Andrew & Neil: La Proposición

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Neil estaba en su habitación de la residencia para atletas buscando unos papeles para el trabajo de Francés cuando un Nicky horrorizado entró y se colocó tras él. Apenas tuvo tiempo de mirarlo, ni siquiera tuvo tiempo de preguntarle; un par de segundos después Andrew, con un cuchillo en cada mano, entró furioso y divertido a la habitación de Neil. Neil consideró echarlos a ambos, pero sabía que si alejaba a Nicky de él tal vez su amigo no saldría muy bien parado. No entendía por qué discutían ahora.

-Venga, repítelo, -habló Andrew, entrechocando sus cuchillos. Una sonrisa adornaba la cara del chico rubio y Neil se preguntó por qué le gustaba tanto.- Repítelo, -exigió de nuevo.

-Neil, sálvame y te regalo la noche de hotel romántica para dos que reservé para mi novio y para mí, -le susurró Nicky a Neil.- Con set... especial e incluido.- Neil puso los ojos en blanco.

Un rebelde rizo pelirrojo se desligó de sus hermanos y obstaculizó la visión del chico. Se lo metió detrás de la oreja y volvió su atención a los primos.

-Andrew, -lo llamó.

Andrew le dirigió una mirada aburrida y por un momento Neil podría haber jurado que sus ojos color avellana se crisparon un poco. Le estaba quitando la diversión de asustar a Nicky. Aunque Neil sabía que era capaz de hacer daño a su primo.

-Solo déjame partirle el cráneo, -pidió Andrew.

-Andrew, no, -dictó Neil.

-Andrew, sí, -replicó Andrew.

-Yo voto por Andreil, -soltó de repente Nicky. Ambos lo miraron. Entonces se dieron cuenta que estaban peligrosamente cerca el uno del otro. Ni siquiera sabía en qué momento se habían acercado tanto.

La confusión teñía las avellanas de los ojos de Andrew. Neil se permitió unos segundos para admirar el brillo en la mirada de su novio. Su novio. Sonaba increíble y le encantaba.

-Vete, -le espetó Andrew a Nicky-. Ya. Antes de que me arrepienta. Tienes tres segundos para salir de este apartamento o voy tras de ti y te mato.

Apenas había acabado de hablar Andrew cuando Nicky casi corrió hacia la puerta.

Cuando escucharon el sonido de la puerta del apartamento cerrarse, Neil abrió los labios para decir algo, Neil no sabía el qué. Le tranquilizaba hablar con Andrew, le daba vida. Amaba hablar con él. Lo amaba. Y le gustaba. Le gustaba la sensación de amar y sentirse amado. Y cuando estaba con Andrew... lo demás no importaba. Podría arder el mundo si él tenía la mano de Andrew pegada a la suya y la otra en la de sus amigos.

Andrew lo besó antes de que él pudiera emitir algún sonido. Se dejó llevar y le siguió el ritmo. Se besaron por un largo rato, sus lenguas y labios jugando y danzando al son de los latidos de sus corazones, de la música de sus almas.

No es el momento, le dijo una voz en su cabeza. Neil la apartó de un manotazo y retiró a Andrew de sus labios por un momento. Ahora estaban en la cama. Totalmente vestidos. Él estaba debajo de Andrew. Andrew intentó besarlo de nuevo y Neil lo paró. Escuchó el gruñido de Andrew. No le importó. Y, después de haberle dado vueltas durante las últimas semanas, preguntó:

-¿Te quieres casar conmigo?

Andrew se quedó pálido y Neil temió su reacción. No quería...

Pero Andrew asintió. Un leve asentimiento que decía mucho.

-Sí, sí quiero casarme contigo, Neil Josten.

Entonces Neil vio una sonrisa verdadera en el rostro de Andrew. Era de felicidad. Él también sonrió y besó a Andrew en profundidad. Tomó su camiseta y la jaló hacia arriba. Se la quitó y la tiró al suelo. Andrew hizo lo mismo con la suya. Ahora estaban desnudos de cintura para arriba y Neil se tensó cuando Andrew volvió a besarlo y sintió los abdominales duros del chico contra los suyos. Disfrutaba de la sensación de sentir a Andrew tan cerca de él, piel con piel. Conocía el cuerpo de Andrew a la perfección y Andrew el de él. Eso le gustaba, le encantaba. También sabía el punto exacto de su cuerpo donde solo con depositar un suave beso Andrew gemía. Andrew, por supuesto, también conocía el suyo. A veces lo usaba para torturarlo entre sonrisas malvadas. Neil lo odiaba cuando lo hacía esperar.

Esta vez, como otras muchas, Neil se atrevió a meter los dedos bajo el pantalón de Andrew. El propio Andrew lo instó a que metiera la mano entera. Neil lo hizo con gusto y comenzó a moverla. Andrew gemía contra la boca de Neil. Cuando Neil acabó, le tocó el turno a Andrew. Andrew no se molestó en meter los dedos, sino que metió la mano entera directamente. Neil gimió su nombre y Andrew sonrió contra su boca y le mordió el labio. Neil abrió los ojos. No sabía en qué momento los había cerrado. Una ola de deseo invadió a Neil cuando vio los ojos de Andrew mirándolo fijamente mientras trabajaba y le mordía el labio. Neil lo besó de una manera salvaje y casi estuvo a punto de retirarse porque no quería incomodar a Andrew hasta que éste lo besó con más fiereza aún.

Cuando acabaron se tumbaron en la cama y se sonrieron. Andrew pasó los dedos por cada una de las cicatrices de Neil. Neil mantuvo los ojos cerrados mientras lo hacía. Supo que había acabado porque los labios de Andrew presionaron los suyos y los abrió para dejarse besar.

-Creo que te amo, -le dijo Neil a su prometido.

Andrew sonrió. No era una sonrisa cruel. Era... una sonrisa. Una sonrisa que le gritaba que su historia aún estaba comenzando, que eran más de lo que eran ahora, que estarían juntos. Que se amaban. Que estaban locamente enamorados el uno del otro.

-Yo también, -fue lo último que dijo Andrew antes de caer en los brazos de Morfeo. Neil sonrió con dulzura en su dirección y se quedó mirándolo hasta que él también se durmió.

Su prometido... Ahora era su prometido.

AFTG | One ShotsWhere stories live. Discover now