sonó con una profundidad estremecedora y el ambiente se tornó mucho más denso.
— Fuimos traicionados en Carcassone, Señor. Brigitte logró escapar con las reliquias que encontramos en Grecia y por si fuera poco se hizo con toda la información que habíamos recabado en los últimos meses. Obviamente, tenemos copias de la misma, pero la pérdida de los artefactos es un duro revés para nuestra campaña. — casi sin respirar, prosiguió — Yo mismo acabé con el traidor, había sido un soldado ejemplar durante toda su carrera y de comportamiento intachable, no sabemos qué le hizo cambiar de bando y apoyar a los Pueblos Libres...
— He oído suficiente. Al igual que el traidor, usted también ha tenido una carrera impoluta, sin embargo, la pérdida de los artefactos son un gran golpe para nuestra nación, no puede irse impunemente. Mi intención era enviarle a Barcelona a comandar el ataque para recuperar lo que nos fue robado, sin embargo, en su lugar irá el General Torf, y usted quedará recluido hasta nueva orden. — sin darle tiempo a replicar, Lord Insel se desvaneció y dejó la estancia en completa oscuridad.
— Oh mierda...—
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Después de Pandora. La Caída.
Fantasy¿Qué pasaría si después de miles de años, la Caja de Pandora, creada por el Todopoderoso Zeus fuera abierta? Descubre la historia detrás de un evento que podría cambiar el curso de la humanidad... Novela aún no finalizada, ¡acompáñame en el proceso...